La otra mañana estaba disfrutando de un estupendo café en una bonita cafetería de Valladolid. Era una de esas cafeterías acogedoras, llenas de detallitos de madera, de cuadros en las paredes y de música agradable. El dueño, al decirle «buenos días», contestaba «¡buenos días, y buen café!».
Sí que estaba bueno.
La cosa es que estaba allí sentado, echando un ojo al móvil, cuando me crucé con una encuesta que lanzaba Fernando de Córdoba (aka Gamusino) en twitter. Preguntaba «¿Cómo ha sido tu año?» y daba cuatro opciones: muy malo, más o menos malo, más o menos bueno, muy bueno.
Y me hizo pensar… ¿cómo ha sido mi año?
Así que, como tenía tiempo (y un cuaderno y un lápiz), me puse a hacer el ejercicio de «el sol y las nubes» del que hablaba en este vídeo.
Lo que salió fue lo esperable: unas cuantas cosas en el lado de las nubes, unas cuantas cosas en el lado del sol.
Hace tiempo me topé con una interpretación del yin y el yang que me gustó mucho.
Me gustó tanto que es uno de los carteles que ilustran mi lugar de trabajo (de hecho, en el vídeo que enlazo más arriba se puede ver).
Viene a decir que lo blanco es lo bueno de la vida, y lo negro es lo malo… y ambos caminan juntos. De hecho, dentro de lo negro hay una parte blanca («lo bueno dentro de lo malo») y dentro de lo blanco hay una parte negra («lo malo dentro de lo bueno»).
Y eso es la vida: un conjunto de cosas buenas y malas que se combinan y que experimentamos sin solución de continuidad, y que muchas veces dependen más de cómo las enfoquemos que de su carácter intrínseco.
Así ha sido este año.
Y así será el siguiente.
PD.- ¡Feliz Navidad!