El otro día se produjo esta conversación en mi Facebook. Una persona me invita a ser su «amigo«:
Invitación:
«Hola Consultor poco Anónimo: hace ya algún tiempo que te sigo por blog y twitter, y gracias a éste último me acabo de enterar de que estás por aquí.»
Mi respuesta:
«yo es que soy «ubicuo», estoy en todas partes :D. Sin embargo, en Facebook procuro aceptar como «amigos» a gente que tengo bastante «controlada» (gente con la que me he encontrado físicamente, con la que he tenido algún tipo de relación profesional o personal…), ya que creo que es la forma en la que más sentido tiene para mí. Espero que no te moleste que «ignore» tu solicitud por el momento; a ver si en el futuro tenemos ocasión de tratarnos con más intensidad y así poder cambiar el «status».»
Contestación:
«OK Raúl, acepto tu política de amistades en FB. Con ésta me da la impresión que te será muy difícil establecer nuevas relaciones virtuales mediante herramientas 2.0. Pregunta quasi-retórica ¿Es adecuado el uso de las herramientas 2.0, sólo para el mantenimiento del mundo previo 1.0?»
Mi respuesta:
«Para mí el objetivo nunca ha sido «establecer nuevas relaciones». Utilizo las herramientas para seguir contenidos que me interesan: por motivos personales, profesionales o de puro entretenimiento. Si de ese seguimiento (y de la interactividad que permiten esas herramientas) surge un acercamiento que deriva en relación profesional o personal, pues fenomenal. Pero si no, pues tampoco pasa nada: una cosa no está condicionada a la otra.
Lo cual tampoco significa que use las herramientas 2.0 para «mantener el mundo previo 1.0». Pero el uso de herramientas que exige reciprocidad (como Facebook) para mí solo tiene sentido si reconoce una relación real y equilibrada. Relación que puede haber nacido fuera de internet o también dentro, pero que existe en las dos direcciones: gente a la que conozco y que me conoce (no necesariamente en persona), con la que he interactuado mínimamente…
Porque es que si no no le veo sentido (para mí) al uso de estas herramientas. No acabo de ver qué gracia tiene tener 5.000 contactos en Facebook de los cuales al 95% no conoces (simplemente los aceptaste porque aceptas todas las invitaciones). ¿Qué interés tienen las actualizaciones de esas 5.000 personas, sus fotos…? ¿Qué valor aporta a alguien que ve tus 5.000 contactos y te pide referencias de ellos, cuando no puedes decir nada sobre ellos?
Por eso, en este tipo de herramientas recíprocas, prefiero pecar de «antipático» y mantener un cierto criterio «estricto» (que luego no es tanto) a la hora de calificar a alguien como «contacto» antes que pecar de lo contrario. El que quiere interactuar conmigo sin conocerme (o sin que yo le conozca) tiene abiertos un montón de canales para hacerlo sin necesidad de «ser amigos» en estas herramientas.»
Y así es como yo veo el uso de las redes sociales.
Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí
En este sentido me pareció interesante el post de Varsavsky que hacía igual que tú y acabó rindiéndose:
http://spanish.martinvarsavsky.net/web-20/1200-amigos-en-facebook.html
El tema es que la línea es difícil de trazar, hay gente claramente a un lado y a otro pero luego hay muchisima en la parte intermedia. Y al final dedicas más tiempo a decidir de qué lado está cada uno del que querrías dedicar, incluso, a facebook en total.
Yo he optado por la vía de aceptar a casi todo el mundo, aunque de vez en cuando elimino gente que veo que me ha contactado para dar la brasa o hacer spam.
Raúl, yo hago exactamente como tú. Bueno, soy más borde y directamente rechazo la amistad sin dar explicaciones. Y si me la piden una o dos veces más los bloqueo.
En general cuando veo a alguien que me pide amistad cuyo nombre y cara no me suenan y que además o no tienen amigos en común o tiene al menos dos de (Martín Varsavsky, Enrique Dans, Carlos Blanco o Emilio Marqueze) va directo a ignorar.
Pues yo hag lo mismo que tú, tanto en Facebook, como en LinkedIn, etc.
Me molesta especialmente la gente con la que un día tuviste una reunión profesional por cualquier motivo y que un año después te manda el contacto en Facebook. Personas que no saben nanda de ti y que por el hecho de tener tu tarjeta de visita quieren que les catalogues como amigos.
La gente de Burger King ha visto esto con mucha claridad y ha aprovechado la oportunidad, aunque parece que a FB no le ha gustado mucho: http://alt1040.com/2009/01/facebook-sacrifica-la-aplicacion-whopper-sacrifice
Parece como si hubiera en algún sitio una competición para ver quién tiene más contactos, pero por lo que veo ni tú ni yo la vamos a ganar 😉
Totalmente de acuerdo! 😉
En twitter soy más abierto de miras, y sigo a muchas personas que no conozco pero que me aportan ideas, o simplemente me hacen gracia sus comentarios. Pero en facebook soy muy cerrado, tengo fotos familiares por ejemplo que no importan al que no me conoce.
Luis, es verdad que hay una amplia «zona gris»: pero en esa zona gris yo tiendo más a ser restrictivo que a tener una manga demasiado ancha.
Julio, yo a quien me dedica un par de palabras sí suelo responderle (aunque no siempre). Al que simplemente lanza la invitación no: en algún momento intenté hacerlo con un «hola, no estoy seguro de saber quién eres, igual es por mi mala memoria». Pero la gente ni se molestaba en responder, así que…
Pero tampoco las ignoro: las dejo en «stand by». Porque también me pasó que les daba a «Ignorar» y al cabo de una semana me volvían a invitar. Así se quedan en una especie de «limbo» del que igual hasta es posible recuperarlos algún día (cuando efectivamente los conozcas, que puede ser).
Alberto, nunca entendí esa competición. Lo curioso del caso es que ahora los que iban de ese palo (p.j. Loic LeMeur) dicen «uy, es que no me resulta útil facebook». Normal, coño, normal.
Rufo, yo también en Twitter soy más abierto de miras. Y en Flickr. Y en mi GReader. Y en todos los sitios no recíprocos. Yo sigo a quien me apetece por el motivo que sea (y me importa un bledo si él me conoce a mí o no, si me sigue o me deja de seguir), y a mí que me siga quien quiera, ellos sabrán sus motivos. Pero que no espere reciprocidad.
En fB hay un grupo que viene a decir algo así como «¿Por qué quieres ser mi amigo en FB y luego no me saludas por la calle?»
Es decir una relación 2.0 que rehuye del 1.0. Algunos no entiende nada.
La verdad que la palabra «amigo» se esta devaluando, personalmente preferiría la palabra «contacto» para justificar a quien añades como relación profesional, lo de amigo no acaba de convencerme.
¡Qué suerte! El del caso que comentas al menos obtuvo respuesta.
La primera persona del mundillo 2.0 que añadí en Twitter fue @fernand0 (el profe Fernando Tricas). Cuando vi que el me “seguía” a mí sin conocerme de nada, le agradecí el gesto. Él le quitó importancia y me respondió que “era su costumbre”. Al rato, entré en su blog y vi que había escrito un post sobre “amigar o no amigar” (http://fernand0.blogalia.com/historias/60393) Y como yo, a pesar de mis 10 añitos en el negocio de la Red, había permanecido ajeno totalmente a la nueva filosofía de contactos que plantean las redes sociales, me pareció mejor adoptar la visión que tenía un referente como Fernando que establecer la mía propia, al menos de momento, mientras iba viendo cómo funcionaba la “sociocosa”. El caso es que he ido aceptando invitaciones de gente que no conozco de nada porque he pensado, inocente de mí, que a lo mejor a alguna de esas personas tiene ganas de ser mi amigo realmente o tiene simpatía por la web en la que trabajo desde que su más tierna infancia, o vete tú a saber. Es decir, me preocupó más “desilusionar a esos corazoncitos que hay tras los nodos, no aceptando” que aceptar y tener que tragarme a un “pesao”, a un “fantasma”, a un “perver”, o vete tú a saber (para eso está luego el botón “ignorar” ¿no?)
Pero mi caso, c’est à dire, yo solicitando amistad o siguiendo a alguien, comparto totalmente tu visión del asunto. Sólo he planteado “rollo” a bloggers que me gustan o que conozco desde hace mucho tiempo (me gusta estar al tanto de lo que hacen, de cómo emprenden, diseñan o se relacionan, a qué dedican su jornada laboral, en fin, “cómo se lo montan” – para mí es didáctico), o a amigos y compis de la empresa que conozco en persona o con los que he consolidado una extraña complicidad en Twitter y que además tengo a la vuelta de la esquina en esta ciudad tan pequeña que se llama Salamanca.
Bueno, al grano. El “stand by” en el que me tienes en Facebook no me ha sentado mal (a mi mujer sí y me dice que te mande a tomar vientos – ya sabes qué “secarrales” somos y cuán a pecho nos tomamos las cosas por estas tierras ¿Qué es sólo un tópico? Ya, ya). Ya le he dicho que leyendo tu blog se da uno cuenta de que no eres antipático ni descortés porque sí, que eres consecuente con lo que piensas y tu postura, diferente de la de Fernando Tricas, es tan respetable como la del profe mañico. Ignoro por qué Juan Luis Polo, Mauro, Enrique Dans, Oscar Baeza, Antonio Ortiz, Furilo, Javi Martín, Antonio Delgado, Antonio Domingo y compañía han aceptado mis invitaciones (unos porque le dan a “aceptar” por costumbre, y otros por “tener al alguien cerca” perteneciente a la web donde trabajo y la compañía a la que pertenece, supongo, ya que aún no he hecho “méritos propios” en la blogocosa), pero sé que si me piden un favor y está en mi mano, pueden darlo por hecho.
Yo pienso seguir leyendo tus blogs y siguiéndote en Twitter, mientras nos vamos conociendo, recíprocamente. Años hay por delante y, a lo peor, dejas de interesarme como “amigo” tú a mí, ¿no? 😛
Venga, Saludos.
El tema es que cuando sigues a alguien su blog personal, su blog empresa, twitter, y demás, puede que alguien piense que te conoce de toda la vida, de hecho sin conocer a una persona físicamente, internet te presta conocer a su familia, sus viajes, sus gustos, sus aficiones, sus viajes, su agenda diaria, pero ya está, de ahí a entrar en un sitio cerrado, donde lo tengo solo para amigos dista mucho, pero entiende que la gente puede equivocarse. Por eso me parece perfecto como se lo explicaste, a mi me pareció correcto y muy educado, pero los mensajes escritos siempre son muy fríos y pueden malentenderse.
La contestación fuera de lugar y falta de respeto me parece, que manía tiene la gente de enfadarse y sacar conclusiones fuera de lugar.
Por mi edad pocos de mis amigos reales participan en este tipo de redes, y a veces te ves fuera de lugar, pero me atrae tanto internet que sigo blogs, twitter, etc, pero ya esta, se que dar un paso mas no tiene sentido sin conocer personalmente a estas personas.
En contra me aportáis muchísimo tanto a nivel empresa, como en mis hobbies como la fotografía.
Un saludo
De acuerdo con #7. Es que la palabra no es «amigo». Para mí es contacto, y a cualquier nivel, personal, profesional, «seguidor» o «seguido» (adoptando terminología twittera).
Para mi facebook tiende a ser igual a internet. Si quiero compartir fotos de juergas con amigos puedo crear un grupo con ellos. Es más, yo le digo a la gente que conozco que no es muy internauta y me pregunta, que no ponga en facebook nada que no esté dispuesta a que vea toda la red, y si no, probad a poner una foto vuestra en pelotas que sólo vean vuestros amigos, y cronometramos lo que tarda en estar en veinte mil webs. Es como los secretos, soy partidario de, si no quieres que se entere todo el mundo, no contárselos a nadie.
No es suerte: él se tomó la molestia de adjuntar un mensaje con su invitación (explicando quién era, etc.), otros no lo hacen (y no miro a nadie… 😀 ). Posiblemente si junto con la invitación se pone «hola, soy @fulaito en twitter, hemos intercambiado twits varias veces» o «hola, nos saludamos brevemente el otro día en el B&B» o «no sé si te acordarás de mí, coincidimos en aquel viaje»… no sólo es más que posible (aunque a veces no lo he hecho, pero procuro hacerlo y más de un tiempo a esta parte) que le responda; además me ayudará a «caer» en quién es, y poder decidir si supera mi listón (que es bastante poco exigente; sólo pido haber tenido una interacción mínima con esa persona).
El problema es que hay gente que envía una invitación «a secas», simplemente un nombre y una foto (pequeña y en algunos casos irreconocible)que no soy capaz de identificar: porque corresponde a alguien a quien me presentaron de refilón una vez, alguien con quien intercambié una tarjeta en una reunión como dice Alberto, porque corresponde a un nick que no relaciono en ese momento, porque no le recuerdo o porque directamente nunca he tenido ningún trato con él. A veces (no siempre) me meto en su perfil para ver si descubro algo que me permita «ver la luz» y saber quién es, y ni siquiera.
¿Que quieren contactar conmigo por alguna cuestión? Hay cien formas de hacerlo: mi mail está a la vista, mis IM están a la vista, mensaje en FB… hasta mi teléfono es público si alguien quiere usarlo. Y creo que en general, cuando alguien intenta contactar conmigo, soy bastante receptivo.
Lo que dice Luis de los contactos es cierto: son contactos, no necesariamente amigos. Pero un contacto supone que A es contacto de B y B contacto de A. «Seguidores» y «seguidos» sólo se transforman en contactos cuando son recíprocos. A mí no se me ocurre decir que soy «contacto» de Scarlett Johansson por mucho que me guste, vea todas sus películas y lea todo lo que sale de ellas en las revistas. Ni siquiera aunque un día, en la cola de un estreno, le haya dado la mano. De la misma forma no se me ocurre llamar «contacto» a Martin Varsavsky por mucho que lea su blog; él no tiene ni puñetera idea de quién soy yo, incluso aunque alguna vez he comentado en su blog. Pero es que hay muchísima gente que comenta en su blog! ¿Es razonable esperar que se acuerde de todos?
Obviamente yo no soy ni Scarlett Johansson ni Varsavsky. Pero en ocasiones tengo la sensación de estar en una posición (a un nivel mucho más light, insisto: no me digais luego que voy de blogstar, que no es eso) similar. Hay gente que lee el blog, pero nunca comenta. O que una vez dejó un comentario. Idem con twitter. Son gente que puede tener una sensación de que «me conocen» pero lo cierto es que yo a ellos no les conozco de nada, en el mejor de los casos me puede llegar a sonar un nick. Hay 725 followers en twitter, 1924 suscripciones al feed; no sé por qué decide alguien seguirme, sea cual sea la causa me encanta (soy muy egocéntrico, lo sabéis) y yo lo agradezco mucho. Procuro involucrarme en las conversaciones tanto como puedo (tanto en twitter como en el blog). Pero es imposible para mí corresponderles en igualdad de condiciones, no puedo seguir (con sentido, prestándoles atención) a 725 personas, no puedo suscribirme a todos sus blogs. Poco a poco, a medida que voy sintiéndome más cercano, que interactúo con alguien de forma más recurrente, que me parece interesante… voy agregando a gente. Pero no es automático ni inmediato.
¿Que hay quien lo hace, y acepta todas las invitaciones, y followea al 100% de sus followers, y así sigue a cientos y miles de personas? Ellos sabrán por qué, qué utilidad le encuentran (más allá de «quedar bien»). Yo no me lo explico. A mí twitter me resulta útil porque controlo a quién sigo: si no lo hiciera, sería un chorro ingobernable de actualizaciones de gente con el único criterio de «ellos me siguen a mí»; algo poco mejor que seguir el timeline público. Creo que nadie tiene el tiempo ni la atención suficiente como para gestionar ese volumen, yo desde luego no lo tengo. Quiero que estas herramientas me resulten útiles, y no lo son si no se aplica un criterio.
Alguien podrá tomárselo como una afrenta, «qué menos que mostrar interés por quien se interesa por ti». Pues lamento que lo entiendan así, pero uno no da más de sí.
Eso sí, ya te digo yo que esos que «aceptan automáticamente» no saben quiénes son ni han dedicado un segundo a interesarse por el 90% de sus «contactos» por mucho que hayan aceptado la invitación. No tienen ni puñetera idea de quién eres. Y para ese viaje creo que no hacen falta alforjas… yo prefiero poder decir que sé quiénes son mis contactos y poder «conocerles» (aunque sea a costa de dejar gente fuera que se pueda ofender) antes que contentar a todo el mundo y tener una colección que no me sirve para nada.
Ni siquiera es una cuestión de «información privada» (comparto tu criterio, Luis). Es una cuestión de que «ser contacto de» signifique algo o no signifique nada. Sólo puede significar algo cuando hay un criterio (y por lo tanto, gente que no lo cumple). Si no, no significa nada de nada y no tiene utilidad ninguna.
Yo en twitter sí que opino como tú, ser follower tiene sentido si es para leerlo, aunque no sea siempre. De hecho me gustaria seguir a menos de los que sigo pero tambien he hecho un filtrado especial para seguir a unos más de cerca que a otros 🙂
Raúl, seré pipiolo en esto, pero gracias. Me he alegrado.
Sólo dos cositas muy breves:
Al único que no le envié mensaje con la solicitud fue a Antonello y fue por error. Si no te llegó, fue cosa de FB, del captchas o no sé (lo escribí, lo escribí).
Segundo, creo que efectivamente todos estamos hablando de «contactos». Yo sigo a Enrique Dans pero no a Chicadelatele, ni me interesa en absoluto la vida privada de ambos, ni ver sus fotos de vacaciones… Ellos ya pondrán filtros a lo que quieran que se vea o no y, lo mejor, no subir ciertas fotos.
Mirad. Si esto se generaliza (estoy viendo en FB a auténticos dinosaurios que van creando un perfil y manejándose poco a poco), estas herramientas van a ser muy fáciles para, p. ej. recomendar gente y tenernos a mano unos a otros, cada uno conocido por su especialidad:
Oye, Angel, un tío sobre patentes. Pues tal.
Un consultor de puta madre. Coño, pues Raúl. Toma enlace o recomendación.
Veo que muchos bloggers que habéis escrito aquí tenéis al lado de vuestro blogroll o vuestra tagcloud, o en otro sitio, un enlacito «Mi perfil en Facebook». Vale, me diréis, es una forma de contacto más, otra «tarjeta de visita»
Y bien ¿Rechazáis una tarjeta de visita cuando alguien os la tiende? Mirad que en Japón eso es como «mentar a la bicha» 😛
Vale, me gusta la analogía de las tarjetas. La voy a usar en tu contra :D. No, no rechazo tarjetas de visita. Pero muchas, reconozcámoslo, se van al cubo de reciclar y ese «contacto» no se solidifica.
En ese sentido, la tarjeta de visita es un «primer paso», pero no necesariamente fructifica en un «contacto real». Para mí un contacto es más que «alguien que un dia me dio su tarjeta». Es alguien a quien puedo coger el teléfono y llamarle sin tener la inquietud de que no sepa quién soy (aunque un día intercambiásemos «cromos»). Y para eso hace falta más que la tarjeta.
Sin duda, ese sustrato social al que haces referencia (el «yo conozco a alguien que…») va a ser cada vez más importante con la ayuda de las herramientas (yo también voy viendo a gente en las redes sociales que no hubiese creído que entraran). Pero por eso mismo la confianza es importante: yo me fiaré de las opiniones de gente en quien confío, a quien aprecio y valoro. Es a esa gente a la que quiero en mi red de contactos. Si tengo a «cualquiera», entonces las opiniones vertidas por mi «red social» pierden valor. Y sí, puede haber personas muy valiosas que se queden fuera, sin duda. Pero si no las conozco, difícilmente voy a apreciarlas, valorarlas y confiar en ellas.
Vuelve Filoctetes!!!
(Referencia 1.0 donde las haya…)
Coincido plenamente con el post. Conozco muchos casos en que no seguir esta política ha llevado a situaciones digamos como poco incómodas. No solo estamos jugando con nuestra privacidad sino con la de nuestros amigos.
Vamos que me has hecho reir con el cuento, por que a mi algo similar me paso con mi novia, la cosa es que llevamos 2 años xD
Creo que has actuado de forma correcta. Más corecta que la media, pues, realmente, tampoco hay por qué dar explicaciones (yo no lo hago. Lo rechazo y punto).
Y no pasa nada. En mi caso particular, yo te sigo en Twitter y tú a mi no. ¿Y qué?. ¿Agún problema?. Pues no.
Saludos.
Muchachos, muchas complicaciones y ganas de de discutir cosas irrelevantes…
Me uno tarde a la conversación, pero bueno.
A veces en Facebook lo que me gustaría es que hubiera amigos A y B. Los amigos A serían aquellos que uno tiene de verdad y que tendrían acceso a todo y los B aquellos que tendrían acceso a un FB limitado. Hay gente a la que conozco pero no necesariamente quiero que tengan acceso a toda la información que subo. Al final acabas poniendo menos cosas de las que te gustaría.