Ayer estuve dedicando un par de horas a documentarme un poco sobre «blockchain«. Y es que cuando uno oye hablar de «la tecnología que cambiará radicalmente nuestra economía» le entran ganas de enterarse un poquito mejor «de qué va eso».
¿Qué es blockchain?
Dicho mal y pronto, es un «registro distribuido y seguro». La idea es que, en vez de necesitar un registro en manos de un «intermediario de confianza» (como pueden ser las cuentas bancarias en manos de las entidades financieras, o el registro de la propiedad gestionado por el Estado), es posible que ese registro esté almacenado de forma distribuida en la red. Todos los miembros de la red disponen de una copia del registro, lo que impide que se puedan realizar cambios unilaterales. Y el registro sólo se actualiza bajo una serie de condiciones que gracias a la criptografía y complejos algoritmos matemáticos permite asegurar que son cambios legítimos.
Todos estos cambios se van añadiendo en «bloques» a la «cadena de bloques» (¡blockchain!) previa, formando una unidad inviolable y además custodiada por todos los miembros de la red. Una vez añadido un bloque, se queda ahí y no puede ser alterado a posteriori. De esta forma es posible rastrear «quién ha hecho qué» (p.j. «quién ha pagado una cantidad a quién», o «quién le ha vendido su casa a quién») de forma mucho más transparente y segura que cualquier registro centralizado.
Los mecanismos técnicos de cómo se confirman los cambios, y cómo se decide el orden de ejecución, entran ya en el terreno de lo complejo, aunque hay algunas aproximaciones bastante asequibles.
La promesa del blockchain
Los adalides del blockchain defienden que esta tecnología tendrá un impacto muy grande en nuestra sociedad. Al descentralizar la gestión de los registros se obtendrían ventajas en términos de eficiencia, velocidad, coste, seguridad, transparencia, equilibrio de poder, seguridad jurídica… Los más idealistas lo vinculan con un cambio en las estructuras de poder, un avance para la democracia y la meritocracia, y el protagonismo del individuo frente a las élites.
Posibles aplicaciones del blockchain
Sobre la base de esta tecnología ya se están empezando a imaginar/experimentar posibles aplicaciones: monedas y sistemas de pago ajenos a los bancos (p.j. bitcoin), registros de la propiedad distribuidos, defensa y gestión de derechos de propiedad intelectual, voto electrónico, contratos inteligentes, trazabilidad de materias primas, gestión de los datos personales…
En todas ellas, le existencia ese «registro distribuido y seguro», de esa «blockchain», supone una garantía de que las cosas son como decimos que son. Una garantía, además, mejor que la que cualquier «intermediario» pudiera darnos. Y de hecho la idea es que sobre la base de esa garantía es posible ejecutar acciones (p.j. hacer una transferencia de dinero en el mismo momento en el que se confirma la transacción) de forma automática y segura.
¿Realmente es para tanto?
Después de leer unas cuantas fuentes, la sensación que tengo es de que, siendo una tecnología potencialmente interesante, todavía le queda mucho por demostrar en la vida real. Quienes la defienden a ultranza y la venden como una «gran revolución» se dejan llevar, en mi opinión, por una mezcla de tecnofilia acrítica y utopía militante («Redes gobernadas sin reyes, sacerdotes, élites, empresas o masas. Redes gobernadas por cualquiera que tenga mérito para la red»). La descripción de las aplicaciones y ventajas peca de cierta ingenuidad, obviando en términos generales las dificultades y problemas de su aplicación en la vida real, como en una fase «expansiva» de un proceso de brainstorming. Y de hecho, algunos dicen que viene a resolver «un problema que nadie tiene».
Y a esto, claro, hay que añadirle la recua de gurús, consultores, medios de comunicación e instituciones formativas que se están subiendo al carro del hype, alimentando el «pico de expectativas sobredimensionadas«. ¿Qué quedará del blockchain, y cuál será su impacto real? Tendrán que pasar unos cuantos años para que podamos valorarlo…
Huelga decir que yo no soy ningún experto, y que ver dos vídeos y leer tres artículos no me convierte en uno. Pero a veces sí es suficiente para hacerse una «composición de lugar» y, cuanto menos, disponer de una base sobre la que seguir profundizando. En ese sentido me gustó bastante este documento del Parlamento Europeo («How blockchain technology could change our lives» (PDF)) que hace una aproximación bastante asequible y ponderada al blockchain y sus potenciales usos, pero también a sus problemas y limitaciones.
PD.- Gracias a Alfonso Romay, Jaime Buelta y José Luis Orihuela por sus «pistas» en twitter que me permitieron ir tirando del hilo.