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Así me gusta a mí

En las últimas semanas he empezado a abrir «posibilidades de colaboración» con distintas personas / empresas. Es decir, he empezado a sembrar, a explorar… en fin, como suelo decir, a «mover el árbol» para hacer que las nueces empiecen a caer. Es un proceso pausado, no tengo prisa, y prefiero hacer las cosas bien y asegurarme de que hay una buena sintonía antes de meterme en «fregaos».
En este sentido, le escribía un mail a una persona donde de alguna manera le exponía mi forma de ver las cosas:

Mi rol, por tanto, lo vería más como «una persona con la que colaboramos cuando surgen este tipo de proyectos» antes que decir que soy parte de la empresa. Si surge una oportunidad me dais entrada sin comprometeros con el cliente, de forma que sea yo quien valore si soy capaz de ayudarle o no, en qué condiciones… pactamos una distribución de los fees, el cliente es vuestro, trabajo con vuestra marca si queréis… pero siempre manteniendo mi independencia de criterio.
En ese sentido, yo siempre voy a querer tener el control sobre en qué proyectos me meto y en cuáles no. Yo voy, escucho al cliente, le hago mis planteamientos… pero en última instancia no voy a meterme en proyectos que no me convenzan, independientemente de que como empresa os interese más o menos (por facturar, por «tenerle contento»…). Esa es la típica presión de empresa consultora que, hoy por hoy, no me interesa.
A nivel filosófico, como regla general, a mí no me gusta «sobrevenderme». Tengo la experiencia que tengo, he trabajado en los clientes en los que he trabajado… No voy a contarle a nadie que he hecho proyectos que no he hecho, ni a decir que conozco cosas que no conozco, ni que tengo un equipo que no tengo. Creo que aporto suficientes cosas por mí mismo como para tener que «adornarlas»; con 23 años igual era necesario, pero con casi 40 creo que ya no.
Me da la sensación, mientras he ido escribiendo esto, de que es muy posible que haya cosas que no te encajen. Precisamente por eso creo que es importante que lo pongamos encima de la mesa desde el principio con toda la claridad, y así podamos ver por dónde podemos enfocar esa posible colaboración. Y si no encontramos el punto pues no pasa nada, claro; mejor saberlo al principio que una vez metidos en algún compromiso.

A medida que iba escribiendo, se me mezclaban varias sensaciones. Por un lado, la satisfacción de verbalizar algunas cuestiones que para mí son relevantes. Por otro, cierto «miedo» a estar viniéndome demasiado arriba («parece que estoy poniendo condiciones»). Pero en última instancia… sí, joder, eso es precisamente lo que estaba haciendo. Poner condiciones. Dejar claro cómo soy, cómo quiero trabajar, con qué me siento a gusto y con qué no. Si esto deriva en una colaboración, habré sentado las bases de su buen funcionamiento (y podré decir «ojo, esto no es lo que habíamos hablado» si la cosa se empiece a torcer). Y si por «ponerme farruco» esta posibilidad no cuaja… estupendo, tendrá que ser así. Como decía HomoMínimus hace poco… «Olvídate de seducir a tu público. Cambia de público. Encuentra un público que venga seducido de casa.»

«Elige un camino que genere resplandor en tu espíritu. Síguelo día y noche, bajo el sol y bajo la lluvia, en la pobreza y la riqueza, en la salud y la enfermedad. Tras muchos años en soledad, un día te encontrarás con que mucha gente quiere caminar a tu lado»

Pues eso. A mi manera… o carretera. Y al que no le guste, que no mire.

2 comentarios en “Así me gusta a mí”

  1. Justo el otro día escuchaba un podcast sobre el tema de las expectativas. En ese caso sobre los productos. Y el autor abogaba por sobreprometer pero de manera que puedas cumplir de una forma plausible con lo prometido.
    En lo del propio camino, estoy parcialmente de acuerdo. Sí, tu propio camino pero no cualquier camino.

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  2. Qué bueno, lo podría haber escrito yo misma. Una cosa así busco para mí, pero en otro campo al tuyo. Creo que en realidad es una ventaja muy grande tanto para ti, porque es la manera de funcionar mejor y sacar todas tus aptitudes a flote, y para la empresa, porque alguien que tiene libertad de hacer lo que mejor hace, va a realizar un gran trabajo. Y eso se traduce en beneficios.

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