Mantener el contacto ERA fácil
Mantener el contacto con tus amigos era fácil cuando todos estabais en el colegio.
Al fin y al cabo, no había que hacer nada. Uno simplemente iba a clase, y allí compartía tiempo y espacio con ellos.
Y si no, os veíais cada fin de semana, porque era lo que uno hacía los fines de semana.
El contacto no había que mantenerlo. Simplemente sucedía.

Pero las cosas se complican cuando uno se hace mayor.
Resulta que vas coleccionando grupos de amigos: los del colegio, los de la universidad, los del colegio mayor… los del primer trabajo, los del segundo trabajo, los de clase de fotografía, los de internet, los de…
Con la mayoría de ellos, compartes tiempo y espacio durante una época… pero luego no. Cada uno vive en un sitio, trabaja de una cosa.
Y tú cada vez tienes menos tiempo. Las responsabilidades profesionales, la familia, mantener tu casa…
La inercia que durante un tiempo os juntaba, ahora os separa. Si no haces nada para remediarlo, las relaciones se enfrían, se alejan… y acaban siendo un recuerdo del pasado.
Y qué pena, oye.
Cosas que puedes hacer para mantener el contacto
Como digo más arriba, la inercia es poderosa. Y si no pones de tu parte, la mayoría de tus relaciones sociales se acaban diluyendo como azucarillos.
Es muy difícil, por no decir imposible, mantener todas tus relaciones al 100% de intensidad, como si volvieses a ser pequeño y estuvieses todo el día conviviendo con tus amigos.
Pero eso no quiere decir que debas rendirte y dejarlas morir.
Hay una serie de cosas que puedes hacer (de manera consciente e intencionada) para sostener esas relaciones en el tiempo. Si no al 100%, si a una intensidad suficiente como para que puedas disfrutarlas.
Aquí van algunas ideas:
- Un clásico: felicitar el cumpleaños. O las navidades, o el año nuevo. Son fechas señaladas en las que a todo el mundo le gusta que se acuerden. Eso sí, si vas a hacerlo… procura personalizar un poco tu mensaje, hacer un guiño al pasado… que no sea un simple «felicidades», o un meme de copiar y pegar.
- Recuerdos y efemérides compartidas: aprovechar el aniversario de algún evento que compartisteis… un viaje, una anécdota, un proyecto… El desencadenante puede ser muy variado: pasas por un sitio que te genera el recuerdo, o te salta una foto en tus redes sociales de «tal día como hoy hace X años», o revisando tus papeles te encuentras unas notas, o en una conversación con un conocido común sale su nombre…
- Aprovechar noticias genéricas relacionadas con la otra persona. Por ejemplo si ves publicado en prensa alguna noticia sobre su empresa, o sobre su sector… o que sale su pueblo en la prensa… «vi esto, y me acordé de ti».
- Reacciones a sus publicaciones en las redes sociales: las redes sociales pueden ser un coñazo. Pero también te dan la oportunidad de mirar por una rendijita a la vida de los demás. Aprovechar esas publicaciones en redes sociales para mantener el contacto es una buena opción. Y no se trata solo de darle un «like» intrascendente, sino de aprovechar para mandar un mensaje, estirar la conversación, aportar algo de valor…
- Dar seguimiento a cosas que sabes de la otra persona: por ejemplo, si sabes que hizo un viaje… ¿por qué no preguntar al cabo de unos días qué tal le fue? Si sabes que estaba pendiente de presentarse a un examen… ¿por qué no interesarse sobre qué tal le fue? Si sabes que iba a empezar a dar clase en algún sitio… ¿por qué no preguntar qué tal la experiencia?. Si sabes que sus hijos estaban enfermos, ¿por qué no preguntar qué tal están? Entre las conversaciones previas que hayas tenido, la información que se comparte en redes sociales… tienes muchos hilos de los que tirar.
- Aportar valor: lees algo que crees, por los intereses de la otra persona, que le puede resultar útil… ¿por qué no aprovechar para enviárselo? «Leí esto y por lo que me contaste la última vez pensé que te podría gustar», «he conocido a esta persona y creo que os podéis ayudar mutuamente».
- Pedir ayuda (de bajo compromiso). No se trata de pedir el gran favor de la vida, sino de apoyarte en los conocimientos de la otra persona para generar un poco de conversación. Cosas del tipo «voy a ir de viaje a tu ciudad, ¿se te ocurre algún sitio chulo para comer?», o «he empezado a leer sobre este tema en el que tú eres experta, ¿me podrías recomendar un libro que merezca la pena para iniciarme?». Preguntas y peticiones que no pongan en un compromiso, que reconozcan el valor que la otra persona te puede aportar y que no les cueste apenas nada satisfacer.
- Buscar una actividad conjunta: puede ser un club de lectura, una liga de fútbol fantasy, colaborar en un proyecto… cualquier excusa que os dé un espacio común (presencial u online) para relacionaros a pesar de la distancia.
Como verás no estoy hablando de cosas rarísimas. En realidad son comportamientos y conversaciones que, si estuvieses compartiendo tiempo y espacio con esa otra persona, saldrían de forma natural.
De hecho, son cosas que probablemente ya te suceden; te acuerdas de esa persona, y si la tuvieras al lado le harías un comentario casual. El problema es que no la tenemos al lado, y nos da pereza mandar un mensajito. Y así, con cada mensajito que no enviamos, nos alejamos más y más.
La tecnología viene en tu ayuda
Todas estas recomendaciones suenan bien.
Sin embargo, es fácil olvidar los detalles. Tenemos muchos conocidos, les pasan muchas cosas.

Por eso la tecnología puede ser muy útil como apoyo.
- Ayudándote a mantener notas sobre las personas a las que conoces: ¿de qué temas interesantes hablasteis la última vez? ¿cuáles son sus intereses? ¿y sus circunstancias?
- Recopilando ideas para mantener el contacto: quizás estés leyendo algo interesante, y te acuerdes de alguien a quien poder enviárselo… puede que no lo hagas en el momento, pero está bien apuntárselo para hacerlo posteriormente.
- Generando recordatorios para contactar en el futuro: desde las alertas de cumpleaños a «dentro de tres meses preguntarle a menganito por su tema». Así, simplemente cuando llega el día lo recuerdas y actúas.
- Y, por supuesto, sirviéndote para conectar: una llamada, un vídeo, un mensaje, una foto…
Cuestión de naturalidad
Hay gente que, cuando lee este tipo de recomendaciones, arruga la nariz. Les parece que esto es «forzado», «antinatural», «artificioso». Que si no surge de manera espontánea, entonces está mal.

El problema, como decía antes, es que es muy difícil que surja la espontaneidad cuando no pasas tiempo junto a alguien.
O pones de tu parte, o esa relación se muere.
¿Significa eso que tienes que convertirte en un robot sin sentimientos que solo se relaciona con los demás a golpe de recordatorios? ¡No! De lo que se trata es de apoyarse en unos hábitos y rutinas para complementar lo que la distancia y la inercia se llevan por delante.
En cierto modo, es como si te resistes a ponerte gafas cuando vas perdiendo visión porque «no es natural». ¡De lo que se trata es de ver bien! Por supuesto que sería ideal tener una vista perfecta durante toda tu vida, pero no suele ser así… ¿no será mejor ayudarse de unas gafas para seguir viendo que renunciar a ver?
Por el interés te quiero, Andrés
Otro aspecto que a la gente le suele chirriar de esto de mantener el contacto es que puede resultar «falso». Que solo buscas «mantener el contacto» pensando en tu propio interés, en que en algún momento del futuro vas a sacar provecho de esa relación.
Y mira, posiblemente haya quien lo enfoque así.
Pero que haya quien lo pervierte así no significa que tú lo hagas.
No se trata de mantener el contacto con gente que te cae mal para sacarle provecho; se trata de mantener el contacto con gente que te cae bien para evitar que ese contacto desaparezca.
¿Que en el futuro ese contacto te puede ser útil? ¡Pues mira qué bien! Personalmente no le veo ningún problema a eso. A mí se me hace mucho más fácil hacerle un favor a un amigo al que conozco y aprecio que a un desconocido cualquiera.
Lo que pasa es que para llegar a ese punto de confianza hay que cuidar la relación durante bastante tiempo, sin esperar nada a cambio.
Es decir, que primero está la relación.
Genuina, desinteresada.
Mucha gente se equivoca cuando, de buenas a primeras, te viene pidiendo favores. O cuando, después de años sin hablarte, aparece a pedirte cosas. Ahí sí que chirría, y genera rechazo.
Pero si un amigo con quien tienes una buena relación te pide un favor… ¿te causa rechazo? ¡Si posiblemente seas tú quien se lo ofrezca en primer lugar!
Manteniendo el jardín de tus relaciones sociales
Alguna vez he escuchado referirse a tus relaciones sociales como las plantas de un jardín.

Puedes dejar que tu jardín crezca por sí mismo, sin orden ni concierto. Lo que salga, sale, y lo que no, pues no. Las plantitas que vivan pues perfecto, y las que se mueran pues se dejan pudrir.
En términos de relaciones sociales, equivale a llevar tu día a día relacionándote con las personas con las que compartes tiempo y espacio, dejándote llevar. Y las que no… pues oye, cosa del pasado y la nostalgia.
La otra alternativa es poner de tu parte, y dedicar tiempo a sembrar semillas, a regar y nutrir las plantas, a cuidarlas… y tener el jardín como tú quieres tenerlo.
Requiere un poco más de esfuerzo, pero el resultado no tiene nada que ver.