Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí


¿Educados o pringaos?

Esto pasó hace ya unos cuantos meses. Mi hijo (3 años) y yo estábamos esperando turno en la peluquería. A nuestro lado, otro padre con otro hijo de edad similar. Pasa el tiempo, los niños se inquietan… y la peluquera les da un par de Sugus. Mi hijo lo abre, se lo mete en la boca, y tira el papel a la papelera; «muy bien, Pablo, los papeles a la papelera». El otro niño lo abre, se lo mete en la boca… y tira el papel al suelo.
Me le quedo mirando, y el niño me sostiene la mirada sin atisbo de problema ninguno. Miro al padre, que no levanta la mirada del periódico. Y entonces va mi hijo, se agacha, recoge el papel tirado por el otro niño, y lo tira a la papelera.
En ese momento, me invadió una sensación agridulce. Por un lado, «orgullo y satisfacción» por mi hijo. Por otro lado, la duda de si no estaremos haciendo de él, educándole para que haga «lo que está bien», un «pringao». Porque el otro niño hizo lo que le salió de las narices, nadie le dijo nada y encima el que «pringó» fue el mío. Y si no lo hubiera hecho, el papel seguiría tirado en el suelo.
Si lo extrapolamos al comportamiento adulto, uno tiene a veces la sensación de que hacer «lo que está bien» (pagar impuestos, respetar las normas de circulación, procurar no molestar a los vecinos, no ensuciar la calle, proporcionar un trato justo a colaboradores o empleados, trabajar honradamente, etc.) no compensa. Porque ves a muchos que no lo hacen, y a los que les va estupendamente. Y no sólo eso, sino que al que «hace las cosas bien» le toca suplementar lo que los otros han dejado de hacer, o sufrir las consecuencias. Si eliminamos las religiones de la ecuación (con su inapelable «si eres bueno irás al cielo» o «si eres malo te reencarnarás en boñiga de vaca»… cuán largo me lo fiáis), parece que «ser bueno» no acaba de compensar.
Y es que la sociedad en su conjunto es demasiado tolerante con comportamientos antisociales. Poca gente, a nivel individual, se atreve a afear una conducta; principalmente, porque las consecuencias pueden ser muy desagradables y nadie te va a proteger frente a ellas. Lo fiamos todo a las instituciones (llámese justicia, policía, inspección), pero tienen tan pocos recursos que simplemente no llegan a ejercer una tutela efectiva. ¿El resultado? Que aquí cada uno hace lo que le da la gana, y no pasa nada.
De ahí mi paranoia, de pensar si por enseñarle a «hacer lo correcto» le estoy condenando a ser un «tolili» mientras que otros viven mejor y se aprovechan de él. En fin, cosas del viernes por la tarde.

32 comentarios en “¿Educados o pringaos?”

  1. Raúl, lo estás haciendo bien. El que lo hace mal es el otro.
    No podemos rendirnos en la educación de nuestros hijos, porque la rendición lleva a situaciones como la bochornosa foto que está siendo la noticia de hoy y que nos está avergonzando internacionalmente.
    La sociedad es tolerante porque muchos individuos lo son, aunque más que tolerancia yo hablaría de despreocupación.
    Cada uno va a lo suyo pero luego exige a la «sociedad» soluciones a los problemas que ha generado: ese padre que permite que su hijo tire el papel se quejará de lo sucia que está la peluquería; ese padre que no establece a sus hijos unas normas se quejará de lo mal que está la educación y culpará a los maestros.
    Tu hijo no será un pringado, será un cuidadano responsable que exigirá sus derechos desde la legitimidad que da cumplir con sus obligaciones.

    Responder
  2. Sí, sí… será el «vencedor moral», vale. Pero eso de la «victoria moral» ¿no es una racionalización del perdedor? ¿Es mejor exigir (pero no conseguir) derechos con legitimidad, o apropiárselos y disfrutarlos aunque no se tenga esa legitimidad?
    La cuestión es, en una sociedad que es «despreocupada»… ¿ser una persona «preocupada» hace que vivas mejor o peor? Vale, está el argumento de «dormir bien por las noches». Pero estoy convencido de que los problemas de «conciencia» sólo les pueden aparecer a quienes les han educado con esa conciencia. Si no, duermen a pierna suelta aunque sean unos cabrones con pintas.

    Responder
  3. Cómo me ha gustado leer este post… un viernes a esta hora…
    Yo me pregunto las mismas cosas que tú. En la circunstancia de los papeles en la papelera, en la de correr o gritar en los sitios en los que no se debe y en otras muchas más.
    No serán pringados. Serán personas de bien.

    Responder
  4. No desesperes. Tú estás haciendo lo correcto.
    Estoy convencida de que ser buena persona a la larga compensa. Tal vez no con recompensas muy materiales (es posible que el que defraude a Hacienda tenga un coche más grande) pero quizá con tu coche pequeño seas más feliz.
    No sé si me explico… (y por esta vez no estaba haciendo apología de smart 😉 )

    Responder
  5. Pues yo creo que es algo muy español y difícil de cambiar, y no me refiero al hecho de que haya «listos», que los hay en todas partes, pero en España los «listos» van de cara y hay gente que hasta les aplaude.
    Eso se nota en el mismo mobiliario urbano, que tiene que ser «antivandalismo». Cuando se asume el vandalismo como algo tan común que requiere que el mobiliario urbano sea especial… mal vamos.
    No es que en otros paises no haya vandalos, es que en otros paises ni los vandalos se atreven a romper según que cosas y según donde. En España esas cosas se llaman «gamberradas».
    En amigo lo explicaba muy bien, en Alemania cada Alemán es un policia, y como vayas por la calle en bici y se te ocurra saltarte un semaforo en rojo, empezaras a oir a la gente llamandote de todo. En España tu puedes contar en el bar tranquilamente y en voz alta como has estafado a Hacienda, y habrá alguno que te aplauda.

    Responder
  6. bueno, yo procuro tirar la basura a mi hora, intento no armar escándalo a las 11 de la noche o a las 8 de la mañana, aparco el coche ocupando un hueco tal que no merme medio por delante y medio por detrás y quepa otro coche más, pongo las tildes cuando escribo, saludo a las viejas y pido permiso para entrar si no es mi sitio, hablo de usted a mis suegros (son muy mayores), en fin, que tengo un poco de educación aunque a veces suelte pestes cuando me cabreo, pero estoy contento conmigo mismo y que les den por culo a los maleducados jeje
    quizá aquel chiquillo aprendió de tu hijo que los papeles a la papelera, ya que no lo aprendió del ceporro de su padre.

    Responder
  7. No sé si seremos unos pringaos, pero aunque en ocasiones me hierva la sangre como a ti ante esas situaciones, en general uno vive mejor siendo un pringao que un mal educado.
    De todas maneras, tu hijo es un crack. Lástima que el padre del otro no estaba atento, hubiera sido un OWNED gigantesco 😉
    salu2

    Responder
  8. En fin, en el fondo da igual. Quiero decir, que yo le voy a educar sólo de una manera, la que sé, la que va conmigo. Seguro que no es perfecta, que heredará algunos «bugs» tanto genéticos como conductuales, aunque intentaré que sean los menos posibles. Que sean gente de bien y gente de provecho, aunque tendrán que sufrir a mucha mala gente y mucho aprovechado. En fin, como declaración de intenciones no es mala 🙂
    Me ha gustado lo de que cada alemán es un policía. Eso es lo que nos falta a nosotros: no sólo no somos policías (que no actuamos), es que hay muchos a los que ni siquiera les parecen mal las cosas que se ven por ahí.

    Responder
  9. Hay que ser educado pero también aprender a marcar un límite. Seguro que a más de uno nos han dicho o hemos escuchado la frase: «es que de lo bueno que eres, eres tonto».
    La clave está en saber encontrar el equilibrio entre «ser educado / bueno» sin dejar que a uno le pisen por serlo.

    Responder
  10. Estimado Raúl, quizá sea un razonamiento sencillo: si estás educándolo en valores, sin duda es porque para tí son buenos. Si son buenos, has de mantenerlos y transmitirlos por una mínima coherencia (otro valor).
    Si consideras que la «ventaja competitiva» es mayor para quien no posee esos valores, quizá debas cambiarlos, aunque sospecho que si no lo haces es porque entiendes que en otras áreas de la vida, e incluso en esas de la competitividad, la ventaja es realmente para quien mantiene esos valores que transmites a tu hijo.
    Sin hablar de religiones, como has propuesto, en realidad has planteado a mi modo de ver una comparación entre valores absolutos y relativismo. Yo opto por los primeros, y que cada cual acepte, imagine o decida cuál es la base y el sentido de esos valores para sí mismo: Dios, humanismo, mejora continua… 😉

    Responder
  11. Hola
    En relación con este tema me ha venido a la mente que los expertos en economía ya están diciendo que la subida de impuestos provocará una mayor economía sumergida.
    Aquí sin duda el estado no nos pone las cosas fáciles, más bien todo lo contrario, para ser unos buenos ciudadanos y en este caso, como explica Raúl, el no serlo da una ventaja competitiva. Es más a casi todos nos parece en cierta medida correcto un cierto grado de fraude, pues reconozcamoslo el estado últimamente está depredando de forma extremadamente agresiva a sus ciudadanos sin hacer un uso responsable.
    Tirar los papeles al suelo cuando tienes una papelera al lado, no te cuesta esfuerzo ninguno, … está claro que no tiene disculpa. Pero, ¿que opináis de los impuestos?.
    Saludos,

    Responder
  12. Hacer las cosas bien no tiene ninguna ventaja pero es la única manera de hacerlas si te han enseñado así.
    Lo que te pasa a tí nos pasa a muchos. En todos los ámbitos y, sobretodo, en el laboral.
    Hace poco en uno de los blogs que suelo leer (http://bracecooper.blogspot.com/) su autor contaba su desesperación ante la desvergüenza de sus compañeros de trabajo y documentaba su queja con fotos. Es el mismo problema y tiene difícil solución (se llama educación y no es muy popular por aquí).
    Creo que no estás convirtiendo a tu hijo en un primo, lo estás educando para que sea capaz de convivir. Otros se aprovecharán de su educación pero no convivirán de la misma manera.
    A todos los que pensamos como tú nos educaron en esos simples valores que hacen más fácil el estar en sociedad. Si alguien se aprovecha de ello es su problema.

    Responder
  13. Creo comprenderte porque a mí me pasa algo parecido. Además les machaco en exceso con «eso no se puede» etc. mientras otros, en sus narices, se salen con la suya.
    No paro de darle vueltas a la cabeza para encontrar la fórmula de transmitir los valores de la «corecta educación» sin que se aprovechen de ellos.

    Responder
  14. Cuando sea algo mayor, quizás puedas explicarle que recoja sus papeles pero no lo de los demás, pero de momento creo que has hecho lo correcto.
    A mí también me fastidian estos temas, y eso que yo no tengo críos… pero ves como educan algunos a sus hijos y da miedo…
    Suponiendo que a ti te han educado de forma similar a como lo estás haciendo tú con tus hijos, la pregunta es: ¿eres feliz?
    Pues educa igual a tus hijos. Todos nos podemos sentir unos pringaos en un momento dado…

    Responder
  15. El mundo funciona por que está repleto de «pringaos», que no te quepa duda (aunque esto parece que lo dijera un caradura) 🙂
    En este artículo y en sus comentarios tienes un claro ejemplo. Tú eres un pringao y tus comentaristas también lo son por lo que dicen. Yo también soy un pringao e intento que mis hijas también lo sean. Pero, siempre hay un pero, creo que todos los pringaos del mundo tenemos que intentar que los que se aprovechan de nuestro pringue colectivo se jodan siempre que se pueda. Ocasiones hay muchas, no las desaprovechemos, es por el bien colectivo y por nuestro propio bien. No sé si así conseguiremos que solo haya pringaos en el universo (con lo que la comparación dejaría de ser válida y el concepto de pringao también), pero si no se hace por eso, al menos por darse el gusto.

    Responder
  16. Vaya… Llevo un rato intentando (sin éxito) encontrar un viejo flash muy ilustrativo sobre algo parecido a esto: cómo conducir.
    En esencia es lo mismo, aquel que se atreva a respetar todas las normas de circulación, incluido eso de los 50 metros de distancia de seguridad, o lo de efectuar las maniobras de aparcamiento con suavidad, acaba siendo un estúpido frente a los restantes conductores. Parece que «lo normal» no deja de ser lo «incorrecto»; pero «como todo el mundo lo hace»…
    Por cierto… Esto mismo de que «como todo el mundo lo hace» parece que ha sido el «paraguas» bajo el cual nos ha tocado sufrir (sin comerlo ni beberlo) la crisis. Una mera cuestión de inversores bursátiles que hacían lo que les daba la gana, dentro o no de los márgenes legales, con el único objetivo de ganar dinero, por supuesto, porque «como todo el mundo lo hace»…
    A mí también me asalta a veces tu misma pregunta y es que, cuando uno intenta educar a sus hijos, como tú a los tuyos, y se encuentra en situaciones similares a las que comentabas, te enfrentas a la disyuntiva sobre si darles una «educación formal» o darles una «educación para la ciudadanía»… esto… «educación para la sociedad».
    Quizás, la iniciativa (por llamarla de alguna manera) de S.M. J.C. sobre el gran pacto de educación pueda ser útil como base; pero sigo diciendo que, con los horarios de trabajo y las exigencias profesionales de hoy día, los padres, quienes de verdad tienen que educar, realmente, ni educan ni tienen tiempo siquiera para estar con los hijos.
    Y con estos mimbres, pocos cestos se pueden hacer.

    Responder
  17. Bueno, es la vieja historia… Es más fácil no cumplir las reglas, que cumplirlas. Cumplirlas requiere un esfuerzo (tirar los papeles, ser justo con tus empleados, no defraudar a Hacienda). No cumplirlas implica no tener que hace ese esfuerzo, que ya lo hará otro… Yo, sin embargo, opino que uno debe hacer lo que cree que debe hacer, sin mirar demasiado a los demás. En el fondo consiste en estar a gusto con uno mismo. Sí, ya se que el que defrauda a Hacienda está muy a gusto consigo mismo, y con su Mercedes. Y hasta seguro que tiene alrededor algúnos que le rien la gracia. Y se sale con la suya. Muchos mangantes se salen con la suya, y te lo cuentan, como si fueran más listos que el resto. no vamos a descubrir nada nuevo en este país, ¿no?
    Para mi, no consiste en recoger siempre los papeles que tira otro. A veces habrá que hacerlo, otras sin embargo será mejor dejarlos en el suelo y decirle a tu hijo en voz alta «Ves, hijo, eso es lo que no se hace, porque la peluquería se ensucia, y aquí estamos todos». Quizá ese padre se avergüence, o quizá no. Si se los recoges y callas, seguro que no.
    ¿Cumplir las reglas siempre, no cumplirlas nunca…? En mi opinión, valorar, y hacer en cada momento lo que crees que debes hacer, sin preocuparte mucho de lo que hacen los demás. Entre otras cosas, porque si no te quemarías… Es lo que intento enseñar yo a mis hijas…

    Responder
  18. Está claro que tu hijo y tu, hicisteis lo correcto, pero desgraciadamente muchas veces pienso que ¡a la mierda todo!
    Cuando este país sea una auténtica casa de locos, a lo mejor, nos daremos cuenta de que es mejor hacer las cosas con educación y respeto al otro.

    Responder
  19. Muy bueno el post y los comentarios. Muy interesante.
    Creo que a todos en algun momento nos ha dado por pensar en esto y plantearnos que realmente estamos siendo unos pringados por ser buenos, sinceramente no me considero creyente ni nada de eso, pero no se, me gusta pensar que cada uno recibe su merecido tarde o temprano y aunque no fuese asi, me siento bien siendo como soy.
    Animo!

    Responder
  20. Yo creo que estás haciendo bien, más que nada, por una cosa: porque si los que intentamos hacer lo correcto nos cansásemos y empezásemos a hacer lo incorrecto al final sólo quedaría gente haciendo lo incorrecto y el mundo se acabaría 😉
    Por suerte, los que intentamos hacer lo correcto estamos tan seguros de que eso es lo bueno, que siempre intentamos «evangelizar» a los demás. Y a alguno convencemos. Y con un poco de suerte algún día seremos más que los otros. Porque los que hacen lo incorrecto sólo piensan en sí mismos y pocos te intentan convencer de que obres como ellos (sí, sé que también los hay).
    Sigue así, porque al final acabas descubriendo que no estás sólo en tu isla…

    Responder
  21. Me recuerda a la peli «1 franco, 14 pesetas» cuando van los españoles en el tren y tiran el papel del bocadillo al suelo.
    Se levanta una anciana, lo recoge y lo tira a la papelera sin decirles nada.
    Los españoles no volvieron a tirar un papel al suelo.
    Yo no me siento una pringada por pagar mis impuestos, reciclar e intentar comprar productos ecológicos y de comercio justo, puede que no viva lujosamente pero estoy contenta conmigo misma, seguramente más que aquel empresario que les hace trabajar una hora más al día a sus empleados para pagarles la seguridad social mientras tiene el garaje lleno de coches de lujo.

    Responder
  22. Solamente una frase para el recuerdo. . .
    me lo decía tu abuelo muchas veces » En esta vida, el que tiene educación, es el que debe demostrarla «

    Responder
  23. Bueno. Creo que DEBEMOS DIFERENCIAR ENTRE CONDUCTA INDIVIDUAL Y CONDUCTA SOCIAL.
    En el plano individual, cada uno «hace lo que ha mamao», y no por eso el hacer las cosas bien es de ser un «pringao», más bien es por ese sentimiento del que hablabas: orgullo y satisfacción. Por haberlo hecho bien, no por dar ejemplo ni esperando que el otro lo haga.
    Ahora bien, en la conducta de una sociedad, las instituciones como la escuela o la policía deben «educar» y «dar ejemplo», y el resultado debería ser que entre todos hagamos las cosas mejor.
    Son dos tipos de educación diferentes, en la primera la cosa debe ir con uno mismo, y en la segunda… algo así como «sálvese quien pueda», ya que siendo como somos los españoles en general, eso del civismo, de pagar todos los impuestos por el bien de todos, y demás asuntos de cultura y sociedad; lo tenemos crudo.
    Haz de tu hijo una persona íntegra, haz que tu hijo sea por si mismo una persona íntegra, hagamos de nosotros mismos personas íntegras. No nos dejemos llevar por lo que otros hacen mal, y tampoco por tendencias estúpidas y populistas de esta sociedad chominista y «maleducada»

    Responder
  24. Estoy de acuerdo con Darco y en tu razonamiento hay dos errores:
    Porque ves a muchos que no lo hacen; falso, los ves pero no son muchos, CANTAN MUCHO, que no es lo mismo.
    y … les va estupendamente; falso, eso es una apreciación subjetiva y errónea, PARECE que les va bien, pero no es así, te lo aseguro, se disfrazan bajo una normalidad, que no es real.
    Por todo lo demas ¡enhorabuena! Bienvenido al 99% de pringaos, o si lo prefieres, comprometidos.
    ¡Salud y buenos alimentos!

    Responder
  25. @Matriz del Matiz Cuando leí al final de tu comentario la palabra «chominista» pensé que simplemente era una confusión de teclas (la uve no está lejos de la eme). Pero una búsqueda en Google me dejó alucinado al ver la cantidad de gente que escribe «chominista» en vez de «chovinista» (chauvinista).
    Buscando acepciones de la palabra me quedo con dos encontradas en los comentarios, al final de un artículo del Correo Digital:
    http://servicios.elcorreodigital.com/vizcaya/foros/read.php?v=t&f=120&i=166011&t=166011
    – CHOMINISTA : Dícese de aquel al que le gusta el CHOMINO, También denominado CHUMINO, o,
    – pregúntale a Txomin, a ver que dice. Que igual él sabe algo… XDDD
    Un saludo 😉

    Responder
  26. Raúl,
    no te quepa la menor duda que lo estás haciendo bien. El día que te rindas (y nos rindamos todos) a creer de otra forma; el país entero se irá a la mierda.
    Y lamentablemente, te lo digo con conocimiento de causa. Me fui de Argentina precisamente por esto.
    Cuando ya todo el mundo cree que da igual, que no se puede hacer otra cosa. Que nadie es responsable de sus actos (tirar papeles al suelo, levantar las mierdas de sus perros, etc…), no existe futuro.
    Y la conducta y el reflejo de una sociedad, está en estas pequeñas cosas que la hacen grande. Y lo creas o no, España está muuuuuy lejos de Argentina en eso. Precisamente porque hay gente como tú, que se preocupa de escribir un post acerca de esto. Porque le duele en el corazón. Como a mí.
    Un abrazo
    Emiliano Perez Ansaldi

    Responder
  27. Hace un tiempo, escribí esto en mi blog, que aunque es un poco radical, va en la misma línea:
    «El problema que vengo a contarles aquí gira en torno a la indefensión a la que se ve sometido a menudo el individuo civilizado y dialogante en -y de- la vida moderna, ese sujeto que rechaza recurrir a la violencia, que cree firmemente en el uso de la razón y en la palabra como herramienta de solución de conflictos. Esto es fácil de ver en muchos ambientes, incluso en los niños; si un niño insulta al otro, se asume que el agredido verbalmente no va a soltarle una leche al primero, sino que o le ignorará o a lo sumo le devolverá el insulto; eso es lo que está bien visto. El primero puede seguir, pero en última instancia, la «víctima» tendrá que ignorarle, lo que significa que: Dong!, set y partido para el matón y tocapelotas, que es además el que se lleva toda la «diversión».
    Si esto lo llevamos al extremo, el problema se puede ver representado en la segunda parte de La Naranja Mecánica, cuando el protagonista ha sido sometido al tratamiento de rechazo instintivo a la utilización de la violencia, lo que le deja en un estado total de indefensión frente a otros que sí hacen uso de ella. Aunque las condiciones psicológicas y sociales del personaje en la película no son directamente extrapolables al mundo real, sí es cierto que muchas personas son educadas en el total y absoluto repudio irracional de la violencia, incluyendo los extremos en los que ésta está fundamentada en la defensa propia -ya saben lo que se dice: la violencia engendra violencia.
    La realidad es que el mundo espera que si dos capullos en una moto te mojan el pantalón porque a ellos les parece divertido, te comportes como un ser civilizado incluso mientras se ríen y burlan de tí, y no recurras, como decía el otro día, a alguna medida de violencia física para proteger tu persona contra una agresión tanto psicológica como física. El problema es que de este modo, aquellos que hacen un uso gratuito de la violencia y a través de ella abusan de otras personas educadas, salen una vez tras otra indemnes, sabiendo que están protegidos por unas reglas sociales y unas convenciones de comportamiento que no sólo ellos no admiten sino que además actúan como mecanismos inhibidores de actitudes de defensa para la víctima, resultando de este modo perjudiciales para ella.
    Y eso es todo. Una cuestión adicional -pero fuera del ámbito de esta entrada- es que a veces, en individuos puntuales, la repetición de este tipo de situación
    es reprimidas provoca que se vaya lentamente tensando lentamente la cuerda, hasta que un buen día a esa buena persona -hasta ese momento- «se le tuerce la castaña» y su siguiente aparición es en las noticias, sección de sucesos, aunque en opinión de todos sus vecinos fuese una persona normal y muy educada, que siempre daba los buenos días. Pero bien, como digo, esa es otra historia.»

    Responder
  28. Es una gozada leer tus artículos y los comentarios que levantas. Se puede (y se debe) seguir siendo optimista y creer en la bondad de las personas, el resto son gentuza malvada.
    A mí mi padre, que no era especialmente religioso, me enseñó que: «Dios premia a los buenos y castiga a los malos, y no hace falta morirse ni ser creyente para comprobarlo». Te puedo asegurar que tenía razón, como tus lectores.
    Yo también soy un pringao ¿y qué?

    Responder
  29. Hoy mismo he tenido una conversacion en el trabajo que despues de un par de busquedas en google me ha llevado a este articulo.
    La conversacion iba sobre los papeles en el suelo de los bares es Espania (por cierto se me ha olvidado decir que trabajo en Alemania) resulta que uno de ellos estubo de erasmus en Madrid y le contaron que si entras en un bar y hay muchos papeles en el suelo significa que la comida es muy buena, con lo que le dijeron que si vas a un bar y te gusta la comida tienes que tirar los papeles al suelo para demostrarlo, lo increible de esto es que no es el primer erasmus que me cuenta esta historia. (es el segundo)
    De donde ha salido esta historia? Se la han inventado? Es verdad? Hasta pregunto si es verdad!! Cuando en lo mas profundo de mi ser se que no es cierto, que quien tira los papeles, las gambas y demas al suelo son unos maleducados!!!
    Claro que entonces, cuantos maleducados hay? Porque en todos los foros dicen que eso esta fatal que que maleduacada la gente, que que falta de respeto..
    Si tanta gente piensa eso, porque hay siempre tantos papeles en el suelo?
    No me cuadran las cuentas, sera verdad que es un costumbre?
    Por favor alguien que me confirme mi teoria de que no es una costumbre, que la gente que lo hace no tiene educacion y que no lo hacen por mostrar su conformidad con el lugar!

    Responder

Responder a Pero las cuentas no cuadran Cancelar la respuesta