Ayer (bueno, ya antes de ayer) fué el desfile del Día de la Hispanidad. Y reconozco que me gusta verlo… es curiosa la dualidad que me genera «lo militar».
Por un lado, disto muchísimo de ser un «militarista»: creo que la guerra es lo peor que le puede pasar a una sociedad, que es una situación que nos vuelve a convertir en esos animales que quizás nunca hemos dejado de ser. No llego a imaginar la brutalidad que se esconde detrás de una guerra, aunque las (pocas y dosificadas) informaciones que nos llegan de las guerras reales y las (a veces edulcoradas, aunque cada vez menos) recreaciones cinematográficas nos hacen pensar que tiene pocos límites. Y los militares existen porque existe la guerra: puedo entender desde un punto de vista racional su existencia (no soy un utópico de los que dirían que «sobran los ejércitos»… sí, sobran, pero a ver quién es el primer país que se dedica al flowerpower). Filosóficamente, desprecio la violencia como medio para ningún fin. Mi carácter tiene infinitamente más de conciliador y sosegado que de guerrero. No tengo ningún antecedente relacionado con lo militar: no es que yo no hiciese la mili, es que ni mi padre la hizo. Pero sin embargo… me gusta el desfile y, por extensión, muchas cosas vinculadas a él.
Me gustan los uniformes, las banderas, el porte de los soldados, las formaciones perfectas, el paso marcado, la presencia de los aviones y la artillería… me gustan las marchas militares, los himnos, la historia, la simbología, las curiosidades… me gusta la estrategia militar, hasta algunos valores vinculados (al menos en teoría, luego en la práctica ya habrá de todo) a lo militar: el valor, la lealtad, el orgullo, el compañerismo, el sacrificio…
Casi podría decir que de «lo militar» me gusta todo… menos el hecho de que todo está articulado con el fin de matar, que es inherente a ello.
Qué raro soy.
PD.- La foto de Esteban Trigos, que estuvo en el desfile e hizo unas cuantas.
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No eres tan raro, a mí siempre me ha pasado lo mismo.
Coincido con la postura de Jordi. Hay muchas personas que curiosean de este tipo de cosas y otras más… y la casualidad es inmensa. Muchos, aunque no admiran la guerra, admiran *el arte* de la misma.
La canción de «La Muerte no es el Final» me asegura una buena ración de lágrimas todos los años. Es el momento más emocionante del desfile sin duda. El hecho de poder escuchar a los soldados cantando en directo con el mentón apuntando hacia el cielo es demoledor.
Recuperas buenos recuerdos de la Milicia.
Otro día hablamos de La Legión…
Vaya! Pues a mi me pasa exactamente al revés. Puedo llegar a entender la necesidad de que exista un ejército (aunque me cueste), pero me produce un arraigado rechazo todo el aura de lo militar; los valores, la estética, las tradiciones, las jerarquías tan férreas, el obedece sin cuestionarte la orden… Me dan escalofríos.
Comparto en buena medida la postura de Raúl. Siempre me han gustado las armas, los uniformes, los desfiles, aprecio una justa dosis de disciplina… pero rechazo la intransigencia, rigidez y arbitrariedad castrenses. En su momento fui objetor de conciencia, y antes renegué de aquel ejército tardofranquista que tantos sustos nos dio. Sin embargo, España tiene hoy un ejército moderno (en el más amplio sentido de la palabra) que, nos guste o no, tiene que estar y del que creo que nos podemos sentir bastante orgullosos. De hecho, si nos olvidamos de la célebre «batalla» de Perejil, el ejército español lleva muchísimos años sin desarrollar tareas estrictamente bélicas, y ése si que es un motivo para celebrar todos los años con un bonito desfile.
Apunta otro a la lista de los que sufren esta especie de transtorno bipolar. A mi me hubiese encantado ser general, mandar divisiones, ejercitos de tanques… ahora bien todo ello sin derramar una gota de sangre. Quizás por eso disfruto como un enano con los juegos de estrategia del estilo Red Alert.
Vale,
Yo quiero pilotar un Eurofigther, es chulo, pero creo que no me van a dejar.
Salutes,
Me ha encantado tu visión del tema; principalmente por el respeto con que planteas tus ideas. Lo digo porque soy militar y te confieso que nadie sabe mejor que nosotros lo que significa la guerra.
Aunque tu no lo creas, dentro de la milicia existen diferentes corrientes filofóficas respecto de la naturaleza de la guerra y la función que deben desempeñar las Fuerzas Armadas.
Sí, leíste bien: «corrientes filosóficas»; porque entre los uniformados existen muchos pensadores y filósofos, claro que son desconocidos y prima sobre nosotros el estigma de ser obedientes y por ello, practicamente unos bárbaros a los ojos del mundo civil.
Pero te cuento esto, porque existe una máxima tan antigua como la guerra misma, que es que la exitencia de los ejércitos y la preparación de los soldados, son precisamente para evitar la guerra (a eso se le llama poder disuasivo), porque supone que mientras más preparado estés, más intimidante resulta la maquinaria militar que impedirá a otros paises invadir, atacar, etc.
Créeme que nosotros tambien miramos con distancia al mundo civil y nos resulta tan extraño que cuestionen nuestras tradiciones basadas en la historia y el honor; pero tambien damos gracias Dios porque existe la paz y porque no hay que ejecutar todo aquello para lo que nos preparamos.
«Mientras más sangres en la paz, menos sufrirás en la guerra»
Un cordial saludo.
Miguel