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En una economía de robots, ¿qué pintas tú?

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Hace unas semanas leí un artículo que me tuvo pensando un buen rato. Habla del típico asunto incómodo pero que, como no parece muy inminente, nos permitimos ignorar. Afirma Marc Vidal que el futuro, gracias a la robotización de cada vez más sectores laborales, no creará empleo.
La tentación es decir «buah, qué exagerado es este señor». Y sin embargo…
La creciente «maquinización» de la economía es un hecho. En realidad, lo lleva siendo muchos años. Cada vez que alguien ha desarrollado un método para sustituir la «fuerza bruta» se ha producido un impacto en las personas. El trabajo que hacían 100 personas ahora lo hacen 10 y mañana lo hará 1, y probablemente a tiempo parcial. Y todo ello de forma más rápida, más fiable, más productiva y sin todos los problemas derivados de la gestión de personas. Pasa en el sector primario, pasa en el sector industrial y pasa en el sector servicios. Cada vez afecta a más ámbitos.
Desde mi punto de vista, se trata de un proceso inevitable. Hay un incentivo económico claro. Somos los compradores los que decidimos. Cada euro que gastamos es un voto por el mundo que queremos. Si un empresario puede utilizar robots, y de esta forma mejorar su producto (más barato, más fiable) podrá ponerlo en el mercado de forma más fácil y encima con un mayor margen. Y a la mayoría de los consumidores nos da igual… si es más barato, se compra más barato. Nos ha dado igual cuando eso significaba que los productos se hagan en China en vez de en el pueblo de al lado. Nos dará igual cuando los productos y servicios los provean las máquinas y no los humanos (¿acaso te preocupan los despidos en el sector bancario mientras operas cómodamente en tu banca online?).
Lo que asusta es pensar en las consecuencias. Un porcentaje cada vez mayor de la población excluido del proceso productivo. No haces falta en el campo, no haces falta en las fábricas. Ni siquiera podrás estar de camarero. En el mejor de los casos, si cobras un sueldo miserable, el empresario puede retrasar la decisión de robotizar. Pero cada día la balanza se irá inclinando más hacia el lado de las máquinas, y llegará un día en el que simplemente no resulte económicamente razonable tener personas trabajando. Ya no hablamos, como a finales del XIX y principios del XX, de una discusión sobre el reparto de las plusvalías entre «el capital» y «el obrero». Es que ahora estará claro que todas las plusvalías son del capital y de sus robots.
¿Y entonces qué? ¿Cómo se estructura una sociedad en la que cada vez hay más personas que ni tienen trabajo ni posibilidad de tenerlo? ¿Cómo van a evolucionar los distintos grupos sociales, los pocos que tienen robots vs los muchos que no tienen trabajo? ¿Dónde están los límites del Estado como redistribuidor de rentas o garante del «bienestar»? ¿Qué mundo, en definitiva, es el que nos espera?
Mi anterior pregunta iba en genérico. Qué mundo «nos espera»…. pero… ¿qué mundo te espera a ti, o a tus hijos? ¿Cuál va a ser su papel en ese reparto? ¿Tu trabajo, el sector en el que desarrollas tu actividad… puede verse afectado? ¿Cómo educamos a nuestros hijos para que estén preparados para lo que se avecina?
Demasiadas preguntas. Y como decía al principio, una visión demasiado incómoda.

4 comentarios en “En una economía de robots, ¿qué pintas tú?”

  1. Habrá que pensar que los robots no están capacitados para el arte de bloguear, ni para escribir con alma ni para inventar vacunas, ni para nadar en las Olimpiadas, ni para…
    Queda sitio. Queda esperanza 🙂

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  2. El bisabuelo fue agricultor.
    El abuelo condujo un tractor.
    El padre fue transportista de frutas.
    El hijo trabaja en la línea de envasado de fruta para exportación.
    El nieto… hará mantenimiento de robots.
    El bisnieto será profesor en la escuela de «diseño de rutas robóticas».
    Algo tendrán que hacer, para que puedan consumir.
    Sin consumidores, ¿para quiénes fabricarán los robots? ¿Quién usará los servicios que presten?
    Gracias Raúl, siempre ayudas a pensar.

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