En las próximas semanas voy a ir cerrando esta última etapa profesional que me ha tenido «entretenido» los últimos 4 años. Acaba mi colaboración (aunque ha sido mucho más que eso, claro) con Grupo Vips, al menos en su formato actual (si hay nuevos formatos en el futuro, dios dirá…)
Siempre he dicho que las etapas profesionales empiezan y acaban. Y está bien que así sea. Llega un momento en que las cosas no dan más de sí, que dejan de fluir, ya no sabes si estás construyendo catedrales o simplemente picando piedra, y es bueno no dejarse llevar por la inercia. No hay que tener miedo a poner encima de la mesa tus inquietudes y tus aspiraciones, aunque eso implique abrir la caja de Pandora y no sepas por dónde van a discurrir los acontecimientos.
Como no puede ser de otra manera, se mezclan muchas sensaciones. La satisfacción de todo lo realizado, y la frustración por todo lo que no salió bien y lo que crees que queda por hacer. La incertidumbre respecto al futuro, junto al «subidón» de las infinitas posibilidades que se abren ante ti. El yin y el yang, todo junto, como siempre van.
Para mí ha sido una etapa de crecimiento brutal. Estar dentro de una compañía me ha permitido tener una perspectiva mucho más completa de lo que significan los proyectos, las implantaciones, la estrategia, la política… me ha permitido desarrollar una serie de habilidades que me mejoran y me completan como profesional. Mi mochila, en ese sentido, se va muy llena.
En lo personal también ha sido una etapa fascinante. He vuelto a disfrutar del calor de unos compañeros, de las complicidades y de los chascarrillos. Me han acogido como a uno más, me han dado una cantidad ingente de cariño y de respeto. Hemos trabajado juntos, hombro con hombro. Nos hemos reído, hemos compartido satisfacciones y frustraciones. Y muy importante, me han dejado ser yo, con todas mis virtudes y mis defectos.
Hay momentos, palabras y gestos de estas últimas semanas que me van acompañar durante toda la vida y que me llenan de felicidad incluso a pesar de la nostalgia de las despedidas. Para mí son una señal de que algo he debido hacer bien.
Y así, como en las viejas pelis del oeste, el vaquero se aleja del pueblo cabalgando hacia la puesta de sol. Para el pueblo, el vaquero se va, desaparece. Pero para el vaquero, es el pueblo el que queda atrás. El camino hacia un nuevo destino acaba de comenzar.
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Una vez más, Raúl, consecuencia de tus actos con lo que rumias por dentro… Pandora y su caja a ti te respetan bastante. A los vaqueros valientes como tú, sí.
Me alegra enormemente que VIPS no solo te haya llenado con sus platos sino también con todo el aprendizaje que llevas en esa mochila.
Parece que el vaquero que se aleja lleva su blog en las alforjas, y en ellas, pequeñitos y acurrucados, a los que lo leemos y te apreciamos.
Y ahora, espuelas…
Ha sido todo un placer .. ¡¡¡ Que las próximas andanzas le sean favorables vaquero !!!
Un abrazo.
Felipe.
Muchos éxitos en tu nueva etapa!!! Un fuerte abrazo y felices fiestas si no nos vemos antes 😉
A por ello. Ánimo 🙂
Suerte Raúl, te deseo lo mejor. Yo, como espectador del western, seguiré atento. Cuidado con los indios malos 🙂
Bueno, la vida son momentos. Estoy convencido que, a pesar de abrir la caja de Pandora, es una decisión meditada y has valorado los riesgos (que no son pocos y no son tantos).
¡Mucha suerte en esa nueva andadura, sea la que sea! Ya sabes que, para lo que necesites y creas oportuno, por aquí estamos unos cuántos que te apreciamos. 😉
Nos vemos pronto.
Un abrazo fuerte!