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La frustración: de tolerarla a no sentirla

«Tolerancia a la frustración». Un gran concepto que aprendí (el concepto, no su uso; con eso todavía peleo) hace ya muchos años. De hecho, en los albores de este blog, la califiqué como una de las habilidades esenciales del consultor.
Recientemente le vengo dando vueltas una vez más a la idea. Cuando me asaltan las dudas respecto a lo que estoy haciendo, cuando no veo claro que esté avanzando hacia un objetivo, cuando el empujar los proyectos me cansa… me frustro. Y cuando me dicen «no, tenemos que tener tolerancia a la frustración», yo respondo que «yo tengo poco de eso». Porque pienso con demasiada frecuencia que las cosas podrían ser de otra manera, que podrían funcionar mejor, más rápido, con más éxito…
Sin embargo, el otro día, comentando esta circunstancia, alguien me hizo verlo de otra forma. «No olvidemos que nuestro papel no es el de protagonistas; es el de catalizadores. Por supuesto que las cosas no van a salir como en los planes. Que las otras personas no van a reaccionar como nos gustaría. Pero es más, piensa que si lo hicieran, si todo fuese como planeábamos… la probabilidad de que saliese mal también es elevada, porque nosotros no somos perfectos, también nos equivocamos. La frustración es producto de una expectativa irreal… basta con ajustar la expectativa, y la frustración desaparece».
Y llevo días rumiando. Es una visión muy «zen», esa de no esperar nada, no juzgar… y simplemente aceptar. Eso no quita para que uno intente mover las cosas en la dirección que cree que deben ir, pero aceptando a la vez el resultado sea el que sea. Me hizo recordar este clásico dibujo del éxitosi uno cree que el éxito es una línea recta, es lógico que se frustre cuando las cosas no van como espera. Si uno sabe que el camino es tortuoso, lleno de cambios de dirección, de dudas, de pasos equivocados… y que sólo al final mirando atrás cabe calificar algo como «exitoso»… es más fácil relajarse, hacer las cosas lo mejor que uno puede y sabe, y aceptar con deportividad el resultado.
Y así, la tolerancia a la frustración deja de ser una habilidad necesaria… porque habremos conseguido que no aparezca.

3 comentarios en “La frustración: de tolerarla a no sentirla”

  1. Raúl:
    No creo que ese sentimiento sea exclusivo del consultor, y tampoco creo que debamos tender a que desaparezca, porque creo que es uno de los sentimientos que nos llevan a intentar mover las cosas.
    Claro que va por momentos. Hay veces que parece que puerdes con todo, y otros…

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    • Sin duda es un sentimiento universal… quizás el «consultor», como «señor que viene de fuera con el propósito de intentar cambiar las cosas», sea un perfil especialmente expuesto.
      Creo que compatible el «no frustrarse» y el «cambiar las cosas». Siempre puedes hacer un análisis frío y desapasionado de «esto está funcionando, esto no, vamos a intentar esto otro…», y desligarlo del sentimiento de frustración, fracaso personal, cabreo, «quiero prender fuego a todo» :D. Por supuesto es una habilidad que hay que entrenar, pero creo que merece la pena.

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  2. Yo creo que estamos ante un continuo entre la «perfección» que teóricamente podríamos buscar y la «mínima pero suficiente» calidad. Cada proyecto/cliente te pide que te sitúes en diferentes puntos de ese continuo. Sé que no digo mucho, pero lo que trato de aportar es que depende de con quién estemos y en qué proyecto hay que posicionarse… para no sufrir 🙂

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