Una de las cosas buenas, fantásticas, que tiene esto del 2.0 es la posibilidad de que cualquiera pueda generar contenido en internet y ponerlo a disposición de quien quiera leerlo. Esto implica que, cualquiera que sea el tema que nos interese, podemos encontrarnos multitud de opiniones de la más diversa condición vertidas en la red.
Esto es aplicable, por ejemplo, cuando tenemos interés en adquirir un producto o servicio. ¿Es bueno, malo o regular? No hay más que teclearlo en Google e inmediatamente accederemos a una inacabable retahíla de opiniones. Aunque claro, como dicen en este post de Partigi, «un factor clave […] es la interpretación que somos capaces de hacer de un comentario» porque «leer comentarios que opinan sobre un tema concreto de una persona de la que no sabemos nada no es muy útil».
Y en este sentido uno de los perfiles más peligrosos a la hora de opinar son los sibaritas. Dice la RAE que son gente «que se trata con mucho regalo y refinamiento». O sea, aquéllos que no se conforman con nada menos que «lo mejor» en un determinado ámbito (porque uno puede ser muy sibarita para una cosa, y no para otra). Los que sólo comen en los mejores restaurantes, los que sólo beben los mejores vinos, los que sólo visten la mejor ropa, los que sólo compran los mejores coches, o los mejores ordenadores, o los mejores equipos de sonido…
Un verdadero sibarita (luego hay los que se las dan de entendidos pero sin tener ni idea, que ésa es otra) es un auténtico experto en su campo. Dedica mucho tiempo a profundizar con fruicción en la materia, está al día de todos y cada uno de los detalles y las novedades, y sobre todo tiene sus sentidos educados hasta tal punto que es capaz de apreciar sutilezas que se escapan al 99% de los mortales. Sus opiniones suelen tener, por lo tanto, un gran fundamento.
El problema es que, si tú no eres tan sibarita como él, su opinión se convierte en peligrosa. Porque te dirige hacia un mundo extraordinario que no estás en condiciones de apreciar. Un mundo que suele ser, además, enormemente caro. Por lo tanto, si sigues las recomendaciones de un sibarita, acabas gastando muchísimo dinero en un producto excepcional, cuando podrías gastar mucho menos en otro «menos bueno» que sin embargo colmaría más que de sobra tus más altas aspiraciones. Seguro que para el sibarita resultaría insuficiente pero, seamos sinceros, los demás difícilmente somos capaces de apreciar y valorar las diferencias.
En definitiva, las opiniones y recomendaciones de un sibarita son muy interesantes, en la medida en que tienen mucho fundamento detrás. Pero a la hora de tomar decisiones es importante no seguirlas a ciegas, y descontarles el «sesgo de sibaritismo» para evitar gastar dinero para nada.
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Eso es cierto, pero si que es verdad que por regla general cuando algo es bueno, la mayoría de los comentarios lo alaban y cuando es malo lo desprestigian, Mi experiencia me dice que fiarme de los comentarios por internet de momento da buen resultado.
Gracias por la referencia!! 🙂
Tienes toda la razón, de todos modos aprender del conocimiento de un verdadero especialista te ayuda a valorar mejor un producto, aunque estoy completamente de acuerdo en el tema de la expectativa de satisfacción vs el precio.
Y qué ha sido lo que te ha llamado a escribir esta entrada? :o)
Cómo me conoces… :). Estaba por cambiar de ordenador, y me había fijado en un iMac, considerándolo un «pepino». Y resulta que hay gente que te dice que no, que la pantalla pfff… y yo me empiezo a comer la cabeza… pero claro, son gente que se mueve con monitores de bastantes cientos de euros. Seguro que son cojonudos, pero después de pensarlo, seguro que el iMac a mí me parece el no va más, porque no tengo tan afinado ese gusto. Joder, si toda la vida he estado viviendo de los monitores de los portátiles… cualquier monitor externo me va a parecer la bomba 😀
Pero ya tuve una experiencia similar cuando me compré el equipo de sonido: me metí en un foro de especialistas… y joder, acabé gastándome mil y pico euros con la sensación de que me había comprado algo «de gama media-baja». Y cuando lo enchufé casi salgo por los aires. Vamos, que lo que para ellos era algo «psss», para mí era la releche.
Y si me pongo a pensar, seguro que hay unas cuantas ocasiones más en las que me ha pasado algo parecido: al comprar el coche (¿y no le vas a poner churriflags? mmm..), o el móvil (¿y no tiene triple conectividad y menú interactivo? mmm…), o el DVD (¿y no lo vas a coger con sistema truquflus? mmm…)
En definitiva, que hablar o leer a estos expertos te hace descubrir detalles que tú ni te habrías imaginado, y que luego a la postre para ti y el uso que vas a hacer no tienen ninguna relevancia.