Hace unas semanas tuve una situación frustrante. Un encuentro con una persona que tuvo un comportamiento (a mi entender) fuera de tono. Lo que más rabia me dio es que no era la primera vez. El caso es que me tuvo varias horas rumiando (ya sabéis, esa espiral en la que se mete uno mismo pensando «pues hay que ver, hay que ser no se qué, le tendría que haber dicho no sé cuál, la próxima vez haré esto y lo otro…») y me costó digerirlo.
En ello estaba cuando recordé un post que había leído hacía poco: «nadie cambiará por ti«. Básicamente venía a decir que si uno demuestra varias veces con su comportamiento que es de determinada manera, es tontería esperar que vaya a ser de otra diferente. Lo que tenemos que hacer es asumirlo, y estar preparados para que se produzca el comportamiento más habitual. Al final es una cuestión de gestionar correctamente las expectativas, de no pedirle peras al olmo.
Esto entronca con la célebre fábula del escorpión y la rana y su «es mi naturaleza». Como dice su moraleja, «no trates de engañarte con los demás al creer que son o pueden ser otros distintos a los que realmente son»
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que gran verdad y que fácil es olvidarlo!! no sé porqué, nos empeñamos en dar una segunda, tercera y cuarta oportunidad… para que al final el comportamiento sea el de siempre. como bien dices, no se pueden pedir peras al olmo, y -remato- la cabra tira al monte.
me gusta tu blog, te seguiré!
un saludo,
silcas
Creo que tienes razón en todo, yo intento gestionar mucho las expectativas y en general lo consigo, pero en ocasiones que son tipo «el escorpión y la rana» me cuesta hacerlo. Es decir, sigo pensando que en determinadas situaciones, y aunque solo sea por el interés propio, una persona puede cambiar de actitud (momentáneamente)… pero en fin, luego eso no siempre es así 🙁