Voy a hablar de mí, aunque creo que mi razonamiento puede ser extrapolable a muchas otras personas, miembros de esa casta que podríamos llamar «trabajadores del conocimiento». Ya sabéis, el mundo de los cubículos y los depachos, las reuniones y largas jornadas sentados en un escritorio, con un trabajo que no es repetitivo/mecánico sino que tiene mucho que ver con planificación, gestión, seguimiento, a veces incluso algo de creatividad…
Mis días de oficina (cuando voy a la oficina; luego hago mención a los días que trabajo en casa) tienen dos componentes. Por un lado, sentado en un escritorio delante del ordenador; ahí hago el trabajo que tiene que ver con elaborar informes, con hacer seguimiento, con responder emails (uy, ¿eso es un trabajo?), con planificar proyectos… Y luego hay otra parte, el mundo de las reuniones, que se desarrolla en salas al efecto; algunas de ellas productivas (te juntas con la gente que te tienes que juntar, tienes claro los temas que tienes que resolver, pim, pam, y en seguida has terminado) y muchas otras no. Entre ambas situaciones, aderezadas con la relación social (conversaciones de trabajo o de no trabajo, chascarrillos, etc.) consumen el 99% del tiempo que pasa entre que llegas por la mañana y enciendes el ordenador, y que te vas por la tarde.
Y yo confieso: no es una situación que me guste. Es más, me frustra bastante.
Una de las cosas que me da rabia es la suma de horas con el culo pegado a la silla. Cada vez son más las voces que se alzan para avisar de que pasar tantas horas sentado es muy malo para el cuerpo. Sedentarismo y obesidad, problemas musculares y de articulaciones… de esas cosas que no notas mucho en el día a día, pero que tienen un brutal efecto acumulativo. Yo noto particularmente el impacto en la energía… ¿cómo puedes acabar cansado de estar sentado? Pues sucede.
Hay alternativas, claro. Desde gente que promueve escritorios de pie (incluso ligados a una cinta de andar), a gente que fomenta reuniones de pie o incluso dando paseos. Es decir, puedes hacer el trabajo que tienes que hacer sin necesidad de estar sentado, y no pasa nada.
Otra cosa que me molesta es la sobreutilización del ordenador. Si te pones a pensar, ¿qué porcentaje de tu jornada realmente necesitas el ordenador? Hay muchas tareas que podrías hacer sin él. Y sin embargo lo tienes ahí, enfrente, abierto y encendido. Y mitad queriendo y mitad sin querer acabas usándolo más de lo que deberías, y en muchísimos casos para cosas que no te aportan nada. A veces desearía tener un espacio y tiempo alejado del ordenador, romper esa inercia.
No me gusta tampoco la idea de tener tu «espacio asignado». Me gustaría disponer de espacios multidisciplinares, a los que poder acceder según las necesidades. Porque tampoco el 100% del tiempo «estar sentado en tu silla» es lo que te va a permitir trabajar mejor. A mí, por ejemplo, me gustaría poder dedicar más tiempo a leer (artículos, libros, etc.), pero «sentado en la mesa» no me sale. Me gustaría tener un sofá en el que poder leer tranquilamente, con una libretita para ir anotando ideas. A veces lo que necesitaría sería una gran pared en la que ir colocando postits, en la que poder coger distancia para ver el cuadro global, o acercarme para ver los detalles. A veces necesitaría una mesa despejada en la que poder extender un montón de papeles. Pero como tienes «tu sitio»… y si no estás en «tu sitio»… ¿qué estás haciendo?
Tampoco vivo bien esa distinción entre «tiempo de trabajo» y «otras cosas. Parece que por el hecho de estar en la oficina tienes que «estar trabajando» (además, con una visión muy concreta de lo que es «estar trabajando»). Y sin embargo, la realidad en este tipo de trabajos es que es muy difícil separar tiempo de trabajo y tiempo de «otras cosas». A veces se te ocurren ideas cuando estás en casa, y a veces necesitas «desconectar» cuando estás en la oficina. De hecho, nuestros cerebros no están hechos para mantener determinado tipo de foco de forma constante, necesitamos cambiar de tipo de actividad, a veces a cosas que directamente son evasión. Pero no basta con «entrar en Facebook», a veces hay que darse un paseo, o jugar, o moverse, o dedicar tiempo a otras áreas del cerebro (pintar, tocar música). O meditar. O echar una cabezadita. Pero ponte a hacerlo en la oficina… De hecho es que a veces «ir a la oficina» directamente no te aporta nada. Y sin embargo, como es «lo que toca»…
¿Y por qué no cambiar, no hacerlo de otra forma? A veces es pura inercia; hay varios comportamientos de los arriba citados que simplemente es cuestión de cambiarlos. Por ejemplo, quitar el ordenador de enmedio salvo que vayas realmente a usarlo. O irte a otra ubicación si necesitas cambiar el entorno. Y sin embargo, cuesta primero ser consciente y segundo acabar con el hábito. También influye el entorno físico, cómo estén diseñadas las oficinas. ¿Hay espacios para sentarse a leer, o para reposar? ¿Cómo son las salas de reuniones? ¿Hay sitios donde podrías trabajar de pie? Y por supuesto no podemos olvidarnos de la presión social: ¿qué pensaría la gente si te ve, por ejemplo, sacando una guitarra? ¿o sentado en un sofá simplemente leyendo? ¿o echando una cabezadita? ¿o haciendo unos ejercicios de estiramiento? ¿qué pasa el día que no estás en la oficina, o el que te vas a mediodía? A mí hay veces que se sonríen cuando me pongo a garabatear cosas en una hoja, o cuando cojo un papel para hacer una pajarita…
Curiosamente yo tengo la oportunidad de trabajar algunos días en casa, y de poner en práctica algunas de estas ideas. Si quiero leer un rato, me siento en el sofá con la tablet y santas pascuas. Dedico un rato en el día para salir a dar un paseo, estirar las piernas y que me dé el aire. Cuando estoy atorado, salgo al balcón a mirar las plantas, o cojo la guitarra y hago unas escalas. En definitiva, voy probando cosas. Y aun así, hay ratos en que siento una invisible (porque no hay nadie que me vigile) presión para estar «sentado delante del ordenador» porque «debes estar trabajando».
Definitivamente, hay otras formas de trabajar. Debe haberlas. Porque son buenas para las personas, pero estoy convencido de que también lo son para la productividad y creatividad. Hay que romper con ese paradigma que implica que todo lo que no sea «estar sentado frente al ordenador» no es trabajar. Pero los primeros que tenemos que romper con ello somos cada uno de nosotros, y creo que es el paso más difícil. Hace años hablaba de la «oficina del futuro«, pero creo que los que tenemos que conquistar ese futuro somos cada uno de nosotros, haciendo evolucionar nuestros espacios de trabajo y nuestras formas de trabajar.
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Del futuro, o del pasado. Algunas de las actividades y actitudes que comentan me han recordado muchísimo a las jornadas de trabajo de Don Draper en Mad Men (sobre todo primeras temporadas) 🙂
Posiblemente depende mucho del sector, de lo «nuevo» o «alternativo» que sea. En muchas oficinas del sector tecnológico y espacios de coworking existen espacios de esparcimiento, pero, curiosamente, en los que he conocido más a fondo no se utilizaban con mucha frecuencia.
Creo que el mayor prejuicio está en nuestra propia cabeza.
Llevas toda la razón y me he visto retratado en tus afirmaciones. El problema, en mi opinión, es que acciones como gamificación, tiempo productivo o salas para desconectar aún quedan lejos de las empresas TIC y se sigue primando el presencialismo de oficina. Espero que la empresa vaya cambiando a la par de los trabajadores y que el resto de empresas vayan adaptándose para no quedarse a la zaga.
Excelente artículo.
Se puede aprender mientras se camina. Lo hacía Aristóteles en su Liceo y por eso le llamaban el peripatético.
En cuanto a lo de no estar en la oficina, es cierto que en personas con mucha ética de trabajo sería beneficioso. Me temo sin embargo que esa no es la realidad de la mayoría. Así que sería beneficioso solo en el caso de encontrar una manera de controlar que se dedique el esfuerzo suficiente.
El problema, Iván, es que estás presuponiendo que «estar en la oficina» es una medida de control suficiente… cuando (al menos para mí) es evidente que no lo es, que quien no trabaja encuentra la forma de disimular durante 8 o 10 horas al día sin problema.
Habláis de control o de un determinado número de horas como si eso fuese garantía de productividad. En mi opinión, creo que el fallo está en intentar ejercer control sobre las personas (en ocasiones rozando la obsesión, como si los trabajadores fuesen timadores en potencia) en lugar de gestionar el trabajo que realizan, hay una diferencia abismal. Yo trabajo por objetivos y cuento con un gestor que fija periódicamente esos objetivos de acuerdo con el resto del equipo. Nadie me pide que haga un determinado número de horas y unos días puedo estar más relajado y otros menos, depende. Generalmente esos objetivos están sujetos a un tiempo limitado (timebox) pero suficientemente holgado y, si el cumplimiento de un objetivo me lleva más tiempo del esperado, generalmente tardo menos de lo acordado en cumplir otro objetivo, así que se compensa. Con este sistema la empresa me ofrece trabajar desde dos oficinas distintas (un lugar es la sede central de la empresa y la otra es un centro de coworking con el que la empresa tiene contrato) o desde casa, no se cuestionan las horas que dedico al trabajo, solo se cuestiona si cumplo o no los objetivos que voy acordando con mi coordinador.
Pues una cosa te voy a decir, igual lo primero que tendría que cambiar debería ser el sistema educativo. Cambia la oficina por un pupitre y tienes lo mismo, una exclavitud muy poco productiva.
El otro día comentaba con una madre en el cole que les podían poner deberes por semanas y tu te gestionas (hoy tengo una extraescolar hago menos, mañana estoy más libre hago más o lo que más me cuesta).
Acá otro que quisiera llevar su guitarra a la oficina. También mi quena. También me apunto a una siesta.
Es claro que lo del horario y lugar de oficina viene de la época de la revolución industrial, y no se hizo sino aplicar el concepto de fábrica a una oficina con trabajadores del conocimiento. Funcionaba en la época antes de internet: no era muy probable que tuvieras una buena máquina de escribir, era peligroso llevar y traer papeles, no tenías teléfono ni fax en casa.
Yo trabajo en casa desde 2006, recién acepté un empleo, pero negocié quedarme un par de días en casa. Creo que sí es importante verse las caras con los compañeros de equipo algunos días a la semana.
En reportajes de internet vi algunos casos en donde se plantea lo obvio: no es para todos trabajar desde casa. Mucha gente quiere huir de casa, o le es imposible trabajar por las interrupciones. O la costumbre social de verte salir en traje de oficinista a un trabajo es importante para otros. Que el vecindario sepa que trabajas, que vas a una oficina, que tu trabajo es importante y que tu camisa es bonita.
Mientras tanto, los días que me quedo en casa saco mi guitarra y mi quena o salgo en bici a dar una vuelta cuando el flujo de trabajo lo permite.
Saludos.