Ayer coincidió que me pilló el debate de la moción de censura viajando en coche. Y no sé qué pasó en mi cerebro, pero estaba eligiendo canal de radio para hacerme compañía y pasé por RNE1 donde lo estaban emitiendo… y lo dejé. Estuve escuchando un par de horas mientras conducía, un ratito al uno y otro ratito al otro. Luego, por la tarde, alguna otra intervención.
Me pasa, en estas situaciones, que me siento un bicho raro. Escucho las intervenciones de unos y de otros y pienso: «mira, pues en eso tienes razón«. Y me siento un ser extraño. Porque tengo la sensación de que no es lo habitual. Que en este mundo de polaridades nadie dice «pues en eso tienes razón» al otro. El otro está equivocado por definición. En todo. Y punto. El otro es una etiqueta, el villano de tu narrativa, y no puede tener matices.
Y qué pena, ¿no? Con lo bonito (y útil) que sería que la gente se dijese «pues mira, en eso tienes razón». Aunque eso supusiese bajarse de la burra. Y encontrar posiciones de consenso, y construir a partir de ahí.
Pero no. Al otro hay que negarle el pan y la sal. Darle la razón, aunque sea de casualidad, te hace parecer débil a ti.
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Pues en eso tienes razón.
XD
Muy acertado post Raúl,
la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.
No se puede (al menos no lo veo interesante) discutir desde las trincheras, el decir NO a cualquier cosa propuesta desde la otra parte. Y el decir SI a cualquier propuesta desde personas que gozan de nuestra simpatía.
Pero eso supone centrarse en el mensaje, y no en el mensajero. Y no estamos dispuestos, porque lo dicen ellos y no nosotros.
Vivimos en una sociedad plana que vuelve al tribalismo: O conmigo o contra mí.