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¿Qué haría de hoy un gran día?

No hace mucho relataba mis «fracasos» llevando diarios a lo largo de la vida. El caso es que, en las últimas semanas, estoy sumergido en una nueva (y de momento ahí sigo), esta vez siguiendo la idea del «5 minute journal«. Se trata de un diario «en dos partes», puesto que se trata de responder a un par de preguntas por la mañana (¿por qué estoy agradecido? ¿qué haría de hoy un gran día?) y otras dos por la noche (¿qué cosas estupendas han pasado hoy? ¿en qué podrías mejorar?); de esta manera cumple la doble función de «marcar el tono» al principio del día y de «recopilación» al terminar.
Una de esas preguntas, de hecho, me está haciendo pensar bastante. «¿Qué haría de hoy un gran día?». ¿Qué tendría que pasar hoy para que, al llegar la noche, me sintiese satisfecho? Parece sencillo de responder, pero cuando te pones por la mañana (y otro día, y al siguiente…) tiene más miga de lo que parece.
¿En qué consiste «un buen día»? Hay una imagen de cinismoilustrado.com que me gusta. Son los 365 días del año, de los cuales un puñado están señalados como «días memorables» y otros poquitos como «días donde hiciste algo de tu vida». El resto, la gran mayoría, son «días total y absolutamente desperdiciados». No sé si es para tanto, pero estaremos de acuerdo en que muchas veces entre trabajos, obligaciones, prisas e inercias tenemos la sensación de que un día sigue a otro, sin solución de continuidad y sin nada que los distinga. Y joder, qué triste, ¿no?

El ejercicio de plantearse «qué haría de hoy un gran día» sirve para dos cosas. Por un lado, nos permite reflexionar sobre cómo son esos «días memorables» y plantearnos si podemos hacer algo hoy (no mañana, ni «algún día»: hoy) para acercarnos a esa categoría. Quizás sea emprender una tarea creativa, o tener una conversación significativa con alguien, o pasar un rato con unos amigos, o dedicar el rato a leer un libro interesante, o hacer una pequeña excursión, o… en general, escaparnos en la medida de lo posible de la inercia y «hacer algo» de forma voluntaria y consciente.
Y en segundo lugar, sirve para darnos cuenta de que muchas veces «lo memorable» no está en las grandes cosas, los grandes eventos y los acontecimientos extraordinarios, si no en los pequeños detalles de la vida cotidiana. Que todos los días podemos hacer cosas sencillas, tan sencillas como prestar atención y disfrutar de lo que ya tenemos alrededor, aquello de parar y oler las flores.
Y así, adquiriendo consciencia, quizás vivamos mejores días. Y al final, la forma en que vivimos los días es como vivimos la vida.

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