Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí


¿Que la empresa vende menos? A mí plin

«A mí plin». Esta frasecilla que suena un poco añeja (y que todos los «viejunos» vinculamos a una publicidad de colchones, ¿a que sí?) podría traducirse a un lenguaje más actual como un «me la suda». Igual incluso hay una forma más moderna de decirlo, pero yo es que ya no estoy al día 🙂
Me contaban el otro día de una empresa que, como tantas, está pasando una época «achuchá». No tiene mucho misterio; básicamente, venden menos de lo que vendían antes. «Los clientes no entran tanto como entraban, ni se gastan tanto como se gastaban». Así de sencilla es la letra de la crisis, mucho más que debates interminables sobre «los mercados», el déficit, la bolsa o el Banco Central Europeo. El caso es que yo preguntaba «bueno, y la gente (por los empleados), ¿cómo lo lleva?». «Algunos preocupados, claro, pero luego hay otros… que te dicen que por ellos fenomenal, que como hay menos trabajo están más relajados».
Fascinante. O sea, la empresa para la que trabajas está atravesando dificultades, ¿y tu pensamiento es «qué bien, así vivo más tranquilo»?. Me resulta inconcebible semejante miopía, por no decir ceguera. ¿No se da cuenta esa gente que, si la empresa no tiene beneficios, deja de existir? ¿Y que si deja de existir desaparecen con ella los puestos de trabajo, incluyendo el suyo? ¿En qué mundo viven?
Hace poco vi en una empresa un pasillo donde colgaban algunos rótulos en grande con mensajes. Uno de ellos decía algo así como que «la rentabilidad es sinónimo de éxito presente y garantía de futuro para todos». Si no hay rentabilidad, no hay empresa. Ni beneficios para los «capitalistas», ni trabajo para los «obreros». Pero parece que hay quien no lo entiende…

15 comentarios en “¿Que la empresa vende menos? A mí plin”

  1. Lo más curioso es que algunas (muchas quizás) de las grandes empresas han pensado igual. Que fulanito no puede hacer un negocio porque no le concedo un crédito, que se arriesgue otro, a mi plin. Que tengo que hacer un ERE para mejorar mis ratios bursátiles aunque esté con benegicios pues se hace, a mi plin. Que no tengo con qué pagar la licencia de apertura del local, pues usted ai que me cuenta, que yo soy «un mandao». «La gente» empezamos a dejar de comprar, apagamos las luces, llamamos menos por teléfono, etc. y a todos esos «grandes» que decían a mí plin, a los que se pensaban «en otra división» pues les está empezando a faltar los que realmente sustentan sus negocios. Hay mucho «a mí plin» por las altas esferas.

    Responder
    • Aceptando algunas de las cuestiones que planteáis (como la no siempre equilibrada relación empresa-trabajador; si bien creo que muchas veces esto es como lo de «qué han hecho los romanos por nosotros» de La vida de Brian… los «obreros» tienen una lista de agravios enorme y nunca se paran a ver todo lo positivo que tiene esa relación), fijáos que yo ni siquiera estoy pensando en que los empleados «sientan pena» por la empresa. ¡Me valdría con que sintiesen la presión por la posibilidad de perder su trabajo! ¡El mero instinto de supervivencia! Pero ni eso…

      Responder
  2. Excepcional tu redacción y el tema tratado. Aunque se pueda entender parte de la miopía de algunos trabajadores, a los que quizás en otros tiempos los macharon un poco; es ilógico querer mal a tu empresa: para eso te vas; aunque eso tampoco es fácil. De todas formas, si tengo claro que ahora lo más importante es ajustar y asegurar los pagos; ya que un «pufo» puede dejarnos más que colgados. Hace poco publicaba un artículo, no mío sino de un importante consultor de Barcelona, titulado «Quiero vender menos» a éste respecto. En la línea que te digo; y de la que en parte me ha tocado vivir. Evidentemente no que decir que se refería a «Quiero vender menos pero cobrar seguro».
    En cuanto al «me la suda»; creo que va por «me la p…a»; durilla es…jejeje…saludos y nuevamente mis felicidades por un texto tan cuidado en las expresiones, que no dudaré en recomendar (por escrito) si me das tu autorización. Salu2! DG

    Responder
  3. Hola, buenos días:
    He tenido la desgracia de estar presente en reuniones donde he escuchado ese mensaje. También hay otro que es igual de preocupante que es «si me despiden tengo dos años de paro, que con algunas chapuzas, vivo genial».
    Intentar cambiar a la sociedad es una utopia y creo que siempre habrá este tipo de pensamientos tan negativos. Debemos considerar que quien actúa así es un cancer de la sociedad contra el que debemos luchar para que el sistema entero no se hunda.
    Y que muchos estemos trabajando duramente y que nuestros impuestos se tengan que ir para pagar el paro de estas personas, no lo entiendo.
    Culpo en primer lugar a esas personas que no han entendido las reglas de la sociedad. Reglas que por vivir en un país democrático tiene que aceptar y acatar. Pero en segundo lugar al Estado que es quien debe velar por el cumplimiento de las reglas. Pero claro, ahí entramos en política y ésta es otro tipo de mal que requiere un capítulo aparte.
    Un saludo

    Responder
  4. El desapego que sienten muchos trabajadores por su empresa no es algo que ha nacido ahora. Es normal que trabajadores a los que en época de bonanza han seguido perdiendo poder adquisitivo, no sientan la empresa como suya.
    En este sentido creo que es acertada la otra lectura del «a mi plin» que da Leo Borj en el primer comentario. Empresas que han optado por el «a mi plin» (especialmente en cuanto a pérdida de renta durante 10 años de relativa bonanza) ahora notan que, a nivel de demanda agregada, esos trabajadores no consumen lo suficiente.
    El problema, en mi opinión, es que todavía no se ha llegado a que la relación empresa-trabajador sea una relación win-win equilibrada. Por mi experiencia, el trabajador se involucra como parte de la empresa y rema en la misma dirección cuando se le motiva y respeta más allá de pagarle un sueldo. Pero en empresas en las que en ocasiones ni siquiera se cumple la ley (horas extras no voluntarias, sin remunerar, sin protección de riesgos laborales, etc)… quien siembra vientos, recoge tempestades.

    Responder
  5. Todo muy en consonancia con la realidad del individualismo español, pero veamos por partes. El obrero hace mucho que dejó de considerar tal por tener capacidad de consumo. El empresario dejó de serlo al pensar sólo en hacer caja y olvidarse que la empresa mayoritaria en España es la micro-empresa hecha precisamente de las personas que la componen, trabajan y hacen que haya beneficios. Por lo tanto, ‘el a mi plin’ tan típico español de hace unas décadas, si es que vuelve es porque todos somos culpables de ejercer como individuos y no como equipo para afrontar el problema. Si uno tiene responsabilidad (lo prefiero a culpa), el otro también. A ver si viviendo más intensamente la realidad aprendemos de los errores del pasado.

    Responder
  6. Esos comportamientos son completamente lógicos una vez que ha desaparecido la correlación entre beneficios empresa – beneficios trabajadores. No sólo con el factor del poder adquisitivo sino con el triste y cada vez más frecuente hecho de los despidos en empresas con beneficios. Para un trabajador que ve despedir a un compañero perfectamente productivo, esa relación win-win ha desaparacido posiblemente para siempre.

    Responder
  7. Hola Raúl.
    Efectivamente estos casos se dan con no poca frecuencia, he tenido alguna discusión por temas similares hace unas semanas.
    Pero, como bien apuntan algunos de los que han hecho comentarios, parte de la causa de esta indolencia también viene del propio planteamiento empresarial y enlaza con el resumen que muchos han hecho de la crisis:
    «Socialización de las pérdidas y privatización de las ganancias».
    O, como vi un día escrito en un escaparate:
    «Quien no quiso amigos en la alegría, no los busque ahora en la pena»
    Un saludo,
    Celestino Martínez.

    Responder
    • Como comentaba, no iba yo tanto en el sentido de «querer amigos», sino en de que la gente no se da cuenta de que el mal de la empresa es el suyo propio. Que es de puro egoismo querer que las cosas le vayan bien, porque de ello depende el bien individual.
      La batallita esa de la «socialización de las pérdidas y la privatización de las ganancias» no la soporto. Las ganancias pagan, para empezar, un 30% de impuestos. Sin olvidar los empleos generados, sueldos pagados… O sea, «en la alegría» las empresas reparten un montón de bienestar, tanto de forma directa como indirecta. Ahora, hay mucha gente que no quiere ver, y ya sabemos que no hay peores ciegos.

      Responder
  8. Hola Raúl.
    Esto que dices está claro, pero yo hablo desde el punto de vista del trabajador, que es al final de lo que estamos hablando.
    En muchos casos no hay políticas de motivación, ni al trabajador se le involucra demasiadas veces en los logros cuando estos son positivos, pero sí enseguida resulta afectado cuando éstos son negativos, de ahí lo distorsionado de su percepción.
    Creo que muchas veces es falta de pedagogía.
    De hecho, muchos trabajadores no saben lo que «cuesta» su empleo en cotizaciones, o los gastos y los impuestos que un empresario tiene que pagar. Todo esto hace que sea muy difícil la toma de conciencia de la realidad de la situación, y así es imposible que haya motivación.
    Y cuando hablo de motivación, no sólo estoy hablando de dinero, hablo de formación, de sentimiento de pertenencia a un proyecto, etc.
    Por supuesto que esto no es excusa para actitudes irresponsables, cuando no impresentables, pero creo que falta bastante «Orientación al Cliente» en muchas empresas con respecto a sus trabajadores.
    Un saludo,
    Celestino Martínez.

    Responder
  9. Raúl, el 30% del impuesto de las empresas no es para «repartir bienestar» sino para pagar los servicios que les proporciona el estado: carreteras, educación de sus trabajadores, policía, legisladores, jueces, etc. Que las empresas también utilizan mucho el tejido social, no nos olvidemos.

    Responder
  10. A mi me ha tocado vivir dentro de una gran empresa un cambio muy grande en la mentalidad de los trabajadores.
    Cuando entré a trabajar en esa empresa hace ya 13 años los empleados, gente que entraba de joven y se jubilaban allí, tenían un sentimiento de «empresa» muy arraigado. Todos miraban por el gasto hasta llamar la atención a los nuevos si se dejaban luces u ordenadores encendidos, cuidaban las formas por que eran la cara visible de la empresa, la forma de vestir, el trabajo se hacía hasta la hora que fuera necesario, si había que ir un fin de semana se iba a trabajar y punto, la empresa miraba por los trabajadores y sus familias, etc.
    En estos momentos la gente sólo piensa en cumplir, en escapar cuanto antes, los malos rollos entre compañeros son continuos, etc. etc.
    ¿Qué ha pasado en estos años para ese cambio?
    Fácil, la dirección de la empresa ha dado un giro enorme para subir cifras. Siempre ha sido una empresa rentable pero ahora esa rentabilidad se ha incrementado x1000 gracias a abusar de las personas, fomentar los enfrentamientos y la competencia interna para mejorar la productividad, política de R.R.H.H superagresiva, cualquier desviación de las pautas establecidas por la dirección implican un castigo inmediato con traslado a los peores destinos (casos sangrantes como el de una madre con un bebe de 6 meses q trasladan a mas de 1.000Km a un pueblo remoto sin ni siquiera guarderías), etc.
    En mi caso después de 13 años trabajando como subcontratado y viendo el panorama he decidido irme y dejar de aguantar estas injusticias. No merece la pena luchar por nada.
    No son sólo los trabajadores quienes han de mirar por la empresa, la empresa también ha de mirar por sus empleados. Por eso en casos como el que he vivido entiendo a la perfección ese tipo de persona que hace lo justo o menos e incluso se alegra de que no entre gente para así trabajar un poco menos.
    Saludos.

    Responder
  11. Es más, yo diría que el % de gente que razona así es alto, muy alto. Piensan que entre el tiempo «tranquilitos», que si los despiden los indemnizan, que luego se puede encontrar otra cosa…
    Para mí lo más sorprendente es que uno se pueda levantar por las mañanas para ir a perder un montón de horas de su precioso tiempo. Viví una época poco motivadora en el trabajo y no se la recomiendo a nadie, pero luego hay gente que parece que sueña con pasarse el día jugando al buscaminas. Más de la que parece. En fin.

    Responder
  12. Yo tengo la sensación de que en este mundo, en esta sociedad, han ganado los ‘malotes’ de la clase. Los que decían ‘me la suda’, los que pegaban el chicle en la silla. Los gamberros. Y que la buena gente, apocada y alejada de la grosería, está perdida. Perdida, en el sentido literal: no la encuentras. Al menos, no en lugares en los que brillar. No con éxito, no con pasta, ni con una vida feliz… A lo mejor se esconden para que ‘los a mí me la suda’ no lon encuentren y les acosen para que sean igual de ineficaces. Yo he tenido jefes que me pedían que me callara las ideas para no tener que trabajar. Y no había crisis… Conque ahora…

    Responder
  13. Ni todos los humanos son blancos ni son negros, los hay de muchos colores.
    Tanto hay empleados que por muy bien que les traten se la suda todo, como hay empresarios que merecen las mejores palabrotas del español. No sabría decir con seguridad si hay la misma proporción o gana alguno de los lados, pero si lo juzgo en base a mi vida laboral, ganan los empresarios hideput* por goleada.
    No me considero una persona que «daría la vida» por la empresa, porque a mi me «compran» mi fuerza de trabajo y soy trabajadora por cuenta A-J-E-N-A (ajena a beneficios pero también a pérdidas…aunque eso último no sea realmente verdad. En ninguna empresa de las que he estado hay programa para repartir beneficios o dar bonus por productividad…pero cuando hay pérdidas bien que las notamos en retraso en el pago de las nóminas, no nos suben el sueldo desde el año de la polka, no nos pagan complementos que nos tienen que pagar por convenio…¿sigo?).
    Cuando trabajo en un sitio que me gusta, como es mi caso actual, sí me preocupo por la empresa aunque incluso el mismísimo empresario pase kilos de ella, pero no tengo poder decisorio ni de ningún tipo como para poner algún plan en marcha, incluso a costa de que como mucho me den las gracias o me regalen unos mazapanes del Mercadona por Navidad (o de que me suelten un «De qué vas, a ti no te pago por pensar», muy manido en determinados círculos). Lo hago por mi propia responsabilidad profesional para con mi carrera, por puro orgullo, pero no porque la empresa concreta me importe demasiado. ¿Que de que vaya bien depende mi pan? Sí claro, y el de mis compañeros. Pero eso no significa que tenga que doblegarme a hacer horas de gratis, que se pasen mis derechos como trabajadora por la piedra y encima exponerme a que el Lord Jefe energúmeno de turno me ridiculice porque según él «No tengo ni pajolera idea».
    A mi si la empresa me trata como si fuera un número, yo a la empresa la veo como «esa cotización necesaria para llegar a la jubilación y pagar recibos mientras tanto». ¿Qué esperáis?¿Que encima vayamos diciendo «Si Bwana, lo que usté diga bwana»? Si veo que la empresa se parte el culo por mi (directa o indirectamente) no os preocupéis que yo me partiré el culo por ella.
    (perdón por el tocho)

    Responder

Responder a vliron Cancelar la respuesta