Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí


¿Quién debe marcar el ritmo?

Tortuga

Hace unas semanas, me interesé por un proyecto colaborativo que me apeteció. Me puse en contacto con quien lo lideraba, ofrecí mi colaboración… estupendo. Pasados unos días, hice mi primera contribución al mismo, y unos días después hice una segunda con la que completaba todo lo que podía hacer hasta el momento.
Había otras personas vinculadas al mismo proyecto. Un par de ellas habían hecho también el 100% de su contribución, otro par de ellas un 50%… y el resto un 0%. El caso es que hasta que no hubiese una masa crítica de personas contribuyendo, el proyecto no podía seguir adelante.
Había dos opciones: avanzar al ritmo marcado por quienes sí estaban contribuyendo (y dejar atrás a los que no, incluso sacándoles del proyecto), o seguir esperando y «animando» a los que no contribuían en espera de que lo hiciesen para avanzar. Hasta ahora se ha optado por la segunda, y creo que es un error.
Si una persona no ha contribuído pasado un tiempo razonable, es que no tiene ningún interés en hacerlo, y no lo va a hacer. En el mejor de los casos, después de mucho insistir, hará algo para cubrir el expediente… y así hasta la próxima vez. Pero siempre será una rémora, alguien a quien hay que insistirle para que aporte, un «peso muerto» que va a dificultar el avance del proyecto en vez de impulsarlo.
Mientras tanto, los que sí han contribuído a buen ritmo ven como, a pesar de dicha contribución, las cosas no van a ningún sitio por culpa de la tolerancia con los que se retrasan. Y llega un punto en el que se plantean qué sentido tiene dar pedales y esforzarse por impulsar un barco que en cualquier caso se va a mover al ritmo de los más lentos. Conclusión, ley del mínimo esfuerzo, «que tiren otros» y, si acaso la cosa remonta, ya veremos. Pero claro, si los que tiran dejan de tirar… pues proyecto moribundo o directamente muerto.
¿Cómo habrían sido las cosas de seguir el ritmo de los entusiastas, aun a riesgo (o a certeza) de dejar atrás a otros? Pues probablemente el proyecto tendría un nucleo menor, pero muy activo, que permitiría que fuese evolucionando poco a poco hasta acabar desarrollándose correctamente.
El café para todos, el «que nadie se quede atrás», es algo que desincentiva el esfuerzo y los avances. Porque mide a todos con el mismo rasero de la mediocridad.

14 comentarios en “¿Quién debe marcar el ritmo?”

  1. Utilizando términos ciclistas diría que el que no hay que esperar al que se descuelga del pelotón, ya que asi se puede mantener un buen ritmo de carrera.
    Si ese pelotón, aunque sea pequeño, marcha compacto y a muy buen tren, probablemente los rezagados se esforzarán para intentar alcanzarlo.

    Responder
  2. tanta razón, y la decisión de sacar a los pesos muertos a veces tiene consecuencias como que digan que eráis inaguantables o cualquier barbaridad para no quedar como que ellos no hacían nada. Pero el fruto de pasar de esta gente y seguir con la que vale, es lo mejor que puede pasar.
    cuando era pequeño en la escuela se hacían unos bailes, cada alumno juntaba a gente y lo preparaba, yo fui uno de estos chicos, tenía una idea, muy complicada, la primera ronda de gente que cogí la piefíe, la mayoría no quería hacer nada, se entretenían con tonterías, le decían a la profesora a mis espaldas que yo practicaba incluso en casa que era un fanático, que no era verdad, smplemente tenía más hablidad, el número cobró mucha popularidad por lo innovador, conseguí un sistema para que pareciera que estoy volando en el escenario, varios amigo me dijeron si podían entrar, pero estaba lleno, pero como no me fiaba de los que tenía decidí entrenarles a ratos por si las moscas, un día la cuerda se tensó demasiado y las personas que no hacían nada se fueron, desde el primer día tendría que haberlos cambiado, por suerte entraron los que estaba preparando, más los 2 del anterior que si tenían ganas, la energía, la fuerza y entusiasmo que transmitía el grupo era increíble, uno de los componentes, Ricart, en un ensayo se hizo daño en los ligamientos de una mano y aún así se negó en retirarse, aguantó con su mano todo el peso de mi cuerpo, con ayuda claro, increíble, durante años se recordó y se copió el espectáculo, todo gracias a la gente correcta, que diferencia pasar de estar con gente que dice pestes de ti por que ellos no sabían tener la misma actitud y que con otras personas hacer ese número nos unió aún más. No quiero ni imaginar cuantos proyectos han fracasado por culpa de no rodearse de la «buena gente» o cambiar a tiempo, e igual de las vidas destrozadas por rodearse de la «mala gente».
    perdón por extenderme, me salió sin querer.

    Responder
  3. Una verdad como un templo.
    Dejar lastre es la mejor opción y lo mejor es que no hacen falta excusas para echar a nadie, ellos solitos se han bajado del burro…

    Responder
  4. Conociendo el proyecto 😉 lo que puedo decir es que tampoco ha quedado nunca muy claro hacia donde iba, que ritmo se debía mantener ni que acciones debían tomar los participantes.
    Todo eso también es un factor para que la gente contribuya poco o nada. Por mi parte, soy de los del 50% (bueno, un poco menos) y la maldita falta de tiempo me obliga a dejar paso a otros que puedan hacerlo mejor que yo.
    Aun y así, como consejo general me parece muy bueno y aplciable a muchas situaciones.

    Responder
  5. Una gran teoría y buena forma de actuar, pero le voy a poner un pero.
    ¿Y si vas a necesitar más adelante a esos que se quedan atrás? Es el problema que encuentro yo, aunque avances sólo al lado de los otros «superguerreros», en la batalla vas a necesitar al resto del ejército, aunque sean soldados. Y puede que cuando estés luchando ya no puedas volver a por ellos o a por otros. Vaya símil más bélico y más tonto que me ha quedado.

    Responder
  6. Sacha, respecto al proyecto concreto, todo el mundo tenía la misma información. Y en esas mismas condiciones, unos han arrimado el hombro más, otros menos, y otros nada. El que quería hacerlo lo ha hecho, y el que no, pues no. Es el clásico «el que quiere, encuentra soluciones; el que no quiere, encuentra excusas».
    Lo honesto es decir eso, «no contéis conmigo». Lo que no puede ser es «contad conmigo» pero luego hacerse el remolón. En las cosas se está o no se está; el «sí pero no» es muy nocivo.
    Dani, ¿tú te crees que, si no han estado en el inicio, luego van a estar en la batalla? Da igual que luego «los vayas a necesitar» o no, simplemente no van a estar.
    Yo he cometido ese error alguna vez. Templar gaitas porque «había que cumplir». Y me arrepiento. El lastre es lastre siempre, no «evoluciona» a motor de la noche a la mañana.
    Joan, yo ni siquiera estoy hablando de «mala fe». Sino de prioridades distintas. Pero como decía antes, creo que hay que ser honestos primero con uno mismo y luego con los demás. Y si entre tus prioridades no está el apoyar el proyecto, descuélgate. Pero no hagas la goma.
    Guillermo, estoy muy de acuerdo. Es como cuando sale por ahí un grupo grande. Si se espera a que todo el mundo esté de acuerdo, no se mueve nunca. Lo mejor es que alguien tome la iniciativa, avance… y el resto le sigue. Y si no le sigue, pues tampoco importa mucho. Al menos, no se habrán quedado en el punto de partida…

    Responder
  7. Ya, pero aún teniendo todos la misma información, no es lo mismo tener toda la información que apenas estar informado. En el segundo caso lo más probable es que apenas nadie avance, esperando a ver que pasa; en el primer caso puede pasar, pero es más raro.
    A la gente hay que motivarla, especialmente si esperas que te ofrezcan un parte de su escaso tiempo libre.
    Y que conste que yo estaba en el lado de los que no deberían marcar el ritmo, por ponernos en situación 😉

    Responder
  8. Es de los posts «made in Raul». Estos son los que me hacen impacto. Me llevan a pensar y revisar cosas que me han pasado. Siempre hace falta que haya gente que cuente las cosas así.
    Conociendo y estando en proyectos colaborativos, tengo una sensación desigual. Con el blogbook, por ejemplo, hubo muchas dificultades en ciertos momentos, y era necesario «tirar de todos»….hasta un límite en donde el tiempo y la mayor disposición de otros hace que vayas tomando decisiones.
    En otros casos, creo que estoy de acuerdo con Raul. Hay que entender la diferencia entre «estar en el proyecto» o no. Eso nos ha pasado en alguno que Raúl conoce..;) aunque sigue teniendo vigencia en el tiempo y es posible que se relance con otra estrategia. Pero en este caso, el «no estar» de algunos, lleva a retrasos del impulso de otros. En esos casos, es mejor decir lo que Raul comenta: «No puedo o no quiero». Doy fé que Raul es de estos. Si puede dice Sí, si no puede o no quiere dice No. y no pasa nada.

    Responder
  9. En primer lugar debes planterte como quieres trabajar, si te desenvuelves bién con la informática y quieres trabajar con ordenador o no, debes saber cuál es tu objetivo:
    -¿hacer borradores de temas, apuntar ideas?
    -realizar grabaciones de calidad
    -utilizar arreglos electronicos para un directo etc.
    en función de lo que quieras hacer, estará lo que necesitas

    Responder

Responder a miguel Cancelar la respuesta