Vale, un título críptico. Hoy me ha salido así.
Empecé este blog en 2004, va para 15 años. Por aquel entonces el blog lo era todo para mí, mi única presencia online, mi único canal. Aquí iban todos los contenidos, y todas las interacciones online.
Pasó el tiempo y aparecieron las redes sociales. Facebook y Twitter. Y empezaron a absorber parte de la actividad online. Algunos contenidos empezaban a encontrar su lugar natural allí. Actualizaciones cotidianas, pensamientos a vuelapluma, enlaces para compartir… todo ello en un formato más ligero, y también más interactivo.
Y últimamente siento algo parecido con respecto al podcast. Algunas reflexiones que siempre habían tenido su espacio en el blog, ahora empiezo a sentirme más inclinado a hacerlas en el podcast. A veces hago el esfuerzo por publicarlas aquí y allá, pero cada vez tengo menos ganas. De alguna forma natural (todavía no tengo claridad respecto a los factores que influyen) «siento» que algunos contenidos encajan más en un sitio que en otro.
Así, mi presencia online va mutando. Donde antes sólo había un blog, ahora hay varios canales. A veces me pregunto si eso no diluye el foco y el impacto. Otras pienso que, si uso esos canales, es porque hay contenidos que encajan mejor en un sitio que en otro. Incluso desde la perspectiva de quienes estáis al otro lado cada uno tiene su preferencia, y no está mal poner una patita en cada sitio.
Como decía hace un tiempo en «para qué quiero las redes sociales«:
Pero en conjunto, con sus matices, todas forman parte de una misma forma de ver las redes sociales. Son una extensión online de mis inquietudes, un escaparate de lo que soy, y un “mensaje en la botella” que, con suerte, me permite conectar con otras personas interesantes.
Times, they change…