Hoy se ha publicado en El País «Asalariados del blog«, un artículo elaborado por Mercé Molist para el que me pidió mi opinión hace ya algunas semanas. Supongo que leyó alguno de mis posts al respecto, y le pareció que podía aportarle algo.
No conozco ningún artículo periodístico que deje 100% satisfecho a quienes participan en él, supongo que es complicado encajar las opiniones de los distintos entrevistados. Siempre hay recortes y matices que se pierden. Pero en este caso estoy razonablemente satisfecho con el resultado.
Creo que el artículo ilustra el mundo del blogging «profesional» de forma bastante ponderada. Se muestra la cara bonita, y también la menos bonita. Siempre que hay cifras de por medio se corre el riesgo de no acertar, pero ninguna me chirría demasiado (de hecho, puesto a chirriar, me chirrían más las «bonitas» que las «feas»). Me sorprenden algunas reacciones que he leído, acusando al artículo de ser «sesgado» o de suponer un ataque de la prensa tradicional contra el mundo del blogging. Personalmente (y creo que tengo una experiencia razonable en el mundillo como para opinar con conocimiento de causa) creo que, con sus carencias, el artículo es bastante equilibrado. Supongo que hay a quien le gustaría ver publicado un publireportaje de lo fantástico que es ser blogger profesional, pero creo que no se adecuaría a la realidad. En ese sentido, me gustó mucho un artículo que escribio Manuls (ex-compi de WSL, él sigue en ello) hace poquito: el realismo del blogger profesional. Es una actividad con sus pros y sus contras, y «vivir de ello» es algo fuera del alcance de la inmensa mayoría.
Hay algún punto adicional que, en el artículo, queda un poco descolgado y que creo que podría dar para una discusión interesante. Es lo que tiene que ver con la comparación de blogs (en el sentido de «empresas de publicaciones») vs. medios tradicionales. Yo apunto una serie de ventajas de los blogs (que son mayores cuanto mejor hechos están los blogs, que obviamente hay de todo), pero también alguna sombra relacionada sobre todo con la imputación de costes, las condiciones «laborales» y la opacidad fiscal (que obviamente también va por barrios).
bloggers
¿Y si no me leyera nadie?
El otro día leía un artículo sobre los trolls en Soitu en el que se recogía, entre otros, la opinión de Alfonso «Yoriento» Alcántara, que en su argumento (provocador, pero con chicha) de que trolls y bloggers son dos caras de la misma moneda, en la medida en que comparten la «eterna necesidad de llamar la atención y sentirse reconocido dentro de un grupo», decía lo siguiente (respecto a los bloggers):
Muchos dirán que no, que escriben porque les gusta o por motivos genéricos. Pero los que siguen es porque ven que cada vez son más leídos, aunque tengan poca audiencia
A raiz de esa frase, me dio por cuestionar mi propia experiencia. ¿Será cierto? Si voy camino de cinco años blogosféricos, ¿es sólo por esos motivos? ¿Hubiera sido diferente sin visitas?
Reconozco que yo he sido afortunado en ese sentido. En este tiempo mi blog ha ido creciendo de una forma tranquila pero constante. Desde muy al principio empecé a tener unas pocas visitas, algún comentario, algún enlace. Es verdad que también me lo «trabajé» (con cierta constancia escribiendo posts, aunque era algo natural porque era nuevo y apetecible; participando en conversaciones en otros blogs, de nuevo de forma natural; también me di de alta en alguno de los «directorios» que por aquellos tiempos existía), supongo que la temática del blog (por aquel tiempo no había tantos blogs «sobre la experiencia profesional») y el nick también llamaban algo la atención y que, en definitiva, a algunos de los que venían les gustaba lo que leían lo suficiente como para hacerlo de forma habitual.
El caso es que la mecha no tardó en prender, y desde entonces ese proceso de retroalimentación ha funcionado de forma constante y gratificante: visitas, enlaces, comentarios, suscriptores, enlaces entrantes, conversaciones… han ido fluyendo.
Pero… ¿qué hubiera ocurrido si no hubiera sido así? ¿Y si, a pesar de mis «esfuerzos», se hubiesen pasado las semanas sin prenderse esa mecha? ¿Y si después de dos o tres meses de dedicación al blog las visitas no hubiesen empezado a fluir, no tuviese ningún comentario, nadie me hubiese enlazado? Siendo realistas, creo que más pronto que tarde hubiese «tirado la toalla». Sin el refuerzo positivo que supone saberse escuchado, no le habría encontrado gracia ninguna al invento y me hubiese olvidado de ello.
Siempre he dicho que mantener un blog tiene algo de exhibicionista, sin duda. Y de egocéntrico también. Sin esos componentes, te limitarías a tener un cuadernito guardado en el cajón para apuntar ideas para ti. Si lo haces público es porque aspiras (con mayor o menor grado de intensidad) a que otros vean lo que haces/piensas, y a que otros te digan cuánto les gusta lo que haces/piensas. A generar reacción. Y a partir de ahí, sí, a intercambiar conocimiento y a establecer relaciones. Pero si sólo fuese «gritar en el vacío» o predicar en el desierto… seguramente uno se hubiera aburrido hace ya mucho tiempo.
Así que, por la parte que os toca, gracias por hacer de esto algo tan satisfactorio.
Impresor de chorretero
Hernán Casciari se ocupó de cerrar el Evento Blog, y de qué manera. Un discurso divertido (fiel a su estilo; también se puede escuchar en mp3), pero también con una notable carga de profundidad.
Quizás el fragmento que mejor resume su intervención es éste:
«Desde hace un cuarto de siglo vengo utilizando (para escribir mis cuentos y mis crónicas) las diversas herramientas de escritura que me proponen los tiempos: lápiz, cuaderno; tiza, pizarrón; bolígrafo, carpeta; máquina de escribir, folio A4; máquina de escribir eléctrica, folio carta; ordenador 286, wordperfect 5.0, formulario contínuo, impresora de chorro. Etcétera.
Nunca, en todo ese tiempo, a nadie se le ocurrió bautizarme cuadernero, ni pizarronero, ni carpetero, ni olivetero, ni wordperfectero, ni impresor de chorretero. »
El blog como mera herramienta. Muy potente, sí (nadie creo que lo dude a estas alturas). Pero herramienta al fin y al cabo. Y como buena herramienta, lo único que importa es qué hacemos con ella.
Hace ya tiempo que decíamos no ser bloggers («blogueeeeero»), si no «pelotudos que tienen un blog«. Y que lo deseable sería que «tener un blog» fuese algo tan corriente que resultase invisible de puro cotidiano.
Ésa es la muerte del blog que vaticina Casciari. La muerte de la herramienta como protagonista de la historia, y el retorno de los focos a quienes los merecen: las personas, sus ideas, su actividad, su talento…, que se apoyarán siempre el vehículo que mejor les sirva. Que ahora se llame «blog» o que mañana se llame de otra forma es, sencillamente, irrelevante.
Foto | Victoriano Izquierdo
Los blogs están muertos… ¡y una leche!
Leo con curiosidad el sobre el tema. Lo lanzaban hace unos días en Wired, y rápidamente se han apresurado a trasladarlo a los medios «patrios» (El Mundo, 20 Minutos).
¿Muertos? ¿Pasados de moda? Pero… ¿de qué me estáis hablando?
Es obvio que, desde 2004 hasta ahora, los «blogs» han cambiado. Pero su esencia sigue siendo la misma: dar la posibilidad a quienes no tienen recursos ni económicos ni técnicos de publicar su mensaje «urbi et orbe». Por supuesto que el planteamiento ha evolucionado: hay muchas más plataformas, más variedades (se suma la imagen, el video, el microtexto, los agregadores de enlaces…), más funcionalidades (especialmente el componente de red social). Hay gente que, para cumplir el objetivo básico de un blog (comunicar sus mensajes) está usando otras plataformas: a veces de forma complementaria, a veces de forma sustitutiva. No todo el mundo se siente agusto con la idea del blog, y necesita otros canales distintos, más inmediatos, con otros medios. No pasa nada, está bien. ¿Pero eso significa que los blogs están muertos?
Yo sigo escribiendo mi blog, y por muchos años. Cada día con más ganas, con más satisfacción, con más interés en el intercambio de opiniones de los comentarios. Y sigo leyendo blogs: lugares donde gente extraordinariamente interesante cuenta sus experiencias, sus opiniones, sus reflexiones. Cosas que, a día de hoy, no encuentran mejor acomodo en ninguna otra plataforma. También uso twitter, y flickr, y facebook y casi cualquier cosa que cae en mis manos. Y de ninguna manera sustituyen a mi blog.
Aceptemos que hay blogs comerciales y «profesionalizados» (suponiendo que eso sea malo; eso lo decidirá cada lector). Y que hay blogs falsos, y granjas de enlaces, y gente que se deja llevar por conseguir unos euros, y agencias de comunicación que cuelan sus notas de prensa, empresas que quieren usar a los bloggers… un montón de cosas que pueden «restan frescura». Pero ya lo he dicho más veces: si hay en tu «radar de lectura» cosas que no te gustan…no es culpa de «la blogosfera». ¡Es culpa tuya por no seleccionar bien! Aunque asumiésemos que el 99% de los blogs son irrelevantes, spam, falsos, «faltos de frescura», dominados por intereses oscuros o cualquier otro problema que se nos ocurra… ¡el 1% restante es extraordinario! Gente con conocimientos, con pasión, con interés por comunicar… que habla de los temas más diversos que uno se pueda imaginar.
¿Los blogs muertos? Venga, hombre, no me hagas reir.
Intuyo que hay una agenda oculta en todo esto. Los mismos que pusieron a los blogs de moda hace unos años ahora quieren echarles tierra por encima. Quizás no les guste eso de que haya contenidos de calidad en internet, y quieren seguir con el formato tradicional de «yo soy el único que genera contenidos y el único al que merece la pena atender». O quizás es que quieran arrimar el ascua a alguna de sus sardinas (en forma de intereses en alguno de los productos que pretendidamente sustituyen a los blogs). O quizás sólo armar un poco de barullo.
O quizás es que haya gente que todavía no haya entendido de qué va esto, y piense que salir en los rankings, acumular lectores, tener muchas páginas vistas (vengan de donde vengan) o salir bien posicionados en Google… es el objetivo. Evidentemente, si hay más gente generando contenidos, la expectativa de audiencia media desciende y hay menos espacio para convertirse en un «fenómeno de internet»
¿Pues sabéis qué os digo? Que con vuestro pan os lo comáis. Yo seguiré con mi blog, y seguiré leyendo los blogs interesantes que ya leo, y seguiré descubriendo nuevos blogs escritos por gente tremendamente capacitada que habla sobre las materias que a mí me interesan. Y me da igual que «blog» sea una palabra que no vuelva a acaparar una portada de revista, o que los periódicos decidan dejar de llamar «blog» a sus columnas de toda la vida, o que los «bloggers influyentes» cierren sus blogs. Porque nada de eso significa, en realidad, que estén muertos. Yo, desde luego, los veo más vivos que nunca.
Publicidad en Nireblog
Nireblog (y, en general, todos los productos de la familia Nirelandia) es un proyecto que quizás avanza de forma más discreta que otros que se dan más pisto. Si tuviera que definir con una palabra el proyecto, encabezado (porque tiene un marcado carácter colaborativo) por David «Ketari» González y Lorena «Loretahur» Fernández (con quien he tenido la oportunidad de compartir algún rato gracias a Aprendices), quizás sería «honesto«. Gente que trabaja poniendo en marcha ideas, con mucha dedicación altruista, muy cerquita siempre de sus usuarios, derrochando entusiasmo.
Ayer anunciaban la puesta en marcha de un nuevo enfoque para la publicidad en sus sitios. Una barra de iconos 16×16, a razón de 15 euros al mes, que se mostrará en todos los blogs en castellano de Nireblog (excepto en aquéllos que paguen para no mostrarla). Actualmente son más de 40.000 blogs.
Obviamente, no todos son blogs activos. Y habrá que ver en cuántas páginas vistas se traduce eso (David da algunos detalles de la actividad de Nireblog). Y francamente tengo mis dudas de que la tasa de conversión del icono en clicks sea muy elevada. Pero ¿sabéis qué? Yo he comprado uno de esos cuadritos: por 15 euros merece la pena probar. Y en el peor de los casos (que la publicidad no sea muy efectiva, aunque eso es algo que habrá que ver a lo largo del tiempo: igual es un prejuicio mío sin más) habré aportado un granito de arena a sostener un proyecto que me inspira «buen rollo».
[Actualización: como bien me han apuntado, había puesto «Nireblogs» en vez de «Nireblog», que es lo correcto, en todas y cada una de las menciones. Sorry!]
Los A-list no existen
Eso es lo que creo. Que los A-list bloggers, o los blogstars, no existen. Pero empecemos por el principio.
Dentro del mundo de los blogs, hay un lugar común consistente en ponerle la etiqueta de «blogstar» o «A-list blogger» a un determinado grupo de bloggers. ¿Quiénes son? Depende a quienes le preguntes, pero nombres como Enrique Dans, Julio Alonso, Microsiervos, Eduardo Arcos, Antonio Ortiz, Martín Varsavsky… saldrían en muchas de las quinielas. Y unida a esa etiqueta, se les asignan una serie de características: que si están endiosados, que si se creen en posesión de la verdad, que pretenden controlar la blogosfera y decir lo que está bien y está mal, que deciden vetar a unos y pelotean a otros… Pareciera, oyendo estas teorías, que el círculo de los blogstars es una especie de sociedad secreta que maquina su plan de dominación mundial en oscuros sótanos al abrigo de la mirada de «los bloggers de a pié».
Y, honestamente, creo que no es así. Todos los que reciben el nombre de «blogstars» son tan «bloggers de a pié» como cualquiera. Con un pequeño detalle: les lee mucha gente más que a la media. Pero nótese el matiz: son otros los que les leen, es un factor exógeno a ellos. Dudo mucho que ninguno de ellos haya querido ser «blogstar», que haya sido algo elegido y perseguido. En el mejor de los casos, es sólo una consecuencia de la gente que decide leerles, pero no una decisión suya.
¿Y por qué han llegado a tener tantos lectores? Pues mi visión está muy clara: el factor principal es que ya estaban aquí antes que la inmensa mayoría. Sí, claro, también importa el «no hacerlo mal» o el tener determinado estilo (no me atrevo a llamarlo talento). Pero lo relevante es que cuando los bloggers eran pocos, era más fácil llamar la atención inicialmente. Era más fácil tener una relación cercana entre todos ellos. Hablaban unos de otros, se enlazaban, quedaban a tomar cañas. A medida que otros fuimos incorporándonos a la blogosfera, ellos eran lo que nos encontrábamos, ellos eran lo que nos acostumbrábamos a leer, ellos eran lo que nos acostumbrábamos a enlazar. Y ese proceso se ha ido repitiendo, contribuyendo a hacer crecer la bola de nieve. Pero insisto, somos nosotros (lectores, comentaristas, enlazadores) los que les hemos dado ese rango. No ellos quienes se lo han asignado a sí mismos.
A raiz de ese número de lectores (que, insisto, es algo exógeno), a esos bloggers «les cae encima» una repercusión y una notoriedad que otros no tienen. Cualquier cosa que digan tiene más impacto, genera más comentarios, más enlaces y más posts que si ese mismo artículo lo firma otro. Es de cajón: asumiendo un determinado porcentaje de comentarios por cada mil visitas, si se aplica sobre una base mil veces mayor, se generan mil veces más comentarios. Me recuerda un poco la historia del Gran Héroe Americano: un tipo normal al que, de un día para otro, se le conceden una serie de poderes que ni ha pedido, ni sabe usar. Simplemente, los tiene.
A partir de aquí, cada uno ha gestionado ese «poder» lo mejor que ha sabido o podido, dependiendo de su forma de ser. Vuelvo a la analogía del Gran Héroe Americano: ¿qué hubiéramos hecho, cada uno de nosotros, si nos hubieran dado esos poderes? Alguno habrá tratado de seguir blogueando como si nada, alguno se habrá dado cuenta del potencial que tiene y habrá buscado aprovecharlo, alguno se habrá «emborrachado de poder» y se le habrá subido a la cabeza… pero dudo mucho que exista una reacción común, ni tampoco una voluntad común de erigirse en portavoz de nada, o de manipular a nadie o de pontificar. En última instancia, es algo con lo que se han encontrado.
Y en ese grupo, como en cualquier sitio, habrá de todo. Habrá quien nos caiga mejor o peor, con quien estemos más de acuerdo o con quien estemos menos. Pero estoy convencido de que eso no deriva de ser «blogstar» o no; nos caerían igual de bien o de mal si tuviesen un blog minoritario (o no tuvieran blog) y nos los presentasen en un bar. A lo que voy es que no existe un rasgo común que les identifique como «blogstars», más allá de compartir un elevado número de lectores. Algo que, por cierto, en un momento dado puede generar comportamientos que refuercen una cierta imagen de lejanía: unos cierran los comentarios, de otros se dice que no contestan los emails o que no participan en los comentarios de la conversación, o que son unos «estiraos» que no devuelven el saludo cuando les dicen algo por la calle… la cuestión es que siempre juzgamos esos comportamientos con nuestra vara de medir: «yo no cierro comentarios, yo respondo siempre los emails». Pero… ¿qué haríamos si tuviésemos un volumen de 1000 veces los comentarios que tenemos, o recibiésemos 1000 veces más emails de los que recibimos, o hubiera desconocidos que nos saludan por la calle o quieren sacarse fotos con nosotros? ¿Nos hacemos una idea de lo que eso supone? ¿Podríamos seguir tan pichis, o acabaríamos comportándonos igual que hacen ellos? A mí la respuesta me parece obvia. Es muy fácil criticar cuando uno no se pone en el lugar del otro.
¿Y por qué son siempre los mismos? ¿Por qué es un círculo que no se amplía? Por mera fragmentación de audiencias. Cuando había pocos blogs, aunque también había pocos lectores, tocaban a un buen puñado de lectores por blog. Y aunque es verdad que el número de lectores ha crecido, el número de bloggers lo ha hecho mucho más que proporcionalmente. La audiencia media que le toca a un nuevo blog es un puñado de lectores, y gracias. Cada vez es más difícil que te lean, cada vez es más difícil que te enlacen, cada vez es más difícil que otros te conozcan. En definitiva, cada vez es más difícil conseguir una audiencia masiva que haga que tus palabras tengan esa repercusión.
Conozco a algunos de ellos. No son una raza aparte. Son gente normal con un blog que, casualidades de la vida, a mucha gente le da por leer. Ni más ni menos.
Conblogatoria mejorable
Hoy he recibido un email en el que una entidad financiera (Bankinter, en concreto) hacía una «conblogatoria«: una invitación a un evento para «conocer con carácter exclusivo la estrategia y los nuevos servicios en web 2.0». Pues muy bien. No diría que es «spam» (como sí me pareció en el caso de Nokia, que no tenía nada que ver conmigo) porque no deja de ser una temática en la que podría estar interesado (aunque lo cierto es que tampoco he dado nunca mi dirección de email a Bankinter con este objetivo; por lo que la probabilidad de que forme parte de una «lista de distribución» que han recopilado sin más es elevada).
Pero bueno, que dejando al margen ese detalle de la procedencia de mi dirección, hay una serie de cosas mejorables en la invitación; partiendo del hecho de que puede ser una temática interesante, hay algunos puntos que hubieran incrementado mucho las probabilidades de asistir al evento.
- ¿Quién manda el mail? Lo manda una persona a quien no reconozco. No sé quién es. Por ese nombre y esa dirección no figura en mi archivo de email. Quizás sea alguien que me conoce (¿un lector del blog? ¿un follower de twitter?), pero así de buenas a primeras… para mí simplemente es «alguien del departamento de comunicación de la entidad financiera». O sea, cero vínculo personal. Si te invita un amiguete a una cosa de estas, es mucho más probable que vayas que si te invitan «corporativamente».
- Tampoco hay ninguna presentación ni mensaje personal. No hay un «hola, soy fulanito, nos conocemos de…» (algo que me permitiese «reconocer» a esa persona, o situarla mínimamente) o «hola, soy fulanito, no nos conocemos pero sabemos que en tu blog X tratas temas de…» o «me ha hablado menganito de ti y por eso creo que puede interesarte…». No hay nada que permita contextualizar el mail, saber por qué me llega. Una invitación «estándar», supongo que la misma que han enviado a otros cuantos.
- Finalmente, me llega la invitación un martes… para un evento que es el jueves. Hombre, no sé; yo creo que si realmente se tiene interés en que uno vaya a un sitio, se le invita con una cierta antelación, ¿no? A mí desde luego (y más teniendo que hacer desplazamiento) las convocatorias de un día para otro no tienen muchas probabilidades de convencerme; qué menos que una semana para poder hacerte una composición de lugar, decidir si vas o no vas, organizarte…
En definitiva, que si fuese algo que me interesase mucho, mucho, seguro que obviaría este tipo de cosas e iría. Es decir, que no voy porque no me interesa, no porque sea un integrista. Pero estoy convencido de que hay mucho que mejorar en la relación con los bloggers. No se trata de «poner un blogger en tu evento«, así sin más. Si se quiere una relación provechosa con los bloggers (que seguro que puede existir) es necesario enfocarla con una visión de largo plazo, cuidando la relación con ellos a lo largo del tiempo. Si se buscan resultados a corto plazo y de “bajo coste” (sin invertir el tiempo y el “cariño” necesario para fraguar una buena relación), es difícil conseguir nada demasiado interesante.
PD.- Me doy cuenta de que me estoy convirtiendo en un poco cascarrabias con este tema (no diría que llorón, sino quizás demasiado tiquismiquis) y que a este paso ninguna empresa va a querer invitarme nunca a nada… pero es que… no tengo interés en que departamentos corporativos de empresas con las que no tengo ninguna relación «me usen» para sus fines. Yo quiero tener relaciones con personas, no con «empresas». Si de esas relaciones personales deriva un componente empresarial, no tengo ningún problema. Pero son las personas lo principal, lo relevante.
Actualización: esta tarde me ha llamado Dioni Nespral, para contarme (sin haber leído este post) que él había sugerido mi nombre (imagino que el de otros cuantos más). Fíjate si no hubiera cambiado la película (aparte de lo de los dos días de antelación, que me parece poco prudente en todo caso) si en el mensaje te dicen «hola, soy fulanito de Bankinter, Dioni Nespral nos ha hablado de tí porque cree que podrías estar interesado en este tema»).
Cuanto dinero gana un blogger, y cuánto debería de ganar
Estaba escribiendo un comentario en Loogic sobre la desaparición de Negocios Beta, pero la conversación en comentarios había derivado hacia el modelo de negocio de las redes de blogs, a cuánto cobran los bloggers… y me he encelado en mi comentario, tanto que he decidido convertirlo en post porque estaba quedando muy largo allí. Para más contexto, ir a los comentarios del post referenciado.
(Disclaimer, por si acaso: he sido editor durante años en distintos blogs de Weblogs SL, y también miembro del equipo de gestión; pero ni soy actualmente ni he sido nunca socio, ni actualmente trabajo como editor ni soy miembro del equipo de gestión)
Sobre la remuneración en las redes de blogs, yo siempre lo he visto como un «hobby remunerado», no como un trabajo a tiempo completo. Así lo he vivido yo, y así se lo he explicado a quien me ha preguntado. Con esa perspectiva, yo he sido editor durante muchos meses (años), y no tengo mayor queja. No sé muy bien cuáles son las expectativas de algunos, pero los blogs no son un maná que cae del cielo: se ingresa lo que se ingresa, y eso da para pagar lo que da para pagar. Es un dinero «extra» por algo que «harías gratis» (porque se supone que es tu pasión, porque se supone que ya tenías un blog en el que escribías de lo mismo sin ver un duro, etc.). En todo caso, cada uno es muy libre de aceptarlo o no. Conozco mucha gente que lo ha aceptado con gusto, y otra tanta que ha considerado que no le merecía la pena la «exigencia».
Si alguien se lo quiere plantear como trabajo a tiempo completo, estupendo: hay posibilidad de ganar bastante (pero haciendo muchos posts y en blogs que funcionen bien en términos de tráfico e ingresos: no todos son iguales). Ahora, sorprende ver cómo hay gente que pretende ganarse la vida escribiendo en sus ratos libres; que esto no es jauja, oigan. Si quieren ganarse la vida tendrán que currar sus 8-9 horas como en cualquier otro trabajo. Y hablo de «ganarse la vida»; no me refiero a forrarse, sino a ganar un sueldito normal. Y es que uno diría que a muchos se les ha llenado la cabeza de pájaros pensando que puede tener uno un buen pasar dedicándole un ratito al día (y no todos; de vez en cuando, que tampoco hay que herniarse) a escribir sus cosas en un blog.
Parece también que hay quien piense que uno tiene que cobrar como un consejero delegado por escribir en un blog, «yo es que por menos no escribo». «Trabajo basura», he llegado a leer. ¿Pero cuánto crees que vale (y me refiero a valor otorgado por el mercado, que es lo único que importa), alma de dios, lo que sale de tu cabeza y escribes con tus dedos en el teclado? Hay gente que se valora mucho a sí misma… cuando la única valoración real es lo que el mercado (en este caso los lectores, los anunciantes…) está dispuesto a pagar por ello. Si tus contenidos son tan extraordinarios que la gente viene en masa a leerlos, y los anunciantes se pegan por poner sus anuncios en ellos, no te preocupes que ganarás dinero. Pero en los blogs (como en la literatura, el periodismo, la música, la consultoría, la investigación, el deporte y me atrevería a decir que cualquier otra dedicación humana) esa condición está reservada al 0,01% de la población; el 99,99% es un «obrero», que tiene que currárselo todos los días para ganarse un sueldito. Las «estrellas» que generan millones sólo con levantarse de la cama son la excepción, no la regla.
«Trabajo basura», dicen. Al menos, en esto se trabaja en un entorno la mar de cómodo, sin horarios, hablando de lo que a uno le gusta/interesa, cómodamente sentado delante del ordenador en su casita. Desde luego, no son las condiciones de un teleoperador, ni de un cobrador de peaje, ni de una cajera de supermercado, ni de un albañil de la construcción, ni de un montón de otras profesiones mucho más sacrificadas y peor remuneradas. En todo caso, de nuevo, una opción. Siempre me hace gracia la gente que acaba diciendo que «una señora de la limpieza ganaría más que yo»… pues macho, coje la fregona y la escoba y a «forrarte». Mercado libre, oferta y demanda que determinan el valor.
Al menos en WSL, la ecuación está clara: si haces ganar dinero a la empresa (porque escribes mucho, porque tus posts atraen tráfico, porque la temática que tratas atrae a muchos anunciantes que pagan mucho), tú ganarás en proporción. Pero si no atraes dinero (independientemente de lo bueno que te consideres, de lo geniales que creas que son tus posts o de lo mucho que tú valores tu tiempo), no puedes esperar recibirlo: si no consigues atraer dinero, ¿de dónde pretendes que se te pague?
Luego está el tema del «secretismo» de los sistemas de remuneración en las redes de blogs: al menos el caso que yo conozco, nunca ha habido ningún «secretismo». A quien se ha mostrado interesado (y nos ha parecido que tenía potencial) se le ha explicado claramente el sistema de remuneración, con sus mecanismos de funcionamiento. No hay una cantidad X, porque el sistema depende de la contribución de cada individuo, pero todos los elementos están claramente definidos y es bastante sencillo calcular. Ahora bien, tampoco se trata de publicarlo a bombo y platillo, por una mera cuestión de discrección (¿alguien conoce alguna empresa que publique sus sistemas de remuneración, más allá de lo que ponga el convenio colectivo de turno?). Joder, si la mayoría de ofertas de empleo que uno ve ni siquiera ponen el sueldo que ofrecen… y aquí lo llamamos «secretismo».
En definitiva: el trabajo en las redes de blogs es lo que es. Con unos sistemas o con otros, al final se paga a los bloggers en proporción a lo que gana la empresa. Y hoy por hoy las redes de blogs son un negocio en el que el ingreso por unidad de contenido es el que es, y ese ingreso hay que repartirlo entre empresa (que tiene que cubrir unos costes operativos, además del margen de explotación) y blogger. Y da para lo que da, porque el tráfico es el que es y el CPM de la publicidad es el que es. A mí también me encantaría que me pagasen a euro la palabra, pero vaya, resulta que el mercado no lo tolera. Mecachis… qué injusta es la vida del blogger.
Vacaciones blogueras
Hace casi tres años que empezó la aventura de El Blog Salmón. Desde entonces, puede decirse que soy «blogger profesional» o, por decirlo de otra manera (más correcta, creo), «blogger a sueldo». A El Blog Salmón se unión más tarde ¡VayaTele!, y luego El Blog Hipotecario, y El Blog de FOX, y en fechas más recientes Pymesyautonomos. Todos blogs con unos determinados compromisos que he ido cumpliendo mes tras mes, durante todo este tiempo… hasta ahora.
Porque me he saturado. A mediados de diciembre escribí mis últimos posts. Coincidió con el inicio del periodo navideño (que para mí implica viajes) y con el inicio del nuevo proyecto en el que me he embarcado. Ninguna de las dos cosas, en todo caso, eran suficientes para hacerme «dejar de bloguear» por sí mismas: en anteriores ocasiones también he tenido circunstancias similares. De hecho, en mis viajes me llevé toda la parafernalia necesaria para bloguear. Pero me daba una pereza terrible. Simplemente, no me apetecía bloguear.
En realidad, ya llevaba una época con esa sensación. La de que estaba blogueando más por obligación que por diversión. Que no escribía «porque tengo algo interesante que me apetece contar», sino que como «tengo que escribir x posts, a ver qué encuentro de lo que pueda hacer un post». ¿Resultado? La sensación de que en muchas ocasiones acababa haciendo posts «de relleno», totalmente prescindibles para mí y para quien pudiera leerlos. «¿He aportado algo escribiendo hoy? ¿He contribuído a que mejore la calidad de los contenidos en internet? ¿Me he divertido haciéndolo?». Si no hay respuestas positivas a esas preguntas… malo.
Lo cierto es que hace unos meses pensé, ante mi «periodo sabático», que dedicar unas horas al día a «ser blogger a sueldo» era una buena idea. Incrementé mi ritmo de contribución a los blogs en los que ya estaba, y me apunté a alguno más. Pero lo cierto es que no ha resultado como esperaba. Sí en la parte económica (donde no me puedo quejar del resultado), pero no en el grado de «diversión» que creía iba a suponer. En algunos casos, la temática del blog me venía grande (con lo que en vez de escribir de forma natural, me las veía y me las deseaba para hacer cuatro posts medianamente decentes). En otros, simplemente, ocurre que no tengo tantas cosas que decir (¿las hay, realmente?) como para generar x contenidos al mes. No al menos con el grado de profundidad y conocimiento que creo que son necesarios para que esto merezca la pena.
Porque creo que bloguear tiene sentido (para el blogger) si lo hace con pasión y diversión. Siempre he considerado que bloguear por dinero tiene sentido en la medida en que es un «hobby retribuido»: algo que harías igualmente gratis, porque te divierte y te apasiona. En ese caso, obtener un rendimiento económico a esa pasión y a esa diversión es la cuadratura del círculo. El problema viene cuando pones «el carro antes que los bueyes», y empiezas a obligarte a escribir más de lo que te realmente te apetece, o sobre temas que no te apasionan realmente, con un fin económico. Entonces, la gracia desaparece.
Creo que es lo que me ha sucedido a mí. Sobrepasé la línea. Y me cansé. Adicionalmente, se ha unido una reflexión de corte estratégico: «¿Para qué me sirve bloguear?» «¿A qué objetivo sirve?» «¿Me permite posicionarme de alguna forma?» «¿Me permite mejorar mis habilidades en alguna dirección?». Es una pregunta interesante, porque en algunos casos la respuesta es que bloguear sirve «para bloguear» (sin más; lo cual cuando es divertido per sé está bien, pero si no lo es…) o «para ganar unos euros» (sin más; no está mal, pero tampoco se justifica por el dinero). Que no contribuye a ningún objetivo de carácter superior, que no te hace avanzar en ningún orden.
Sobre esta base, he tomado algunas decisiones con el fin de devolver las aguas a su cauce y acabar con esta situación:
- El Blog de Fox (un blog en el que me costaba bastante escribir, habida cuenta de la nula colaboración de la cadena en el flujo de contenidos y de que no sigo en realidad casi ninguna de las series que ofrecen) terminaba el pasado mes de diciembre. Un problema menos.
- El Blog Hipotecario me venía definitivamente grande. Mis conocimientos sobre el mundo hipotecario son demasiado superficiales como para escribir de forma regular en un blog tan especializado. Y tampoco es un mundo en el que me apetezca ni interesa profundizar. Por lo tanto, he decidido simplemente abandonar el equipo de edición.
- ¡VayaTele! ha sido divertido durante algunas épocas. Pero hace ya tiempo que prácticamente no veo la televisión. Apenas una horita al día, dedicada a alguna serie de la que probablemente ya esté todo dicho (nada de «ritmo americano»). Por lo tanto, se me hacía muy cuesta arriba escribir contenidos de primera mano, y acababa recurriendo a comentar «noticias» de forma un tanto rutinaria. Y teniendo en cuenta que tampoco es un mundillo en el que me interese lo más mínimo posicionarme, también he decidido dejar este blog.
- En cuanto a El Blog Salmón, la situación es diferente. El Blog Salmón es «mi blog», estoy en él desde el primer día. Y normalmente he escrito a gusto en él, y es una temática que sí tiene más afinidad con mi perfil. Lo más normal es que siga adelante, aunque he decidido tomarme un descanso de unas semanas. Quiero despejarme, quitarme de encima la sensación de «bloguear por obligación», y dejar que las ganas de escribir vuelvan por sí mismas. Lo que tengo claro es que, si vuelven, será eso exactamente lo que escriba: lo que me apetezca y cuando me apetezca. No tengo que batir ningún record. No se trata de eso.
- Por último, con Pymesyautonomos tengo más dudas. La idea a priori me atraía, como una extensión de mi actividad en El Blog Salmón. Pero no sé si es que ha llegado en mal momento (sintiéndome saturado por el resto de temas) o qué, pero no estoy muy seguro de ser capaz de aportar cosas «con miga». Mis conocimientos del mundo empresarial (a nivel «operativo») son los que son, y al final me veo escribiendo siempre sobre «espíritu emprendedor» y cosas similares… que bueno, están bien, pero no dejan de ser dar vueltas a los mismos temas una y otra vez… En fin, en este caso lo que vamos a hacer es dejar que las cosas vayan cayendo por su propio peso; si entro en una dinámica positiva estupendo, y si no encuentro el punto satisfactorio, lo dejaré tranquilamente.
En definitiva: le he dado un revolcón a mi relación con los blogs «profesionales». Quiero recuperar el espíritu de la pasión y la diversión al escribir. Quiero escribir en la medida en que contribuya a mi desarrollo, porque sólo entonces tendrá sentido para mí, y sólo entonces tendrá sentido compartirlo con otros. Puede que sin pasión y sin diversión escribiese cosas útiles para los lectores (¿por qué no?), pero si no disfruto del trayecto, entonces no merece la pena.
Así son los bloggers
Me gusta mucho la definición
Ni estrellitas, ni vedettes ni nada que se le parezca: gente normal, que hablan de cosas que les gustan, que poseen medios sencillos de producción, y que se convierten en influyentes o no sólo en función de su comportamiento y su trabajo.