Hoy se celebra el Día sin Coches, y en medio del revuelo mediático/tuitero, me he puesto a pensar. Ocurre que nuestro coche va ya por los 240.000 km, y llegará el día en el que haya que prescindir de él, y quizás sea el momento de plantearse… ¿podría vivir sin coche?
(Nota: por poner en situación, para quien no lo tenga presente, vivo en Aranda de Duero, un pueblo de 35.000 habitantes en medio de Castilla y León. Y eso influye (con pros y contras) si comparamos la situación con alguien que viva, por ejemplo, en Madrid.)
En el día a día en el pueblo el coche básicamente no lo utilizamos para nada. Puede pasarse la semana completa sin tocarlo, durmiendo el sueño de los justos en el garaje. La excepción sería alguna vez que tenemos alguna actividad extraescolar en las afueras o algo de vida social en algún pueblo cercano; ahí, sin coche, todo sería un poco más complicado. Pero hay un pequeño servicio de autobús urbano (que nunca hemos usado, pero creo que suficiente como para llegar a la mayoría de sitios a los que tenemos que ir), hay taxi (que para cosas ocasionales podría solucionarte la papeleta), e incluso podríamos coger costumbre de movernos en bici (los críos ya van siendo más mayores, aunque lo de ir en bici por las calles me sigue poniendo bastante nervioso).
Luego están mis desplazamientos, más o menos habituales, a Madrid. Aquí tengo una línea de autobuses que es razonablemente cómoda pero que me supone un problema con los horarios: por la mañana te obliga o bien a madrugar un huevo, o bien a llegar a Madrid a media mañana (lo cual, bueno, no es para tanto). Y por la noche tengo hora límite a las 22:00, lo cual te invalida algunos planes nocturnos. Aunque estoy pensando que, en el peor de los casos, podría jugar la baza de pernoctar en Madrid y asunto arreglado.
Para moverse por Madrid, normalmente podría sin demasiado problema hacerlo en transporte público (y más cuando son desplazamientos «intra-día», es decir, fuera de las horas punta). Alguna vez tengo que ir un poco más a las afueras, y puede que eso fuese más incómodo… pero tampoco es lo habitual.
O sea, que para la vida «cotidiana» podría prescindir del coche casi al 100%, con alternativas razonablemente cómodas (más incómodas que el coche, sí, pero dentro de un orden razonable).
Mi problema lo veo sobre todo con los desplazamientos familiares. Tenemos familia fuera, por lo que cada pocas semanas toca un viaje de fin de semana de cuatro personas más equipajes. Las conexiones interurbanas de transporte público no son nada cómodas/flexibles (ni en horarios, ni en duración del viaje, ni en la conexión «estación-lugar de destino», ni en precio…), por lo que quedarían básicamente descartadas (para una ocasión especial te lo puedes plantear, pero si eso sucede cada cuatro-cinco semanas… puf). Con las vacaciones pasaría tres cuartas partes de lo mismo, con el factor añadido del uso del coche en destino. «Pues puedes alquilar»… pues sí, es cierto. Lo malo de vivir en un pueblo es que las opciones de alquiler son escasas (si es que existen; en mi caso no hay ninguna de las típicas empresas de alquiler, sólo tengo localizada una empresa local que no tengo ni idea de qué tal funciona).
El tema económico es otra historia; nunca me he puesto a hacer las cuentas en serio, pero vamos, entre lo que cuesta el coche en sí, el seguro, las reparaciones (la semana pasada salí con 1.650 euros menos del taller por «cuatro cositas»), la gasolina, el garaje y los parkings… apuesto a que se podría disponer de un presupuesto amplio para gastarse en taxis, alquileres, transportes públicos y lo que haga falta.
Sospecho que todo esto del coche tiene mucho de cultural, de paradigma con el que naces y se te hace difícil cambiar. Siempre ha habido un coche en mi vida, y me he acostumbrado a usarlo sin cuestionarme demasiado si puede haber una alternativa. Se te hace raro, difícil, incómodo… imaginarte sin coche. Además, una vez que lo compras, ya te desentiendes de la decisión por al menos diez años, «el daño ya está hecho».
Pero si lo piensas de verdad…
coche
Midas me arregla el pinchazo
Al salir de viaje hemos visto un neumatico pinchado. En Midas me estan cambiando la rueda y atendiendo genial
Actualización: no era un pinchazo, sino que la rueda estaba hecha puré (y no, no tenía tantos kilómetros… creen que pueda haberse desequilibrado el eje y provocado un sobredesgaste). Lo curioso (y aterrador) es que el jueves hice 350 kilómetros con esa rueda, aparqué a medianoche y hoy, la siguiente vez que he ido al coche, estaba así: podía haberme dejado tirado en mitad de la noche en mitad de la meseta o, lo que es peor, haber reventado en pleno viaje. Mejor no pensarlo.
Por cierto, lo dicho, en Midas de Aranda de Duero me han tratado genial. Me han atendido superrápido, ha venido un mecánico a mi casa para poder sacar la rueda, llevarla al taller, cambiar el neumático y volver a casa a montarla. Luego he ido yo al taller para cambiar la rueda del otro lado (dicen que conviene cambiar a la vez las ruedas del mismo eje) y que echaran un vistazo a las de atrás, por si acaso. Los dos mecánicos con los que he tratado y la mujer que estaba en el taller han sido amables, cercanos, discretos, atentos… excelente trato, vamos (y no, no me han hecho ningún descuento que motive estos halagos… los trescientos y pico del ala han caído).
En fin, que ha habido que posponer el viaje para mañana por la mañana. Mal menor comparado con lo que podría haber pasado.