Adios, El Blog Salmón, adios

Supongo que era fácil de intuir cuando, hace algo más de un mes, me puse de «vacaciones blogueras«. En realidad, creo que fue algo como lo que se dice en las parejas cuando las cosas no van bien pero no quieres romper drásticamente: «vamos a tomarnos un tiempo de reflexión». Pero rara vez tras esos tiempos de reflexión las aguas vuelven a su cauce, sino que es un primer paso hacia la ruptura definitiva.
Y así ha sido en este caso. Tras casi tres años y casi seiscientos posts, hoy he dado carpetazo a mi labor como editor (y también coordinador) de El Blog Salmón. Son sensaciones extrañas, se hace difícil decirle adios a un proyecto que has visto nacer, que has ayudado a expandirse y que te ha dado un buen puñado de satisfacciones. Pero hay que rendirse a la evidencia y ser honesto primero con uno mismo y luego con los demás, y de un tiempo a esta parte las cosas no estaban siendo igual.
Los motivos ya los expliqué: sensación de agotamiento, de no estar aportando nada interesante, de escribir más por obligación que por devoción. La decisión sobre El Blog Salmón quedó pendiente de ver si esa «devoción» volvía. A lo largo de estas semanas he ido escribiendo en mi blog lo que me ha apetecido y cuando me ha apetecido… y muy pocas de esas cosas tienen que ver con la temática de El Blog Salmón, desde luego no lo suficiente como para justificar el seguir siendo parte del equipo de editores y pensar que en los próximos meses puedo remontar el vuelo. Así que, a pesar de una cierta sensación de nostalgia y «penita» (hay que ser idiota, encariñarse con un blog), hemos «cortado».
Pongo fin así también a mi época de «blogger a sueldo», que empezó precisamente con El Blog Salmón. No es mala actividad, pero siempre y cuando la diversión y la pasión superen a la obligación. Porque si no…

Vacaciones blogueras

Hace casi tres años que empezó la aventura de El Blog Salmón. Desde entonces, puede decirse que soy «blogger profesional» o, por decirlo de otra manera (más correcta, creo), «blogger a sueldo». A El Blog Salmón se unión más tarde ¡VayaTele!, y luego El Blog Hipotecario, y El Blog de FOX, y en fechas más recientes Pymesyautonomos. Todos blogs con unos determinados compromisos que he ido cumpliendo mes tras mes, durante todo este tiempo… hasta ahora.
Porque me he saturado. A mediados de diciembre escribí mis últimos posts. Coincidió con el inicio del periodo navideño (que para mí implica viajes) y con el inicio del nuevo proyecto en el que me he embarcado. Ninguna de las dos cosas, en todo caso, eran suficientes para hacerme «dejar de bloguear» por sí mismas: en anteriores ocasiones también he tenido circunstancias similares. De hecho, en mis viajes me llevé toda la parafernalia necesaria para bloguear. Pero me daba una pereza terrible. Simplemente, no me apetecía bloguear.
En realidad, ya llevaba una época con esa sensación. La de que estaba blogueando más por obligación que por diversión. Que no escribía «porque tengo algo interesante que me apetece contar», sino que como «tengo que escribir x posts, a ver qué encuentro de lo que pueda hacer un post». ¿Resultado? La sensación de que en muchas ocasiones acababa haciendo posts «de relleno», totalmente prescindibles para mí y para quien pudiera leerlos. «¿He aportado algo escribiendo hoy? ¿He contribuído a que mejore la calidad de los contenidos en internet? ¿Me he divertido haciéndolo?». Si no hay respuestas positivas a esas preguntas… malo.
Lo cierto es que hace unos meses pensé, ante mi «periodo sabático», que dedicar unas horas al día a «ser blogger a sueldo» era una buena idea. Incrementé mi ritmo de contribución a los blogs en los que ya estaba, y me apunté a alguno más. Pero lo cierto es que no ha resultado como esperaba. Sí en la parte económica (donde no me puedo quejar del resultado), pero no en el grado de «diversión» que creía iba a suponer. En algunos casos, la temática del blog me venía grande (con lo que en vez de escribir de forma natural, me las veía y me las deseaba para hacer cuatro posts medianamente decentes). En otros, simplemente, ocurre que no tengo tantas cosas que decir (¿las hay, realmente?) como para generar x contenidos al mes. No al menos con el grado de profundidad y conocimiento que creo que son necesarios para que esto merezca la pena.
Porque creo que bloguear tiene sentido (para el blogger) si lo hace con pasión y diversión. Siempre he considerado que bloguear por dinero tiene sentido en la medida en que es un «hobby retribuido»: algo que harías igualmente gratis, porque te divierte y te apasiona. En ese caso, obtener un rendimiento económico a esa pasión y a esa diversión es la cuadratura del círculo. El problema viene cuando pones «el carro antes que los bueyes», y empiezas a obligarte a escribir más de lo que te realmente te apetece, o sobre temas que no te apasionan realmente, con un fin económico. Entonces, la gracia desaparece.
Creo que es lo que me ha sucedido a mí. Sobrepasé la línea. Y me cansé. Adicionalmente, se ha unido una reflexión de corte estratégico: «¿Para qué me sirve bloguear?» «¿A qué objetivo sirve?» «¿Me permite posicionarme de alguna forma?» «¿Me permite mejorar mis habilidades en alguna dirección?». Es una pregunta interesante, porque en algunos casos la respuesta es que bloguear sirve «para bloguear» (sin más; lo cual cuando es divertido per sé está bien, pero si no lo es…) o «para ganar unos euros» (sin más; no está mal, pero tampoco se justifica por el dinero). Que no contribuye a ningún objetivo de carácter superior, que no te hace avanzar en ningún orden.
Sobre esta base, he tomado algunas decisiones con el fin de devolver las aguas a su cauce y acabar con esta situación:

  • El Blog de Fox (un blog en el que me costaba bastante escribir, habida cuenta de la nula colaboración de la cadena en el flujo de contenidos y de que no sigo en realidad casi ninguna de las series que ofrecen) terminaba el pasado mes de diciembre. Un problema menos.
  • El Blog Hipotecario me venía definitivamente grande. Mis conocimientos sobre el mundo hipotecario son demasiado superficiales como para escribir de forma regular en un blog tan especializado. Y tampoco es un mundo en el que me apetezca ni interesa profundizar. Por lo tanto, he decidido simplemente abandonar el equipo de edición.
  • ¡VayaTele! ha sido divertido durante algunas épocas. Pero hace ya tiempo que prácticamente no veo la televisión. Apenas una horita al día, dedicada a alguna serie de la que probablemente ya esté todo dicho (nada de «ritmo americano»). Por lo tanto, se me hacía muy cuesta arriba escribir contenidos de primera mano, y acababa recurriendo a comentar «noticias» de forma un tanto rutinaria. Y teniendo en cuenta que tampoco es un mundillo en el que me interese lo más mínimo posicionarme, también he decidido dejar este blog.
  • En cuanto a El Blog Salmón, la situación es diferente. El Blog Salmón es «mi blog», estoy en él desde el primer día. Y normalmente he escrito a gusto en él, y es una temática que sí tiene más afinidad con mi perfil. Lo más normal es que siga adelante, aunque he decidido tomarme un descanso de unas semanas. Quiero despejarme, quitarme de encima la sensación de «bloguear por obligación», y dejar que las ganas de escribir vuelvan por sí mismas. Lo que tengo claro es que, si vuelven, será eso exactamente lo que escriba: lo que me apetezca y cuando me apetezca. No tengo que batir ningún record. No se trata de eso.
  • Por último, con Pymesyautonomos tengo más dudas. La idea a priori me atraía, como una extensión de mi actividad en El Blog Salmón. Pero no sé si es que ha llegado en mal momento (sintiéndome saturado por el resto de temas) o qué, pero no estoy muy seguro de ser capaz de aportar cosas «con miga». Mis conocimientos del mundo empresarial (a nivel «operativo») son los que son, y al final me veo escribiendo siempre sobre «espíritu emprendedor» y cosas similares… que bueno, están bien, pero no dejan de ser dar vueltas a los mismos temas una y otra vez… En fin, en este caso lo que vamos a hacer es dejar que las cosas vayan cayendo por su propio peso; si entro en una dinámica positiva estupendo, y si no encuentro el punto satisfactorio, lo dejaré tranquilamente.

En definitiva: le he dado un revolcón a mi relación con los blogs «profesionales». Quiero recuperar el espíritu de la pasión y la diversión al escribir. Quiero escribir en la medida en que contribuya a mi desarrollo, porque sólo entonces tendrá sentido para mí, y sólo entonces tendrá sentido compartirlo con otros. Puede que sin pasión y sin diversión escribiese cosas útiles para los lectores (¿por qué no?), pero si no disfruto del trayecto, entonces no merece la pena.

Seleccionando para El Blog Salmón

Como coordinador de El Blog Salmón, una de las cosas que estoy haciendo es seleccionar un nuevo editor, que creo que le hace falta tanto por volumen de actividad como por variedad de enfoques y temáticas. Ya tengo una incorporación apalabrada (aunque será para después del verano) y estoy buscando a otra persona más.
Hemos tenido un par de fiascos recientemente con incorporaciones que no han funcionado (o que directamente han desaparecido sin decir ni pío), y estoy decidido a que no se repita la historia.
En nuestro formulario de registro de bloggers tengo unos cuantos candidatos. Tenemos varios cientos de perfiles almacenados, aunque lamentablemente la tecnología o los videojuegos siguen teniendo más tirón que las cosas de las empresas… así que mis candidatos son una pequeña parte de ellos. Estoy repasando todas las candidaturas, y os cuento un poco cómo lo estoy haciendo.
Diría que, por encima de todo, la herramienta que utilizo es ver el / los blogs que ya tenga la persona. Obviamente no es obligatorio, pero sí muy recomendable que el candidato tenga un blog, y yo tiendo a darle bastante importancia a esto. ¿Por qué?

  • Me permite ver el estilo escribiendo, cómo desarrolla sus ideas, qué tipo de contenidos elabora, la profundidad con la que los aborda… aunque todos tenemos capacidad para ser «camaleónicos» y adaptar nuestros estilos a las circunstancias, lo cierto es que alguien que es lacónico en su blog tenderá a serlo en cualquier otro sitio por mucho que se esfuerce. Alguien que es confuso, idem. Alguien que no liga frases, lo mismo.
  • Me permite ver el nivel de compromiso con el blog: alguien que escribe un post al mes, o que no actualiza el blog durante semanas, difícilmente se va a poner en un entorno de 20-30 posts al mes por mucho que lo intente. Si no lo hace en su blog propio es porque tiene otras prioridades a las que dedicar su tiempo, y el hecho de hacerlo para otro blog o hacerlo por unos euros no va a cambiar esas prioridades.
  • Me permite ver la trayectoria como blogger: hay mucha gente que se lanza a los blogs con la fe del converso. Abre el blog, durante un mes o dos meses es una máquina… y luego desaparece. Y es que bloguear no es solo jijijaja, requiere constancia. Así que ver que alguien mantiene su blog desde hace un montón de meses, me tranquiliza: es alguien que sabe de qué va el tema.

Otra herramienta que utilizo para «tantear» a los bloggers, de forma subsidiaria al blog, es el intercambio de correos previo a la incorporación. Sin duda, unos correos de ida y vuelta no pueden dar la misma información que una entrevista presencial, pero sí que se pueden sacar cosas: ¿cuánto tarda en responder los correos? ¿cómo se expresa en los mismos? ¿qué grado de disposición muestra? ¿qué información aporta por sí mismo?
Al final, por encima de todo, lo que un blogger te tiene que dar es «feeling». Con el equipo actual de El Blog Salmón estoy bastante satisfecho, y espero que las incorporaciones vengan a sumar.