Esta semana participé en la «III Semana Empresa en el Aula» organizada por la Facultad de Ciencias Empresariales y del Trabajo de Soria. Mi objetivo era trasladar a los estudiantes universitarios algunas ideas sobre su futuro profesional con la esperanza de que les sirviese como llamada de atención.
Tras una vida de certidumbres…
La vida del estudiante no es fácil: clases, apuntes, trabajos, horas de estudio, exámenes… por supuesto, todo eso está ahí. También, no nos vamos a engañar, una nada desdeñable parte lúdica. Pero si algo caracteriza la vida del estudiante es la certidumbre. Desde que entras en el sistema educativo, todo está diseñado como un camino perfectamente delimitado. Empiezas en la educación infantil, luego va la primaria, luego va la secundaria, el bachillerato, la universidad… cada una de esas etapas con los pasos bien claros: primero, segundo, tercero… hay alguien que define «qué tienes que estudiar», «de qué te vas a examinar»… y quitando un par de decisiones puntuales el resto del tiempo sabes a qué atenerte.
Pero eso llega a su fin. Estás a punto de terminar la carrera… ¿y después qué? Algunos buscan en un master la prolongación de la vida del estudiante. Y funciona, sí. Durante unos meses. Pero al acabarlo, la pregunta es la misma. ¿Y ahora qué?
Hice un ejercicio con los asistentes a la charla, en el que les pedía que expresasen con palabras concretas las sensaciones que tenían respecto al futuro. Y éste es el resultado…
Miedo, incertidumbre. Normal…
Yo he estado allí
¡Cómo no empatizar con ellos! No hace tanto (bueno, el tiempo es relativo) yo era un jovencito universitario exactamente en la misma situación. Después de años con una visión bastante clara de lo que deparaba el futuro, me enfrentaba a lo desconocido, a un viaje con destino incierto.
Y ahora, veinte años después, estoy en condiciones de contarles qué es lo que hay al otro lado. Lo que no sé es si les gustará lo que tengo que decirles… porque son una serie de verdades incómodas.
Antes de hacer el equipaje…
Si vas a iniciar un viaje… ¿qué metes en tu maleta? Pues depende, claro. Depende del tiempo que vaya a hacer, porque no es lo mismo ir a un destino soleado, con 25 grados de temperatura, que ir a un escenario de viento, lluvia y frío.
¿Qué metemos en el equipaje para nuestro viaje profesional? Pues veamos qué dice la previsión del tiempo…
- La incertidumbre no termina: podría existir la esperanza de que, pasados unos primeros momentos de adaptación al mundo laboral, la cosa se calma y puede uno volver a estar tranquilo. Vana esperanza. La incertidumbre es la norma, y cada vez más. La tecnología, la demografía, los cambios sociales… todo se acelera. Las normas cambian cada dos por tres. Tendremos muchos trabajos, en muchos ámbitos distintos. No hay forma de relajarse y dejarse llevar. Seremos como Sísifo, condenados una y otra vez a reinventarnos.
- Nadie nos debe nada: no, da igual que tengas dos carreras y un master. Nadie te debe nada. Nadie tiene por qué asumir la responsabilidad de solucionarte la vida. ¿Es un desengaño para ti? Quizás alguien te prometió lo contrario. O quizás a ti te resultó más cómodo entenderlo así. El caso es que no sucede. Y si te quedas esperando a que te den «lo que te deben»… lo llevas crudo.
- Hace falta valor: pero no del de «ser valiente», sino del de «ser valioso». «De la petanca no se puede vivir», parece claro. ¿Y qué te hace pensar que de «lo que haces tú» sí, así por decreto? No, las cosas no funcionan así. ¿Por qué alguien va a desprenderse de parte de su dinero? Sólo si lo que tú le aportas a cambio le compensa, si le aportas un beneficio mayor que aquello a lo que renuncia. Ése es el punto de partida. Y luego a ver cómo está la oferta y la demanda en ese campo… porque el que tiene más alternativas para elegir tendrá la sartén por el mango.
Al mal tiempo… paraguas
Ojalá la previsión del tiempo fuese diferente. Pero es la que es, y el viaje hay que hacerlo de todas maneras. Así que veamos, ¿qué metemos en nuestro equipaje? ¿Qué habilidades y herramientas nos pueden ser útiles para afrontar un futuro profesional incierto? Aquí van cuatro:
- Efectividad: la capacidad de hacer bien las cosas correctas. De ser capaces de definir lo que queremos hacer, de distinguir lo que está en nuestra mano de lo que no, de actuar sobre las cosas que verdaderamente tienen importancia, de planificar, de gestionar nuestro foco, de ejecutar y de corregir.
- Aprender a aprender: en un mundo que cambia constantemente, cuantas más habilidades tengas y más desarrolladas estén más fácil es tener suerte. Adquirir conocimientos y desarrollar habilidades de forma ágil, y ser capaces de ponerlas al servicio de la creación de valor, del aprovechamiento de oportunidades, de afrontamiento de retos. Y teniendo en cuenta las limitaciones de tiempo, energía y recursos… más nos vale hacerlo de forma eficaz, sacando el máximo partido.
- Marca personal: porque tienes que ser capaz de aportar valor a alguien, y que ese alguien lo sepa, y además se fíe de ti. Porque todo lo que haces, y lo que no haces, afecta a cómo los demás te ven. Cuanto más consciente seas de esa realidad, más capacidad tendrás de actuar sobre ella.
- Relacionarse: nunca vas a estar solo. Siempre hay otros. Otros que te contratan, otros con los que te tienes que coordinar, equipos a los que liderar. Somos humanos, y el «feeling» es importante. Cultivar relaciones no se trata de intercambiar muchas tarjetas, o de tener muchos contactos en LinkedIn, sino de mostrar un interés genuino por los demás, de dar antes de esperar recibir… en definitiva, de construir una red de personas que estén dispuestos a mover un dedo por nosotros (y nosotros por ellos) si llega el momento.
No están todas las que son, pero seguro que sí son todas las que están. Meter todas estas cosas en tu mochila no hará que el tiempo cambie, pero te ayudará a sobrellevarlo mejor. Y desde luego, éstos no son consejos que valgan sólo a «jóvenes universitarios». La previsión del tiempo es la misma para todos. Y en realidad todos estamos haciendo el mismo viaje.
Sigamos caminando.