Galaxias corporativas

El otro día leía en twitter esta frase que me gustó mucho:

Digiriendo noticias sobre estrellas y estrellados, supernovas y agujeros negros. Observar las galaxias corporativas es fascinante

Es fascinante, sí, como lo es observar una tormenta… pero sin estar metido en ella. Ese mundo corporativo de figuras emergentes, de gente a la que se le corta la cabeza, de gente que asciende vertiginosamente, de defenestrados, de intrigas palaciegas, de grupos enfrentados, de batallitas y guerras declaradas, de estar en la buena cordada o despeñarse, de departamentos estrella y cementerios de elefantes, de esperar a la reorganización a ver quién sale reforzado y quién pierde poder, de reinos de taifas…
No, gracias. Eso no es para mí.

El uno por el otro… la casa sin barrer

Este es un «sucedido» que me contaban hace unos años, referido a una redacción de periódico (y que me perdonen los periodistas si cometo alguna incorrección respecto a los puestos). El hecho es que, dentro del proceso de publicación, estaban definidos tres puntos de control para que el contenido que salía de la imprenta fuese el correcto. Aparte del propio redactor, había alguien en la redacción que tenía que repasar todo el contenido antes de mandarlo a imprenta, y luego alguien tenía que hacer una última revisión para ver que lo imprimido estaba bien.
Total, que habiendo tres puntos de control… no eran pocas las veces que el periódico se imprimía con errores, algunos de ellos garrafales. ¿Y por qué? Porque el primero pensaba «bah, si después me lo van a revisar dos, para qué me voy a molestar yo». El segundo pensaba «bueno, esto se supone que viene revisado, y después hay otro que lo controla, así que… para qué me voy a molestar yo». Y el tercero pensaba «ya hay dos personas que han revisado esto, ¿para qué me voy a molestar yo?
Y así, los unos por los otros, la casa sin barrer… y es que en ocasiones la redundancia de sistemas de control (y más cuando son «humanos») paradojicamente redunda en un peor control.

¿Qué es peor, el jefe agobiante o el jefe ausente?

Vale, ya sé la respuesta. El jefe, cuanto más lejos, mejor. Un jefe agobiante, de esos que está permantemente contigo, dándote indicaciones, exigiéndote plazos, con llamaditas cada rato y el de enmedio, con mails constantes, corrigiéndote fallos, con su aliento en tu nuca, que aparece por tu puerta sin avisar… creo que no lo quiere nadie. Cuando nos ha tocado sufrir un especimen de este tipo, siempre hemos soñado con que le dé un «chungo» que le mantenga una semanita fuera de juego, con gestionar las vacaciones para evitar coincidir con él (y así disfrutar dos veces de las vacaciones; de las propias, y de los días que trabajamos sin tenerle encima), nos ilusionamos con que tenga un viaje largo y alejado del mundanal ruido.
Sin embargo, el extremo contrario tampoco es ideal. El jefe ausente. Ese jefe que, cuando le necesitas, no puedes localizar. El que no te devuelve las llamadas. El que tarda varios días en contestarte los emails, si los contesta. El que no revisa el trabajo que le das hasta que posiblemente es demasiado tarde. El que no te da indicaciones, ni te corrige fallos, ni te proporciona ayuda o recursos. Es verdad, no te molesta. Pero eso no quiere decir que facilite en absoluto tu trabajo… de hecho, puede llegar a entorpecerte tanto o más que el otro.
En el término medio está la virtud. El jefe que está cuando le necesitas, pero que te deja tu espacio para trabajar. El que te da indicaciones, pero luego te permite escoger tu propio camino. El que está encima para lo importante, y no está con pequeñeces del día a día. El que te señala formas de mejorar y además te proporciona los recursos para hacerlo.
Por otro lado, cada uno tenemos nuestras preferencias. De hecho, hay una teoría del liderazgo situacional que dice precisamente eso: que cada tipo de colaborador requiere un estilo diferente de gestión, de acuerdo a sus características. Yo, sin duda, me siento mucho más agusto con un jefe «distante» que con un jefe agobiante. Pero siempre necesitas tenerle a mano para que te ayude… porque de eso se trata, ¿no? De ayudar.
PD.- Edito con una cita encontrada en este powerpoint:

Los jefes son como las nubes; cuando desaparecen queda un día lindo…