[Post invitado] La tecnología digital como soporte a la construcción del conocimiento


[Nota: éste es un post elaborado por Javier Leiva, experto en tecnología para el aprendizaje, la enseñanza y la productividad personal. Más información al final del post]
En mi casa, cuando rememoramos viajes que hemos hecho juntos, casi siempre soy yo el que recuerda más detalles, el que sabe decir de memoria en qué lugar hicimos tal o cual cosa (o de dónde es exactamente tal o cual foto que podamos ver aislada del resto de imágenes del viaje), qué situación curiosa vivimos aquel día, qué y dónde comimos, la conversación que tuvimos con determinada persona que encontramos en el camino, etc. Al final es común que alguien me pregunte: ¿cómo te puedes acordar de todo con tanto detalle? Siempre había pensado que simplemente tener más memoria viajera era una de mis características. Algo que venía de serie, digamos. Sin embargo, al leer sobre el construccionismo en el libro Invent to learn he cambiado de opinión.
Los autores del libro, Sylvia Libow y Gary Stager, reseñan parte del trabajo de Seymour Papert, considerado el padre del construccionismo en pedagogía. Dicho muy brevemente, esta teoría defiende que el conocimiento no se transmite sino que se construye a partir de la experiencia emanada de las acciones del propio aprendiz. Formadores y mentores no quedan fuera del aprendizaje, sino que cuando están son figuras que proporcionan la orientación y las herramientas necesarias para que esa construcción sea posible.
La teoría de Papert parte del constructivismo de Piaget y le añade el concepto de construcción dando un gran protagonismo al uso de la tecnología digital y al diseño y manipulación de objetos. Es decir, pone el énfasis en la generación de evidencias que acompañan, dan soporte y terminan siendo la prueba del aprendizaje adquirido.
La página 73 del libro del libro mencionado reseña las ocho grandes ideas que se encuentran tras la creación del Constructionist Learning Laboratory, que Papert puso en marcha alrededor de 1999 en The Maine Youth Center (un correccional de menores en Estados Unidos) para investigar y probar sus teorías. Copio a continuación las dos ideas que tienen que ver más directamente con tecnología digital:

  • (2) Tecnología como material de construcción. Si puedes usar tecnología para crear cosas nuevas, entonces puedes crear cosas mucho más interesantes. Además, puedes aprender un montón mientras las estás creando. Esto es especialmente cierto cuando se trata de tecnología digital: ordenadores de todo tipo incluyendo el Lego controlado por ordenador de nuestro laboratorio.
  • (8) Estamos entrando en un mundo digital en el que saber sobre tecnología digital es tan importante como leer o escribir. Aprender sobre ordenadores es esencial para nuestros futuros estudiantes, pero lo más importante es poder usarlos ya ahora para poder aprender sobre cualquier otro tema.

Son ideas formuladas a caballo entre los siglos XX y XXI, y desde entonces la tecnología digital no ha hecho más que aumentar su protagonismo en el mundo. A mi modo de ver, lo ha hecho de una manera que no hace sino confirmar esas dos ideas expresadas anteriormente.
El motivo por el que relaciono la memoria viajera con el construccionismo es mi actividad nocturna durante los viajes. Cuando todos se van a la cama tengo por costumbre quedarme despierto y escribir sobre lo que hemos hecho durante el día. Tecleo una redacción a modo de diario y la enriquezco con todo tipo de materiales: fotos que hemos hecho como complemento gráfico a lo que he escrito, direcciones web que amplían la información sobre los lugares que hemos visitado (un artículo de un blog o de la Wikipedia, la página de un museo o del restaurante en el que hemos comido, etc.), videos relacionados (documentales, a menudo), etc. Me acuesto muy tarde porque no solamente busco esos recursos sino que me paro a leer, a ver los videos en el momento si no son muy largos, etc. Fácilmente dedico entre una o dos horas diarias a las tareas descritas.
El caso es que, después de leer sobre las ideas de Papert, creo que es ese proceso el que me permite más tarde dar todo tipo de detalles en las conversaciones familiares. Lo que hago no se limita a transcribir la memoria de un día, sino que relaciono a ésta con sus recuerdos gráficos (nuestras propias fotos) y la enriquezco con información complementaria que da contexto y convierte el resultado final en una experiencia mucho más completa y que se fija mejor en mi memoria. En otras palabras, construyo mi conocimiento viajero a través de la generación de evidencias en una suerte de portfolio digital (suele ser un blog privado, en concreto). No era, por lo tanto, una cualidad innata sino el fruto de un esfuerzo.
Del mismo modo que yo aumento y consolido mi conocimiento usando la tecnología digital como soporte al proceso de aprendizaje y en relación a un tema concreto, cualquiera puede hacer lo mismo enfocándose en otro tema y con las mismas o parecidas herramientas. La parte instrumental está al alcance de todo el mundo: plataformas de todo tipo que se pueden complementar entre ellas, gratuitas o muy baratas y con una baja curva de aprendizaje. Si le sumas interés por el tema y estar dispuesto a dedicarle el tiempo y esfuerzo necesarios, los resultados están asegurados.
[Nota: éste es un post elaborado por Javier Leiva, experto en tecnología para el aprendizaje, la enseñanza y la productividad personal. Tengo contacto con Javier desde hace ya muchos años (puedes leer la entrevista que le hice hace unos meses), y teniendo en cuenta mi reciente foco en el mundo del aprendizaje y el desarrollo eficaz de habilidades le planteé la posibilidad de hacer cosas juntos aprovechando nuestra afinidad y la complementariedad entre su enfoque (más orientado a la tecnología) y el mío. De momento hemos explorado la vía de los «posts invitados», ¡pero seguro que habrá más! #vamosRafa]

Apuntes básicos sobre blockchain

Ayer estuve dedicando un par de horas a documentarme un poco sobre «blockchain«. Y es que cuando uno oye hablar de «la tecnología que cambiará radicalmente nuestra economía» le entran ganas de enterarse un poquito mejor «de qué va eso».

¿Qué es blockchain?

Dicho mal y pronto, es un «registro distribuido y seguro». La idea es que, en vez de necesitar un registro en manos de un «intermediario de confianza» (como pueden ser las cuentas bancarias en manos de las entidades financieras, o el registro de la propiedad gestionado por el Estado), es posible que ese registro esté almacenado de forma distribuida en la red. Todos los miembros de la red disponen de una copia del registro, lo que impide que se puedan realizar cambios unilaterales. Y el registro sólo se actualiza bajo una serie de condiciones que gracias a la criptografía y complejos algoritmos matemáticos permite asegurar que son cambios legítimos.
Todos estos cambios se van añadiendo en «bloques» a la «cadena de bloques» (¡blockchain!) previa, formando una unidad inviolable y además custodiada por todos los miembros de la red. Una vez añadido un bloque, se queda ahí y no puede ser alterado a posteriori. De esta forma es posible rastrear «quién ha hecho qué» (p.j. «quién ha pagado una cantidad a quién», o «quién le ha vendido su casa a quién») de forma mucho más transparente y segura que cualquier registro centralizado.
Los mecanismos técnicos de cómo se confirman los cambios, y cómo se decide el orden de ejecución, entran ya en el terreno de lo complejo, aunque hay algunas aproximaciones bastante asequibles.

La promesa del blockchain

Los adalides del blockchain defienden que esta tecnología tendrá un impacto muy grande en nuestra sociedad. Al descentralizar la gestión de los registros se obtendrían ventajas en términos de eficiencia, velocidad, coste, seguridad, transparencia, equilibrio de poder, seguridad jurídica… Los más idealistas lo vinculan con un cambio en las estructuras de poder, un avance para la democracia y la meritocracia, y el protagonismo del individuo frente a las élites.

Posibles aplicaciones del blockchain

Sobre la base de esta tecnología ya se están empezando a imaginar/experimentar posibles aplicaciones: monedas y sistemas de pago ajenos a los bancos (p.j. bitcoin), registros de la propiedad distribuidos, defensa y gestión de derechos de propiedad intelectual, voto electrónico, contratos inteligentes, trazabilidad de materias primas, gestión de los datos personales…
En todas ellas, le existencia ese «registro distribuido y seguro», de esa «blockchain», supone una garantía de que las cosas son como decimos que son. Una garantía, además, mejor que la que cualquier «intermediario» pudiera darnos. Y de hecho la idea es que sobre la base de esa garantía es posible ejecutar acciones (p.j. hacer una transferencia de dinero en el mismo momento en el que se confirma la transacción) de forma automática y segura.

¿Realmente es para tanto?

Después de leer unas cuantas fuentes, la sensación que tengo es de que, siendo una tecnología potencialmente interesante, todavía le queda mucho por demostrar en la vida real. Quienes la defienden a ultranza y la venden como una «gran revolución» se dejan llevar, en mi opinión, por una mezcla de tecnofilia acrítica y utopía militante («Redes gobernadas sin reyes, sacerdotes, élites, empresas o masas. Redes gobernadas por cualquiera que tenga mérito para la red»). La descripción de las aplicaciones y ventajas peca de cierta ingenuidad, obviando en términos generales las dificultades y problemas de su aplicación en la vida real, como en una fase «expansiva» de un proceso de brainstorming. Y de hecho, algunos dicen que viene a resolver «un problema que nadie tiene».
Y a esto, claro, hay que añadirle la recua de gurús, consultores, medios de comunicación e instituciones formativas que se están subiendo al carro del hype, alimentando el «pico de expectativas sobredimensionadas«. ¿Qué quedará del blockchain, y cuál será su impacto real? Tendrán que pasar unos cuantos años para que podamos valorarlo…
Huelga decir que yo no soy ningún experto, y que ver dos vídeos y leer tres artículos no me convierte en uno. Pero a veces sí es suficiente para hacerse una «composición de lugar» y, cuanto menos, disponer de una base sobre la que seguir profundizando. En ese sentido me gustó bastante este documento del Parlamento Europeo («How blockchain technology could change our lives» (PDF)) que hace una aproximación bastante asequible y ponderada al blockchain y sus potenciales usos, pero también a sus problemas y limitaciones.
PD.- Gracias a Alfonso Romay, Jaime Buelta y José Luis Orihuela por sus «pistas» en twitter que me permitieron ir tirando del hilo.

Tecnología y aprendizaje: donde la tecnología no llega


Hoy escribo en el blog de Javier Leiva. Javier profundiza cada día más en la tecnología como medio para el aprendizaje y la enseñanza, y se me ocurrió hacer un poco de «abogado del diablo» con él. Porque sí, la tecnología nos puede ayudar de mil y una maneras a la hora de aprender y desarrollar nuestras habilidades, pero hay un punto fundamental al que no llega.

Cuando me paro a pensar, creo que la capacidad de la tecnología para resolver esas dificultades es limitada. Porque no se trata de un problema externo, si no de un problema interno. Un problema de visión, de saber qué queremos aprender, y sobre todo por qué y para qué queremos aprenderlo.

Podéis leer el artículo allí: Donde la tecnología no llega
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¿Y qué es una empresa tecnológica?

Escuchaba no hace mucho, en una charla, que se decía que «el futuro es de las empresas tecnológicas». Hablaba de Apple, Google… ese tipo de empresas, en contraposición a «las de toda la vida». Y no pude por menos que levantar una ceja…
¿Qué clase de etiqueta es «empresa tecnológica»? Todas las empresas son tecnológicas, o mejor dicho, tienen un componente más o menos elevado de tecnología. ¿Por qué vamos a diferenciar Apple de, digamos, General Motors? ¿Una es «tecnológica» y la otra no, porque una hace móviles y ordenadores, y la otra hace coches? ¿Acaso los coches no son tecnológicos? ¿Qué es lo que determina que una empresa es «tecnológica» y otra que no?
Me parece una distinción falsa, inexistente, absurda. No hay empresas tecnológicas. Hay empresas que utilizan la tecnología en sus procesos, punto. Inditex es profundamente tecnológica, porque utiliza la tecnología de forma intensiva aunque sea para vender ropa. Amazon es tecnológica, porque utiliza la tecnología para distribuir bienes físicos.
El futuro no es de las empresas tecnológicas. Es de las empresas que mejor sepan integrar la tecnología. Que es distinto.

People Analytics: ¿el futuro de la tecnología aplicada a la gestión de personas?

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La semana pasada estuve en un evento que giraba alrededor del concepto «People Analytics». Un concepto para mi gusto todavía difuso, que a grandes rasgos implica la aplicación de un enfoque de «análisis de datos» a la gestión de RRHH. La idea es que la tecnología actual permite recopilar muchos datos, y tratarlos de forma sistematizada, para identificar patrones que te permitan tomar decisiones «más racionales».
Como dicen en la introducción de este curso de la Wharton School

People analytics is a data-driven approach to managing people at work. For the first time in history, business leaders can make decisions about their people based on deep analysis of data rather than the traditional methods of personal relationships, decision making based on experience, and risk avoidance

¿Por qué digo que me parece un concepto difuso? Porque, como sucede con muchas «conceptos que se ponen de moda», tengo la sensación de que se está vendiendo como novedoso algo que realmente no es más que una evolución de la «evidence-based management» (vamos, que «objetivar» la gestión es una aspiración de hace muchos años), y que al calor de la etiqueta se intenta vender como «people analytics» cosas que son más simples que el mecanismo de un chupete y que se hacen hoy como se hacían 20 años (no depende de la tecnología, si no de la cultura).
De hecho, esta sensación fue la que me dio durante el evento, en el que se mezclaron algunos detalles interesantes con no pocas generalidades: mezclemos un poco de «people analytics», «digital transformation», «big data»… aderezados con «el rol estratégico de la dirección de rrhh» y «la importancia de las personas en las organizaciones»… y ya tenemos hecho el día. Diréis que a estas alturas debería estar acostumbrado… pero me sigue poniendo de los nervios. Pero bueno, como decía en algún tuit, «separar el grano de la paja» acaba por ser una habilidad profesional fundamental.
¿Qué cosas me parecieron interesantes?
Como decía más arriba, esto del «people analytics» me parece una evolución de la gestión en base a métricas. Y comparte con ella muchos de sus problemas.

  • ¿Qué medimos? Decía en alguna de mis intervenciones durante la jornada (y es un argumento que utilizo con frecuencia e el blog) que tenemos la tendencia a «medir lo que es fácil medir» y no necesariamente lo que importa. Pero como resulta que «no todo lo que puede ser contado cuenta, y no todo lo que cuenta puede ser contado», pues tenemos un problema. Alguien ilustraba esta situación con el chiste del borracho que busca sus llaves a la luz de una farola aunque no se le habían caído por allí… «pero es que aquí es donde hay luz».
  • ¿Cómo lo medimos? Derivado de lo anterior. Lo que es fácil y evidente de medir (p.j. antigüedad media, personal equivalente, salario medio, etc…) no genera demasiados problemas. ¿Pero cómo medimos el desempeño? ¿La motivación? ¿La eficacia de un equipo? ¿El clima? Llevamos años tratando de implantar mecanismos que sistematicen esas medidas, pero siempre con dificultades. No hay mecanismos que no impliquen sesgos. No hay forma de homogeneizar mediciones cuando se basan en percepciones subjetivas. Cuanto más profundidad buscas más resistencia encuentras entre las personas (¿tengo que rellenar una encuesta de 100 puntos cada tres meses? ¿Tengo que hacer una evaluación del desempeño de dos hojas?) y si lo haces simple para que la gente colabore acabas teniendo información de poca calidad. El «people analytics» no elimina estos problemas, si no que debe construirse sobre ellos (para «analizar datos» tienes que tener unos datos de origen… y ahí está la madre del cordero)
  • Seguimos teniendo un problema de cultura. Por un lado nos sigue costando aceptar que la realidad hay que medirla con datos objetivos y no con anécdotas (y lo mismo aplica a «las métricas de toda la vida» que «people analytics»), y que la «tozuda realidad» muchas veces va en contra de nuestras «percepciones». En muchas organizaciones se obvian los datos simplemente porque no encajan con lo que queremos, y contra eso poco se puede hacer. Igual que tampoco se puede luchar contra la idea de que muchas veces «es mejor no saber» porque eso nos obligaría a actuar, y nos dejaría en mal lugar si no actuamos. Así que nos aferramos al principio de negación plausible, «yo no sabía», y listo.

Durante la jornada se plantearon un par de casos que me resultaron interesantes. No sé si los vincularía al concepto de «people analytics» como tal, si no más bien a «tecnología aplicada a la automatización». Por un lado, una herramienta que permite el «análisis semántico» de curricula (incluyendo info de fuentes públicas como los perfiles de LinkedIn) y de ofertas de trabajo. Por otro, una herramienta que es capaz de analizar y valorar automáticamente la «calidad del código» de un desarrollador. En ambos casos me interesó la capacidad que va teniendo la tecnología para automatizar criterio que hasta ahora se dejaba en manos de personas. Podemos discutir si la calidad de esos análisis automatizados llega a día de hoy a la que pueda alcanzar un analista experto humano; pero estamos hablando de una cuestión de volumen, y si una máquina puede peinarse miles de CV’s en cuestión de minutos con una eficacia del 90% sin duda es un avance brutal comparado con lo que supondría tener humanos haciéndolo.
Lo cual me lleva a otra de las reflexiones importantes. ¿Cuál es la masa crítica para la que los beneficios de este tipo de planteamientos superan a sus costes? Porque poner en marcha un proyecto de automatización, o establecer un modelo de recopilación y análisis y modelado de datos (y mantenerlo, que eso no va solo) tiene un coste importante. No fue un tema que se abordase en el evento, pero la sensación que me dio es que la barrera de entrada es elevada.
En varios momentos de la charla se dejaron caer pistas de por dónde podría evolucionar todo esto en el futuro. Volúmenes ingentes de datos, procedentes de fuentes desestructuradas que alimentan de forma inmediata modelos de datos que son capaces de retroalimentarse y aprender por sí mismos, ofreciéndonos no solo una visión clara y con sentido de la realidad tal y como es, si no ayudándonos a predecir el futuro. Suena bien. Pero así, de inicio, me parece más una declaración de intenciones altisonante. Basada sin duda en las posibilidades reales de la tecnología, pero no sé si fácilmente aplicables al ámbito de la gestión, donde tanto en la recopilación de datos como en la toma de decisiones en base a ellos estamos tratando con personas y sus múltiples matices.
En resumen, me pareció que esto del «people analytics» es un terreno blandito, en el que todavía se está explorando hasta qué punto puede tener sentido o no, pero en el que como de costumbre hay demasiada gente precipitándose vendiéndolo como «the next big thing» y pontificando como expertos sin una base suficiente. Terreno abonado para consultores, gurús y directivos con ganas de ponerse medallas en eventos y publicaciones del sector.
No digo que no pueda haber aplicaciones interesantes, pero algo me dice que en la mayoría de las organizaciones no ha sido nunca un problema de tecnología.