La Universidad no sirve para nada

Universidad Comercial de Deusto

Al menos, es la conclusión que se podría llegar a leer lo siguiente en mi anterior post:

Salimos de la facultad pensando que sabemos algo… pero no tardamos mucho en darnos cuenta que no sabemos nada de nada

Si salimos de la Universidad sin saber nada de nada… ¿entonces para qué le dedicamos unos años?. Sobre todo cuando, como en el entorno actual, un título universitario es un elemento muy poco diferenciador en el mercado laboral: antes «ser licenciado» era señal de algo, pero ahora hay tantos miles de ellos que un título no te asegura gran cosa.
Evidentemente el planteamiento no es tan radical. Es cierto que, cuando salimos, no sabemos «nada de nada» en el ámbito práctico. Pero de algo han servido esos años (ojo; si, y sólo si, hemos puesto cosas de nuestra parte; porque hay gente sobre la que la Universidad pasa como si nada).
Creo que el beneficio principal es que nos da un esquema de conocimientos. Nos «amuebla» la cabeza. Son cosas que quizás luego no tengan una utilidad práctica directa en nuestro primer trabajo (o nunca), pero nos permite tomar una perspectiva amplia sobre un determinado campo del conocimiento que hace que el aprendizaje posterior (el que sucede «en la vida real») vaya encontrando acomodo de una forma mucho más sencilla y natural.
También podríamos hablar de la dinámica de estudio / esfuerzo (aunque eso es algo muy relativo, que depende de universidades y también de la actitud personal), de las oportunidades de conocer personas interesantes (tanto entre alumnos como entre profesores) e interactuar con ellas (aunque, de nuevo, la actitud personal es un factor importantísimo), el incentivo a «buscarse la vida» (las cosas ya no vienen mascadas)…
Por supuesto, muchos conciben la Universidad como la posibilidad de extender su adolescencia durante un puñado de añitos más, con unas responsabilidades limitadas y grandes posibilidades de disfrutar de todo tipo de ocio. Lo cual está estupendo, pero no deja de ser un tanto peligroso si sólo se queda en eso…
En definitiva, desde mi punto de vista el periodo universitario es un periodo de oportunidades que, bien aprovechadas, son realmente enriquecedoras tanto desde el punto de vista de desarrollo personal como profesional. Pero que para resultar efectivamente bien aprovechadas requieren de un nivel de proactividad bastante elevado. Así que, si quieres y puedes ir a la Universidad, hazlo con la conciencia de que estás ante una oportunidad única, y con la disposición de sacarle el máximo partido. Si no, simplemente estarás dejando pasar el tiempo.

Reflexiones sobre el futuro de los licenciados ADE

Me escribe un mail Antonio, un chico de Valencia que está a punto de terminar sus estudios en ADE (Administración y Dirección de Empresas), pidiéndome mi opinión sobre qué hacer con su futuro. Ahhh… qué tiempos aquéllos… después de pasarse toda la vida hilando un curso con el siguiente, sin tomar grandes decisiones, ve uno que se va acercando el precipicio; ya no hay «sexto de carrera», deja uno el mundo académico y se tiene que sumergir en el tenebroso y desconocido mundo laboral. Se vienen encima todas las incertidumbres del mundo, y la responsabilidad de tener que empezar a elegir.
Yo también soy licenciado en ADE (aunque en Bilbao simplemente éramos «de la Comercial», nunca me sentí muy identificado con lo de ADE), y también viví aquellos momentos. De una forma un tanto peculiar, a decir verdad, porque yo fui uno de tantos de mi promoción que salió «colocado» (estimo que entre banca de inversión, consultoras y auditoras que realizaban procesos de selección durante el último año de carrera, el 80%-90% de la promoción llegó a junio sabiendo dónde iba a empezar a trabajar), además en un entorno que se asemejaba bastante al «sexto de carrera» (mucha gente de una misma promoción, con procesos muy definidos de formación y en los que la inmersión en el entorno laboral se realizaba bastante poquito a poco).
Pero bueno, tras 9 años sí que creo que tengo una cierta perspectiva como para reflexionar sobre este salto.

  • Primer punto: no agobiarse. Ninguna de las decisiones que tomemos es vinculante. Escojamos una opción u otra, siempre tendremos posibilidad de cambiar en el futuro. Nada es irreversible, nuestra vida laboral no depende de esas primeras decisiones, así que descarguemos ese pesado lastre de nuestros hombros. Resulta fácil decirlo desde este lado, pero es que es así (aunque probablemente es una conclusión que sólo se alcanza después de pasado todo el proceso).
  • Segundo punto: aprender, aprender, aprender. Salimos de la facultad pensando que sabemos algo… pero no tardamos mucho en darnos cuenta que no sabemos nada de nada. Con suerte, tendremos una pequeña base de conocimientos. Pero la realidad siempre es mucho más compleja y cambiante. Por no hablar de lo que no es conocimiento y tiene que ver más con eso que se llama «saber trabajar» (relacionarse con jefes, compañeros y clientes, gestionar el propio tiempo, la autoexigencia, el rigor, la responsabilidad). Será a través de la experiencia cuando vayamos conociendo el mundo laboral y empezar así a tomar decisiones sobre lo que nos gusta y lo que no nos gusta, lo que se nos da bien y lo que no, lo que queremos para nuestro futuro. Por lo tanto, en los primeros años, el foco siempre debe estar en aprender, tanto en el ámbito teórico como en el práctico. En ser una esponja. Someterse a cuantas más experiencias mejor (variedad de proyectos, variedad de equipos, perfil internacional…) es de lo más recomendable, no es momento de buscar un sitio «tranquilo» y cómodo (aunque sea nuestra tendencia natural). Muestra interés por tu empresa, por tu sector, por tu mundo… más allá de las tareas que te sean asignadas. Exponte, no te refugies. Demuestra mucho antes de exigir.
  • Tercer punto: y relacionado con el anterior. Si lo importante es aprender, entonces lo importante no es el dinero, o las horas que haya que trabajar. No importa trabajar mucho o cobrar poco si a cambio aprendemos mucho y conocemos mucha gente. Sé que este planteamiento «suena mal» (queremos trabajar para ganar dinero, queremos tener tiempo libre para disfrutarlo… y lo queremos ya), pero este sacrificio de tiempo y dinero tiene sus recompensas medida en términos de desarrollo profesional y de oportunidades futuras. A veces pensarás que no merece la pena el esfuerzo (y puede que en ocasiones sea así), pero desde luego sin hacerlo no cabe esperar que las cosas caigan del cielo.

En definitiva: acabar la carrera es, aunque suene contraintuitivo, todo lo contrario a «haber llegado». En realidad, lo que estamos haciendo es «volver a empezar». Hay un mundo entero de oportunidades a tu disposición, pero ninguna va a llegar mientras esperas cómodamente sentado.

La Universidad se anuncia

Publicidad Universidad de Deusto

Me ha sorprendido ver en la portada de El Mundo un anuncio de la Universidad de Deusto (universidad privada de Bilbao). Bueno, me ha sorprendido a medias. En realidad la primera vez que me sorprendió fué ver un anuncio en una marquesina de una parada de autobús en un pueblo vizcaino. ¿La Universidad en la marquesina? Pues sí, parece que es el signo de los tiempos.
Hubo una época en la que los alumnos entraban a montones en la universidad. Valía con abrir las puertas, y se llenaba. Y venga a ampliar estudios, y aulas. Incluso se podía uno permitir el lujo de seleccionar a unos y descartar a otros. Sobraban los alumnos.
Pero el cambio demográfico ya llegó. Donde antes había alumnos de sobra, ahora hay poquitos. Y demasiadas instituciones universitarias que llenar. Y las Universidades, acostumbradas a seleccionar, se ven en la tesitura de ser ellas las seleccionadas. De tener que salir a la calle (o al periódico digital) a llamar la atención sobre sus estudios.
Esto tiene otra lectura… antes la prioridad de la Universidad era, sabiendo que iba a llenar sus plazas, elegir a los mejores. Pero ahora la preocupación es más perentoria, simplemente llenar lo máximo posible. Y digo yo si no supondrá eso una política que merme la calidad de sus estudios… porque si con tal de llenar entra cualquiera y de cualquier forma…
(No, no pretendo ser elitista – pero si antes en una Universidad pública había un numerus clausus por el que la nota de entrada era un 8, probablemente el conjunto de alumnos de la carrera tuviese una mejor preparació previa y mejores dotes intelectuales/de trabajo como para que el desarrollo de las asignaturas sea más fluido – y si ahora la nota de entrada es un 5, probablemente el desarrollo de las asignaturas tendrá que ser más lento porque la «materia prima» no está tan preparada… ¿o estoy diciendo algo muy raro?)