Ayer este blog cumplió 12 años. 1730 entradas (1731 con ésta).
Comentándolo en mis redes sociales, unos cuantos amigos amables me felicitaban. «Enhorabuena por el tesón y la constancia», me decían. ¿Cómo? ¿Tesón y constancia? ¿Yo?
Cuando pienso en cosas en las que debería «seguir el ejemplo de otros», una de las primeras que se me vienen a la cabeza es precisamente esa. La constancia. La disciplina. El coger una cosa y mantenerla, pim, pam, pim, pam, hasta terminarla. Me pasa con demasiada frecuencia que cojo un tema, juego con él durante unos días/semanas, pierdo el interés y ya estoy buscando algo nuevo. Esa es la historia, al menos, que yo me cuento.
Pero luego aparece, como contraejemplo, el blog. 1730 entradas en 12 años. ¿No decías que no eres constante? Pues ya me explicarás…
Lo curioso es que yo nunca he vivido la experiencia del blog como un «sacrificio» que requiriese de «constancia», de «disciplina». No lo fue al principio, «tengo que poner en marcha un blog, tengo que tener un plan editorial, decidir de qué hablar»… era más bien un juguete con el que estaba encantado y disfrutaba como un enano. Tampoco lo fue en esas etapas menos productivas, en plan «venga, a ver si me pongo con el blog que lo tengo abandonado». He escrito en él cuando me ha apetecido, lo he dejado cuando no me llamaba decir nada, y he vuelto cuando me ha salido de dentro. Y así, de esa forma tan natural y orgánica, es como he llegado hasta aquí.
Esto me ha hecho reflexionar sobre la motivación, sobre cómo hay cosas que acaban saliendo de forma natural y casi inevitable («efortless doing«) mientras otras no hay forma de conseguirlas. Cómo hay cosas que se adaptan mejor a la forma de ser de uno, y hasta qué punto podemos actuar para que sea de otra manera o si tiene sentido «emperrarse» en algo que no fluye.
También sobre los pensamientos limitantes, esas «historias que nos contamos a nosotros mismos» para las que no dejamos de encontrar ejemplos («¿Lo ves? Lo que yo decía») mientras ignoramos todo aquello que desmonta nuestra creencia. Y cómo un proceso consciente de «indagación apreciativa» puede ayudarnos a resquebrajar esas creencias, abriendo las puertas a aceptar que las cosas, quizás, son de otra manera.
Y así, reflexionando reflexionando, son ya 1731.
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Bueno, pues yo no te felicito en redes sociales pero lo hago aquí 😉
Y si, lo hago por ese tensón y esa constancia que, aunque no te cuesten, están ahí, son envidiables y dan ejemplo.
Me dejas pensando sobre si dedicar esfuerzo a las cosas que no fluyen, que no salen por sí mismas dentro, merecen la pena. Quiero pensar que sí, con la esperanza de que, en algún momento, esa fluidez aparezca.
Lo dicho, enhorabuena y a por otros…¿12 años?