Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí


Un sapo en el desayuno

Uno de esos consejos que merecen la pena

Todas las mañanas, desayunate un sapo. Acomete cuanto antes todo aquello que queda fuera de tu zona de confort. Cuanto antes lo ataques, antes te lo quitarás de encima, menos ciclos cerebrales tendrás que dedicarle, menos estrés generarás y antes de darás cuenta de que no era para tanto.

Ángel Medinilla

¿Cuántas veces no nos habremos enfrentado a tareas «desagradables»? Y pensamos en ellas, y qué pereza, y menudo marrón, ya verás qué movida, pfff… y si la dejo para mañana… es que hoy no lo veo… Y te pasas el día dándole vueltas, porque aunque hagas lo del avestruz, la tarea sigue ahí, esperándote. Tienes la secreta esperanza de que, si no le haces caso, acabará desapareciendo. Pero lo normal no es que desaparezca, sino que siga igual o, aún peor, que por nuestra falta de decisión empeore. Y mientras tanto nosotros, que sabemos que está ahí, le seguimos dando vueltas y nos angustiamos…
Un gran consejo éste de desayunarse un sapo. Debería aplicármelo.

7 comentarios en “Un sapo en el desayuno”

  1. Es una gran verdad. El gran problema es que la mayor parte de las personas conocemos la teoría, pero, en la realidad nuestro subconsciente nos traiciona y tendemos a relegar aquellas tareas que mas nos incomodan.
    No obstante, es bueno que de vez en cuando alguien nos recuerde esto consejos para tratar de ponerlos en práctica.

    Responder
  2. Tu última frase es todo un legado de humildad 😉
    Como lo de «lo que puedas hacer hoy no lo dejes para mañana» que suele sustituirse demasiadas veces por el «si lo puedes hacer mañana no te molestes en hacerlo hoy».
    Y una cosa… los sapos con el tiempo engordan aunque no les des de comer…
    saludos :=

    Responder
  3. No vale….
    Al ver este post he vuelto a recordar el sapo que vengo «engordando» desde hace varios días y que tengo que «tragarme» de una vez por todas.
    Parece que entre mi vicio de procrastinar y mi vicio de dar de comer a ciertos sapos no gano a disgustos. Porque seamos realistas, ¿no es verdad que comerse el sapo es un placer? ¿Y por qué no lo hacemos más a menudo?
    Gonzalo

    Responder
  4. Muy cierto la verdad. Lo peor de todo es que es muy fácil entenderlo, relativamente fácil decirlo, y muy dificil ponerle remedio. Yo soy de los que cada día engorda los sapos y a este paso voy a formar todo un criadero.
    Yo también soy un cobarde.

    Responder
  5. Justo en estos momentos debería estar tragandome toneladas de sapos y sin embargo estoy aquí, leyendo el Blog de un tipo que se parece tanto a mí que está empezando a darme miedo.
    Cuando, por una extraña decisión arbitraria de mi mente (autonoma), decido comerme un sapo no programado (de los que vamos dejando pasar), luego me siento muy bien. Sin embargo el nivel de placer generado no vale para nada: al dia siguiente ya estoy dejando pasar otra rana.
    Me voy a desayunar (pan recien hecho con mantequilla casera, ummmmmmm!).
    Franklin.

    Responder
  6. No me veo chupándole las ancas al sapo; sin embargo, y como es cierto que incordian los proyectos «fuera de la zona de confort», me comería un buen cocido gallego después de quitármelo de encima como premio a mi labor. Es que si empezamos con sapos ya ni ganas te quedan.

    Responder

Responder a Javi Cancelar la respuesta