El otro día me disponía a abrir el blog para escribir algo. «Your account has been suspended»… ¿pero qué narices pasa?. Descubro en Gmail un correo de mi proveedor de hosting donde me informan de que «se ha enviado spam desde mi cuenta» y que, por lo tanto, mi cuenta ha quedado suspendida. Espera, espera… ¿qué? ¿spam? Toca contactar con el proveedor, a ver qué está pasando y cómo se puede resolver. Pero en el ambiente empieza a flotar una cuestión… ¿y si por lo que sea no me desbloquean la cuenta? ¿Y si ni siquiera puedo recuperar los contenidos?
Ya sé, ya sé. «¿Cómo? ¿Es que acaso no tenías un backup de todo?». Las copias de seguridad, eso que todos deberíamos hacer de forma sistemática y regular como mecanismo de protección, porque como dicen en Microsiervos, «solo hay dos tipos de usuarios: los que han perdido datos, y los que los perderán en el futuro». Pero eh, lo que nadie te dice es lo coñazo que resulta hacer copias de seguridad… y tenerlas bien organizadas… y acordarte… y… bueno, que no, que no tenía copias de seguridad.
El caso es que, tras un rato de sudores fríos, me empecé a plantear… ¿y qué si se pierden esos diez años de contenidos? Que sí, es un «pelotazo» al ego, pero… ¿realmente tendría alguna consecuencia, algún impacto? Ya he dicho alguna vez que, mal que nos pese, creo que lo que escribimos/producimos interesa realmente a cuatro gatos mal contados. Y eso hablando de lo actual; si revisamos estadísticas de archivos podemos ver bolitas rodando como en las pelis del oeste, y solo de vez en cuando Google te trae a algún visitante despistado que tan rápido como entra, sale. Así que, a efectos prácticos, tener 10 años de contenidos y no tenerlos es básicamente lo mismo.
«¿Y tu marca personal? ¿No sufrirá al perder ese escaparate?». No lo creo… mi «marca personal» es la que es a día de hoy. Sí, habrá gente que se haya hecho una idea de mí gracias a lo que he ido publicando a lo largo de los años. Pero el trabajo está hecho: lo publiqué en su día, lo leyeron… y no necesitan leerme de forma retrospectiva para consolidar nada. Y la gente nueva se hará su imagen de mí construyendo sobre lo que publique a partir de ahora, no sobre diez años de tabarra bloguera que, seamos serios, nadie va a dedicar su tiempo a leer.
Así que, en realidad, el impacto iba a ser mínimo, casi inexistente. Cierto rollo para mí ya que, como comentaba con Inma, me suele gustar enlazar con posts que he escrito antes (es curioso como, a pesar de los años transcurridos, hay contenidos que te vienen a la memoria tan frescos como si estuviesen recién escritos… y es más fácil enlazarlos que volverlos a escribir).
En fin. El blog está recuperado (la prueba es que estás leyendo esto :D). He hecho una copia de seguridad «para por si acaso». Pero en el fondo, durante algunas horas, he fantaseado con la idea de «dejarlo ir». Y no es tan grave como parecía. De hecho, resultaba hasta apetecible hacer un borrón y cuenta nueva, una especie de «hoguera de San Juan bloguera», una cura de humildad.
Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí
Yo «borre» (en el realidad impedir que se vea el contenido) el blog precisamente por lo contrario: lo único que tenia visitas era contenido antiguo y que en algunos casos ya no me interesaba que se viera. Ahora lo he abierto en otro sitio, «rescatando» lo muy interesante y apenas tiene visitas. Pero casi que lo prefiero. Y si hay algún articulo que vuelve a merecer la pena tener, pues lo paso al nuevo.
Querido Raúl
No puedo estar más de acuerdo contigo. Al igual que en prensa escrita se dice «los periódicos de hoy forrarse los cubos de basura de mañana». Lo que pasa es que da pena perder a tus «criaturas» pero la realidad es que solo nos importa a los padres de las mismas. Un abrazo