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En los juzgados

Vengo del juzgado. Ha sido mi primera vez… bueno, no, ya estuve una vez cuando tuve que ir a cobrar el cheque del finiquito de un trabajo anterior, pero esta vez era distinto, era más que un trámite administrativo. He ido acompañando a mi mujer, que se ha visto envuelta en un pequeño lío en su empresa y le han pedido que vaya a testificar («prestar declaración testifical», en realidad, según la citación).
La verdad es que al pasar por la puerta y por el control de seguridad (nos han obligado a dejar consignados nuestros móviles con cámara…¿?¿?¿), he tenido la sensación de entrar en otro mundo: señores y señoras vestidos con su toga ocupaban los pasillos, hablando una jerga propia («¿has acabado de foliar? Sí, justo ahora lo he hecho…»). Tablones de anuncios llenos de edictos, provisiones y sentencias…
Yo creo que los abogados son como una mafia. Se han puesto de acuerdo en utilizar un lenguaje «para iniciados» de forma que se haga necesario que, si te ves envuelto en cualquier «sarao» de este estilo, necesites contratar a otro abogado que sea capaz de servirte como intérprete, sobre todo. Porque creo que todo lo que dicen los abogados, los jueces, sus edictos y sentencias podría decirse en un lenguaje más comprensible para todos, ¿no? Y mientras hala, los colegios de abogados cobrando cuotas.
Uy, igual los consultores pecamos de lo mismo, ahora que lo pienso… 🙂

2 comentarios en “En los juzgados”

  1. Bueno, comprendo que se os antoje demasiado complicado. Pero persigue una máxima denominada «seguridad jurídica», que consiste precisamente en que no puede haber equívocos a la hora de emplear un concepto; dicho en otras palabras: que lo dicho sea entendido por todos igual, y las consecuencias de lo dicho puedan ser sabidas y conocidas por todos de antemano. Pero lo que describes, como bien apuntas, pasa en todos los gremios. Lo que pasa es que unos crían la fama y otros cardan la lana…

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