A mi hermana le entraron a robar ayer en su piso. Imaginad la escena: vuelves a comer tras el trabajo, y te encuentras tu puerta abierta y que no tienes nada de lo tuyo – tu cámara de fotos, tu portátil, tu dinero… todo lo que había de valor en el piso de alquiler. Nunca he pasado por eso, pero imagino la rabia y la impotencia que uno debe sentir. Quién más y quien menos, todos sentimos que nuestra casa es como nuestro fortín: inexpugnable. Cerramos la puerta y nos sentimos seguros, tras estas puertas no puede pasar nada…
Para colmo, resulta que hace dos semanas, estando de viaje, pararon en una zona natural para dar una vuelta y les abrieron el coche, llevándose la mochila con el mp3, la memoria usb, las tarjetas (razón por la que, encima, en este segundo robo había más dinero en efectivo en casa de lo habitual)… en fin, que parece que le ha mirado un tuerto.
Yo tiendo a ser muy pragmático: ¿ha habido violencia física? No, y eso es lo más importante. De lo robado, al fin y al cabo, son cosas materiales que, con seguro o sin él, se pueden reponer. Pero lo cierto es que, por muy pragmático que uno sea, hay cosas que no se pueden recuperar: todas esas fotos almacenadas en la cámara, los datos guardados en el portátil, los recuerdos personales…. Así que a la rabia, la impotencia (no puedes hacer nada), la sensación de vulnerabilidad (ni en su casa puede estar uno tranquilo)… se une el sentimiento de pérdida.
En fin, que como dice en su tag del messenger… «cuanto hijo de puta hay suelto». Unos currando para salir adelante y ganarse la vida, y otros desgraciados parasitando a los demás.
Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí
Quizá esto guarde alguna relación con los acontecimientos recientes y el intento de meter en la cárcel a un guardia de seguridad por disparar a otros ladrones.
Al fin y al cabo todos respondemos a incentivos, y en España se incentiva, comparativamente, el robo y el hurto.
En mi casa nunca han entrado, aunque en casa de mi novia mi suegra pilló a uno en el jardín. Dijo que quería se le había perdido una cartera x’D A mí solamente me han intentado atracar una vez en la calle. Le metí un paliza al nota que todavía tiene que estar acordándose x’DD Encima le quité el dinero lo que llevaba encima. Creo que hay que pagarles con la misma moneda, para que se le quiten las ganas de hacer eso. Seamos justos señores… 🙂
Un saludo!
Me he pasado muchos años arrastrando equipo fotográfico por todas partes y siempre temí sufrir un robo (que aún no ha llegado). Y no lo temía por el valor económico del equipo (como bien dices, reemplazable con más o menos dolor) sino por las fotos que pudiera contener. Eso es irremplazable y, por tanto, no tiene precio. Sólo por eso los chorizos deberían ser colgados de los pulgares 🙂