Cuando yo empecé a trabajar en consultoría, el enfoque que teníamos de los proyectos era bastante «cartesiano», al menos a priori. La propuesta debía recoger nuestra forma de trabajar, con una descripción de las fases de nuestros proyectos, las tareas a realizar, los entregables, los deadlines… Luego la realidad demostraba que, en 9 de cada 10 proyectos, todo aquello era papel mojado y que los proyectos iban tomando forma a medida que fuimos avanzando.
Con el tiempo fui abrazando cada vez más esa forma de trabajar, hasta el punto de plantearlo abiertamente casi desde el principio. «No me pidas que te diga lo que voy a hacer… déjame conocerte, déjame entender qué es lo que necesitas… y a partir de ahí pensamos en qué podemos hacer, y vamos adaptándonos a medida que avanzamos».
La cuestión es que, en el mundo corporativo, ese mensaje no siempre es bien recibido. La necesidad de «certidumbre» (o de apariencia de certidumbre), los mecanismos tradicionales de control, las jerarquías, la aversión al riesgo… son elementos que dificultan la puesta en marcha de proyectos con filosofías «ágiles».
Sin embargo, la realidad es tozuda y se empeña en demostrar que la visión tradicional de proyectos «atados y bien atados» tiene muchas lagunas. Por eso cada vez más son los que se atreven (muchas también por moda, sospecho) a probar eso de las metodologías ágiles.
Así que, pensando en todo esto, me decidí a hacer un breve video introductorio a las metodologías ágiles y a SCRUM
¿Qué son las metodologías ágiles?
Las metodologías ágiles son formas de trabajar que ponen el foco en:
- aportar valor real a los clientes. Y para eso se les pide opinión constante sobre lo que necesitan, lo que quieren, lo que les resulta útil… No importa lo que yo creo que quieren, sino lo que ellos digan.
- actuar y experimentar. Se trata de tener producto “real” cuanto antes, aunque no sea perfecto, y comprobar lo que funciona y lo que no para seguir adaptando a partir de ahí.
- mejorar continuamente: se promueve la reflexión constante sobre lo que hacemos y sobre cómo lo hacemos, para irlo haciendo cada vez mejor.
SCRUM para aplicar la filosofía ágil
Dentro de las metodologías ágiles, SCRUM es un marco de trabajo que ayuda a incorporar esos principios ágiles al desarrollo de proyectos. Hace tiempo hice una recopilación de trece ideas de Scrum que puedes aplicar a tu gestión.
¿Cómo se aborda un proyecto con SCRUM?
- El Product Owner es el dueño del producto, es decir, quien tiene en mente cuál es el resultado que se quiere conseguir, los distintos elementos del proyecto… y el responsable de decidir qué se hace en cada momento.
- Pero esto no lo hace por sí mismo, sino que está en contacto permanente con usuarios, clientes y stakeholders en general para conocer sus inquietudes, sus necesidades, sus peticiones… Es quien centraliza esta relación, tanto al principio del proyecto como a medida que avanza.
- Con todo eso, el product owner mantiene un listado (llamado “product backlog”) de requerimientos, funcionalidades… es una lista priorizada de “todo lo que nos gustaría que tuviese el producto final”, una especie de carta a los reyes magos.
- Pero obviamente no se puede hacer todo de golpe. Por eso en SCRUM se utilizan periodos de tiempo prefijados, de unas 4-6 semanas, llamados Sprints. Durante cada sprint, el equipo de trabajo se encarga de ir realizando tareas para avanzar en el proyecto.
- El sprint comienza con una reunión de planificación. En ella, el product owner y el equipo eligen aquellas funcionalidades del “product backlog” que van a abordar durante ese sprint. Con ellas, se forma el “sprint backlog”, y a partir de ahí el equipo sólo se va a a ocupar de eso.
- Durante el sprint el equipo se organiza para ir avanzando tareas, con comunicación constante entre ellos, para llegar a tener un producto terminado. Esto es muy importante: el objetivo es tener un producto terminado y usable al final de cada sprint. No importa que no sea perfecto, lo que importa es que sea algo concreto que los usuarios puedan utilizar y así valorar (pero de verdad, no sobre el papel) lo que les resulta útil y lo que les sigue haciendo falta. Incluso si el proyecto se terminase aquí, los usuarios ya tendrían algo distinto a lo que tenían.
- Al finalizar el sprint se celebran dos reuniones distintas. En una, llamada review, el equipo recoge el feedback de los usuarios respecto al producto que les han entregado. Esto es fundamental para saber por dónde seguir avanzando.
- Por otro lado, en la retrospectiva el equipo reflexiona sobre cómo han trabajado: qué han hecho bien, qué podrían hacer mejor… para así sacar aprendizajes que aplicar en el futuro.
- De esta forma, con los resultados del sprint más el trabajo que haya seguido haciendo el product owner para mantener actualizado el product backlog, se puede iniciar un nuevo sprint y seguir así avanzando un sprint tras otro hasta que se considere que se han cumplido los objetivos del proyecto.
- En SCRUM hay además una figura, llamada Scrum Master, que es una persona experta en la metodología y que ayuda al product owner y al equipo a seguirla, asegurándose que se siguen los pasos, facilitando las reuniones y, en general, dando fluidez a la forma de trabajar.
¿Por dónde seguir?
Esto ha sido una introducción muy rápida a las metodologías ágiles y a SCRUM. Si quieres profundizar, te recomiendo que eches un vistazo al manifiesto ágil y a la guía SCRUM, y que sigas explorando a partir de ahí. Lo importante es que te quedes con tres ideas fundamentales: que el objetivo es poner cosas en marcha cuanto antes, adaptadas a lo que los clientes necesitan, e ir aprendiendo y mejorando por el camino.
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