Hoy quiero hablarte de la h*stia de Will Smith a Chris Rock (o el sopapo, o el soplamocos, o la bofetada a mano abierta, ¡placa, placa!).
Y es que no siempre un tipo gana el Oscar al mejor actor protagonista y al mejor actor de «reparto» la misma noche (este chiste lo vi en internet, me pareció glosioso).
Dirás, no sin razón, que «a buenas horas mangas verdes». Que este tema ya está muy pasado (tres semanas ya!), y que ya se ha dicho todo lo que había que decir al respecto.
Que si el machismo tóxico, que si la violencia, que si los límites del humor, que si los traumas pasados, que si la alopecifobia…
Puede ser.
Pero a mí me sigue dando vueltas una idea.
Porque verás, a mí Will Smith siempre me ha caído bien. Ya no es solo la nostalgia del Príncipe de Bel Air. Es que a lo largo de los años el tipo ha mostrado una imagen cercana, siempre a favor del show business. Y además tiene por ahí un montón de entrevistas y vídeos donde hace reflexiones bastante interesantes a nivel de desarrollo personal.
Y entonces va, se levanta, y le arrea un guantazo a Chris Rock.
No me jodas, Will.
Ya no me puedes caer bien.
¿O sí?
Resulta que nuestro cerebro es un vago. Si puede, prefiere entender el mundo en términos duales: bueno/malo, amigo/enemigo, blanco/negro, a favor/en contra.
Etiquetas que le agilicen el trabajo de pensar.
«Déjate de matices, y dime si A o B».
Y cuando se produce un hecho que desafía esa dualidad… sufre.
Es lo que llamamos disonancia cognitiva (hablé de ello hace un tiempo aquí), y el cerebro la suele resolver a martillazos: en este caso, o «Will Smith ya no nos cae bien, y en realidad nunca nos cayó bien» o «en realidad esa torta se la tenía merecida Chris Rock» / «el pobre Will Smith tenía un trauma de infancia» / «estaría nervioso»… (porque Will Smith nos tiene que seguir cayendo bien y de alguna manera hay que casar su comportamiento con eso).
Y así el cerebro vuelve a su dualidad y se queda tranquilo.
Si te fijas, gran parte del debate posterior fue en este sentido.
Pero… ¿y si todo fuese más complejo?
Ya Robert Louis Stevenson exploraba esta idea con el Doctor Jekyll y Mister Hyde.
Walt Whitman iba más allá, y decía que «contenemos multitudes».
¿Y si Will Smith no es ni bueno ni malo?
¿Y si es complejo, caótico, multifacético, cambiante, contradictorio?
¿Y si es, simplemente, humano?
«Por eso las historias nos gustan; nos dan la claridad y simplicidad de la que nuestras vidas carecen».
Ésta es una cita de la novela «El nombre del viento», de Patrick Rothfuss. Y me gusta porque refleja esa idea: que las etiquetas y simplificaciones, por mucho que le gusten a nuestro cerebro, difícilmente representan la realidad.
Así que si te descubres cayendo en ese pensamiento dual… piénsatelo dos veces.
PD.- Will Smith me sigue cayendo bien Y me parece completamente fuera de lugar lo que hizo. Mi cerebro sufre al escribir estas dos frases juntas… pero que se fastidie.