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Componer recortando

Las zapatillas de la novia
Una de las cosas que más nos están insistiendo en el curso de fotografía (y que alguno de vosotros también me ha indicado tanto en público como en privado) es en la importancia de la composición. La misma imagen, captada con la misma técnica, puede resultar definitivamente mejor o definitivamente peor en función de cómo se ordenen los elementos de la foto y cómo se sitúen unos respecto de otros. Que si la regla de los tercios, que si las líneas horizontales y verticales, que si la unicidad y la variedad, que si el color, que si las líneas de fuga, que si… estoy en ello, de verdad.
El caso es que a veces podremos componer la foto según disparamos. Pero en otras ocasiones, podremos hacer la composición a posteriori, a base de recortar un elemento de una foto más grande. Por ejemplo, esta imagen es el detalle de una más grande (que pongo abajo) que saqué en la boda de una amiga. La foto original (está sacada con el móvil, no era una foto «intencionada», no me crucifiquéis por ello!), sin estar mal, tampoco dice demasiado. Sin embargo, al recortar el detalle más significativo de la foto (eliminando así cosas accesorias que «molestan») y situarlo en determinado lugar de la composición, la cosa cambia, ¿no? Al menos a mí, al ver una y otra, las sensaciones son distintas.

Zapatillas novia
El problema, claro, es que al recortar estamos quedándonos con un trozo más pequeño. Si, como en este caso, la idea es poner la imagen en una pantalla pues bueno, con relativamente pocos pixeles nos arreglamos. Pero si lo que queremos es pasar la imagen a papel… entonces o partimos de una imagen con muy alta resolución, o entonces corremos el riesgo de quedarnos con un trozo insuficiente como para poderlo imprimir.

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