A lo mejor te ha pasado. Te levantas un día con una energía tremenda, listo para comerte el mundo, para ponerte de lleno con eso que llevas posponiendo meses. Pero claro, al cabo de unas horas, o al día siguiente, esa chispa desaparece. Y vuelves a las mismas. La motivación puede ser un buen punto de partida, pero si te fías solo de ella, ¡mala idea! Hoy vamos a hablar de por qué la motivación no basta y de qué hacer para no quedarte atascado.
La falacia de la motivación como motor único
Parece un buen plan, ¿no? Te inspiras, te motivas y listo: a por todas. Pero la motivación es caprichosa, va y viene según el día, el humor o incluso la cantidad de café que llevas en el cuerpo. Si dependes de ella para lograr algo importante, el camino se te hará cuesta arriba.
Piensa en cuántas veces empezaste con todo el ánimo del mundo una dieta, un proyecto, un curso… y lo dejaste a la mitad. Yo he estado ahí, y puede que tú también. Esto no es culpa de falta de ganas, sino de no tener una estructura que respalde esas ganas.
Los tres pilares del cambio real: urgencia, compromiso y acción
Para no depender solo de la motivación, hay que construir sobre tres pilares:
- Urgencia: Ese empujón que te hace pensar: «Esto tiene que pasar ahora». Puede venir de una situación extrema, o simplemente de marcarte un deadline realista.
- Compromiso: Aquello que decides hacer pase lo que pase. Aunque haga frío, aunque estés cansado. Es tu contrato contigo mismo.
- Acción: Porque, al final, sin moverte, sin dar ese primer paso, todo se queda en palabras bonitas.
El papel del discomfort en el proceso de transformación
Aquí viene lo incómodo, literal. El cambio significa enfrentarte a algo que no conoces o que no dominas. Y sí, da pereza, molesta, pero es parte del proceso. Ese sentimiento de «esto es difícil» es la señal de que estás avanzando. Abraza ese “ay”, porque después de eso está el progreso.
Cómo crear sistemas que superen la dependencia de la motivación
No puedes fiarte solo de tu estado de ánimo. Necesitas algo más fiable: un sistema que trabaje por ti. ¿Ejemplos? Poner alarmas, dejar todo preparado la noche anterior o programar un hueco fijo en tu calendario para trabajar en ese proyecto.
Tu sistema debe ser tu red de seguridad. Algo que funcione incluso los días en que no tengas ganas de nada.
Herramientas prácticas para pasar de la intención a la acción
Toma nota:
- Divide tus metas en cosas tan pequeñas que no den pereza. Si quieres salir a correr, empieza con caminar 10 minutos.
- Usa la regla de los dos minutos. Si puedes hacer algo ahora en menos de dos minutos, hazlo.
- Ponte una recompensa. Algo que te haga ilusión una vez cumplas lo que te has propuesto.
Porque al final, se trata de dar pasitos, y esos pasitos, sumados, hacen una maratón.