El gestor de proyectos es un enfermo mental. O debería serlo para hacer bien su trabajo. Más en concreto, sufrir de un trastorno de personalidad múltiple (que por lo visto ahora se llama de «identidad disociativa«).
He empezado a leer el libro «Project Management: absolute beginner’s guide«. En uno de sus capítulos iniciales se hace un repaso de los distintos roles que debe desempeñar un gestor de proyectos: es un planificador, un organizador, un centralizador de las comunicaciones, un gestor de aprovisionamiento de recursos, un facilitador, un persuasor, un solucionador de problemas, un paraguas que proteja al equipo del exterior, un coach para los componentes del equipo, un perro de presa que persiga compromisos, un bibliotecario que documente los avances, un policía que vigile el correcto desarrollo y actúe en caso de desviaciones, un vendedor, un gestor de riesgos…
Tienes que ser a la vez metódico y flexible, exigente y tolerante, cordial y borde, organizado y capaz de improvisar, social y asocial, empático y asertivo, tener visión global y visión de detalle. Y por supuesto, ser capaz de adaptarte a todos y cada uno de los stakeholders vinculados al proyecto y a los miembros del equipo, a cada una de sus formas de ver el mundo, sus necesidades, sus exigencias y sus (por qué no decirlo) chaladuras.
Lo dicho, tienes que ser un enfermo mental para poder ser todo eso a la vez, y así poder poner en juego cada una de tus múltiples personalidades según convenga. Y si no lo eres, tranquilo: lo acabas siendo a la fuerza :D.
Pd.- Voy a dedicar un proceso de «aprendizaje focalizado» a consolidar conocimiento sobre «project management», así que podéis esperar más reflexiones sobre este tema…
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