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Finanzas personales y economía doméstica

De un tiempo a esta parte (quizás desde que los ingresos dejaron de fluir «como por arte de magia») vengo siendo más consciente de mis finanzas personales (y, por extensión, de las de la unidad familiar). Creo que es algo relevante sobre lo que merece la pena pararse a pensar de vez en cuando, y no simplemente dejarse llevar; al fin y al cabo, las decisiones económico-financieras tienen un impacto muy real en nuestro día a día.
Poca gente se para a realizar unos estados financieros en su ámbito personal: cuenta de resultados, balance de situación. Conceptos que suenan a «rollo de empresas», pero que en realidad no vienen si no a responder a preguntas tan básicas como ¿Cuánto gano? ¿Cuánto gasto? ¿Cuánto ahorro? ¿Cuánto tengo? ¿Cuánto debo?
Y sobre la base de estas preguntas, viene lo más relevante: el análisis que nos permite modificar las cosas. ¿Podría ganar más? ¿Podría gastar menos? ¿Tendré suficiente en el futuro? ¿Qué tengo que hacer de forma diferentente para cambiar las cosas?
Como ya digo que últimamente es un tema recurrente en mis pensamientos, creo que voy a abrir una categoría en el blog para ir recopilando las reflexiones al respecto.

7 comentarios en “Finanzas personales y economía doméstica”

  1. Yo creo que las finanzas personales, no deben verse como una mera cuenta de perdidas y ganancias. En mi economía personal, me permito lo que en mi empresa no me puedo permitir: los caprichos. Además las inversiones personales no son facilmente cuantificables (ya que gasto 20 euros en la peluquería, me voy a comprar una maquina de cortar el pelo) y dificilmente justificables (me voy a compara una tele de plasma de 40″).
    Yo creo que la economía doméstica está en el día a día: eficiencia energética, compras más ajustadas (es increible la cantidad de comida que tiramos) y por supuesto contención en el gasto siempre que podamos.

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  2. Seve, hoy vamos a discrepar me parece a mí 🙂
    ¿Por qué en la empresa no te permites los caprichos y en la vida personal sí? «Para disfrutar», supongo… la cuestión es… ¿analizamos cuánto nos cuesta ese «disfrute»? Yo tengo la sensación de que muchas decisiones en el ámbito personal soy esencialmente antieconómicas… y no hay motivo para que lo sean. Sobre todo, porque las facturas hay que pagarlas, nos endeudamos para financiarlas… y eso tiene un impacto directo en nuestra capacidad de disfrute posterior.
    Está bien permitirse caprichos. Cuando uno puede permitírselos. Pero mucha gente se los permite sin poder (incluso muchas empresas viven de eso: «¿Estás agobiado por las deudas? ¿No crees que te mereces un respiro e irte de vacaciones al Caribe? Reunifica tus créditos!»). Y las consecuencias llegan después.
    Creo que el gran problema de la economía doméstica es ese no mirar a medio/largo plazo. Una suerte de «dios proveerá». Pero… ¿y si resulta que no provee nada?

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  3. Iñaki, lo guardo para otro post. Pero básicamente diré que uso el Money: si eres capaz de mantener una cierta disciplina (vamos, dedicarle un ratito al mes para mantenerlo actualizado) ofrece mucho potencial

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