Hace unos meses reflexionaba sobre las dificultades para hacer fotografías durante los viajes y la importancia de la luz en una buena fotografía. Al final, lo que subyace en todo esto es un concepto que hay que tener claro cuando uno se pone detrás de una cámara. Y es la diferente capacidad del ojo humano y de las cámaras fotográficas para captar las luces y las sombras.
El ojo humano puede percibir, con facilidad, escenas donde hay un elevado contraste entre zonas iluminadas y zonas oscuras. Podemos ver la escena y distinguir detalles entre las luces y entre las sombras. Pues bien, las cámaras fotográficas están mucho más limitadas, su «rango dinámico» es más pequeño. ¿Qué quiere decir esto? Que si ajustamos la cámara para captar detalles de las zonas en sombra, las zonas iluminadas tienden a quedar sobreexpuestas, «quemadas»: una zona en blanco, sin detalles. Y si ajustamos la cámara para captar los detalles de las zonas iluminadas, las zonas oscuras tienden a quedar subexpuestas, es decir, totalmente negras y sin detalles.
Aprender a conocer estos límites de las cámaras es fundamental para acabar sacando buenas fotos. Porque nuestra vista nos dirá «esta foto sí se puede hacer», pero la realidad técnica de las cámaras dice que no…
¿Se puede hacer algo al respecto? Veamos:
- Evitar situaciones de alto contraste: muerto el perro, se acabó la rabia. Si la escena que queremos fotografíar tiene demasiado contraste entre zonas oscuras y zonas iluminadas, busquemos un encuadre o una composición que elimine o minimice una de las dos de forma que la escena tenga una iluminación más homogénea. Así podremos ajustar la cámara para esas condiciones y toda la escena nos saldrá razonablemente bien.
- Iluminación adicional: normalmente imposible para fotografías de edificios o paisajes, pero útil cuando el protagonista es un elemento pequeño en primer plano. Con la ayuda del flash de relleno, podemos iluminar al sujeto (que si no quedaría en zona de sombra) y así homogeneizar sus condiciones de luz con las del fondo iluminado.
- Filtros: utilizar un filtro degradado para el objetivo puede, en determinadas situaciones, reducir la intensidad lumínica de las zonas más claras, homogeneizándose así las condiciones de toda la escena.
- Cámaras con más rango dinámico: algunas cámaras tienen, dentro de la limitación general, un rango dinámico mayor que otras, lo que les permite captar situaciones de más contraste lumínico sin perder información por la zona de las luces o de las sombras. Pero, como suele ser habitual, mayores prestaciones equivalen a mayor precio.
- Recuperar luces o sombras en el postproceso: con el software de postprocesado (photoshop, lightroom, etc.) es posible (si la foto no está totalmente estropeada y hay alguna información que rescatar) trabajar la foto para recuperar detalles en las zonas excesivamente oscuras o iluminadas. La contrapartida es que este proceso equivale a «inventarse» parte de la información que no hemos captado, lo que se traduce en la aparición del molesto «ruido».
- HDR: se trata de una técnica llamada High Dynamic Range, consistente en sacar varias tomas de una misma escena con distintos ajustes; en una ajustamos para tener los detalles de las zonas oscuras, y en otra para los detalles de las zonas iluminadas. A continuación, en el postprocesado, se fusionan ambas tomas de forma que nos quedemos con lo mejor de cada una de ellas. El resultado, si se exagera mucho, puede resultar un tanto irreal pero si se hace con «tiento» puede ayudar a darle más vida a fotos que, de otra forma, sería imposible mostrar.
En fin, esto es algo de lo que voy siendo cada vez más consciente. Pero aun así a veces no puedo evitar sacar fotos con demasiado contraste entre luces y sombras y, por lo tanto, inservibles en su mayoría.
me ha gustado mucho, espero aprender haciendo las tutoriales de photoshop! ire investigando más tus fotografias! felicidades por el blog, muy bueno!