Desde hace un tiempo (he recuperado mi hábito de leer feeds después de una época de abominarlos) me vengo encontrando gente que ofrece, para sus contenidos, feeds cortados, incompletos.
Vale, inciso explicativo: para el que no lo sepa, un feed es una suscripción a los contenidos de un sitio. Si tú te suscribes al feed de un sitio, el contenido que se va publicando en ese sitio llega a tu email o a tu lector de feeds (como Google Reader o bloglines) de forma automática, y te permite leerlo sin necesidad de ir a la página original, redundando en una mayor comodidad para ti (tienes todas tus lecturas centralizadas y organizadas, puedes hacer búsquedas entre los sitios que te gustan, marcar algunos artículos como favoritos, estar enterado de cuándo hay un nuevo contenido…).
Bien, pues el caso es que hay gente que manipula sus feeds para cortarlos. Es decir, en vez de mandarte el contenido completo, te mandan sólo una parte (normalmente el título y una mini introducción) y, si quieres leer el contenido completo, te obligan a ir a su web.
¡¡Mala idea!!. Para el usuario/lector (que encima es un habitual de la página: es el que ha mostrado interés por suscribirse a tus contenidos) es sumamente molesto (recuerda lo que decía Aza Raskin: «Don’t make me click«, no me hagas dar más clicks de los necesarios para llegar a lo que quiero), e invalida parte de las ventajas inherentes a la suscripción: ni puedes leer todos los contenidos tranquilamente en tu lector, ni puedes realizar búsquedas entre tus fuentes…
¿Y todo a cambio de qué? ¿De una triste y miserable página vista en tus estadísticas? Por favor. Si vas a ofrecer tu contenido gratuitamente, hazlo de la forma más sencilla posible, aquélla que facilite más que efectivamente te lean, que te citen, que comenten en tus contenidos.
¿Cuál es la prioridad? ¿Que te lean y conozcan tus opiniones, o tener páginas vistas? Resulta que tienes una base de suscriptores, de fieles, que en esta economía de la atención donde conseguir una fracción del tiempo de otros es tan difícil se han fijado en tí… ¿y tú lo que haces es ponerles dificultades?
Yo desde luego lo tengo muy claro: para mí, un contenido tiene muchas más posibilidades de ser leído, comentado y referenciado (y por ende, tener mayor repercusión y finalmente incluso devenir en más páginas vistas) cuanto más fácil me pongan el acceder a él. Si te empeñas en ponérmelo difícil… no te preocupes, que hay cientos de otros iguales y mejores que tú que no lo hacen; ellos se quedarán con mi atención, y tú con tus feeds incompletos.
agregadores
La tiranía de los agregadores RSS
La tecnología RSS es fantástica. Los agregadores RSS una maravilla… bueno, sí, pero tienen sus inconvenientes.
Para los que no los conozcan, la tecnología RSS permite que una persona se pueda suscribir a unos contenidos determinados. Es decir, que cada vez que, por ejemplo, yo publico algo en este blog automáticamente se ve reflejado en mi RSS, lo que facilita que quien quiera estar al tanto de mis novedades no tenga que venir aquí al blog sino que pueda seguirme a través de ese feed RSS.
Complemento imprescindible de un feed RSS es un agregador de feeds. Los hay online (bloglines, google reader) u otros que necesitas instalar en el ordenador. Pero básicamente, todos son parecidos: te permiten leer las fuentes RSS de aquello a lo que estás suscrito. Y siempre está actualizado: cuando un medio al que tú estás suscrito publica alguna novedad, automáticamente aparece en tu agregador de feeds sin que tú hagas nada. Y ahí se van acumulando las informaciones hasta que las das por leídas. Por hacer un símil con la vida física, sería como un buzón de correo en el que, cada vez que alguien publica algo a lo que tú te has suscrito, se deja una copia. Así, cuando tú vas a abrir tu buzón, te lo encuentras lleno de las novedades que tú has solicitado.
Las ventajas son evidentes: es una forma de centralizar la información que consideras que te interesa. No tienes que ir buscando las nuevas actualizaciones de contenido, sino que éstas llegan a ti y te están esperando para cuando tú quieras… a priori, una forma muy atractiva de poder luchar contra la «infoxicación» propia de los tiempos que corren.
Sin embargo, el problema quizás no sea tan evidente, pero existe. Y es que con la profusión de fuentes a las que es posible suscribirse (cualquier blog, cualquier medio digital, fotos, videos…) no es difícil encontrarse con una auténtica avalancha de información. Toda ella potencialmente interesante (al fin y al cabo, por eso te has suscrito a ella), pero inmanejable. Aun cuando mediante las suscripciones estemos ya filtrando contenido interesante, seguiremos sumidos en la infoxicación más absoluta.
A diario veo a gente que se agobia porque «tiene muchas cosas por leer en su agregador» o que consideran una victoria «tener el agregador a cero». Al final, nos suscribimos a tantas cosas (porque hay muchas interesantes, y es tan sencillo hacerlo) que nos generamos una especie de obligación de leer todo aquello a lo que nos suscribimos. Y, simplemente, no hay tiempo.
Cuanto antes asumamos que hay una cantidad de información interesante infinitamente superior a la que nosotros podremos manejar nunca, antes perderemos la ansiedad por intentar abarcarla. Antes ya pasaba con los libros, o con los discos, o con las películas: hay más de las que podríamos ver en mil vidas seguidas. Pero estaban en librerías y bibliotecas, en filmotecas. Allí, lejos. Ahora, con la información en internet, el problema es que está toda al alcance de nuestra mano.
Hace tiempo que no abro mi agregador de feeds. Y desde luego, cuando lo abro ni se me ocurre pelear por «dejarlo a cero». Cuando tengo tiempo libre, me dedico a visitar los blogs que me apetece visitar: leo lo que han escrito últimamente, me entretengo un rato (que es de lo que se trata) y listo. Cuando necesito información para algo concreto, la busco: voy a las fuentes habituales, tiro de los hilos… y cuando he conseguido la información que buscaba dejo de buscar (nota: no lo hago pero creo que sería una buena idea hacerlo – crearse un buscador restringido a las fuentes habituales para mejorar las búsquedas). Cuando voy a charlar con alguien con blog, o cuando me apetece saber de él, me voy a su blog a ver cuáles son sus últimas andanzas.
Es decir, la información sirviendo a un propósito. Pero consumir información por el mero hecho de que «es potencialmente interesante», sin un objetivo definido, podría llevarnos siglos y siglos de tiempo. Así que liberémonos de la tiranía de los agregadores, busquemos la información cuando la necesitemos y no nos volvamos locos. Porque si no, seremos nosotros los que bailemos al ritmo de la información, y no la información la que se ajuste a nuestras necesidades.