- Ten clara tu motivación. Describe qué es lo que quieres aprender, por qué, para qué. Visualízate con esa habilidad desarrollada, y asegúrate de que te gusta lo que ves. Si no lo tienes claro, no sigas.
- Destruye tus pensamientos limitantes. Cada vez que te descubras poniéndote zancadillas detente a analizar ese pensamiento, y busca evidencias en contrario.
- Decide qué quieres aprender, y céntrate en ello. Olvídate, durante el periodo que tú definas, de todas las otras cosas que podrías aprender. Y mantén el foco.
- No te compares con otros. Empieza desde donde estás, y avanza un paso cada vez.
- Ármate de paciencia. El camino es largo, y en muchos momentos será exigente y aburrido. No tengas otras expectativas, porque no serán realistas y sólo conseguirás frustrarte.
- Sigue los métodos que ya existen. Puede que no sean perfectos, pero son más que suficientes y te llevarán muy lejos. No reinventes la rueda.
- Aprende bien lo fácil antes de ponerte con lo difícil. Y consolidalo, no seas impaciente.
- Paso a paso, pero sin parar. Conseguirás mejorar mucho más con el trabajo diario que con grandes arrebatos ocasionales.
- Toma notas de lo que vayas aprendiendo. Si no, gran parte se acabará diluyendo.
- Relaciona. Incorpora, con mucha frecuencia, lo que vas aprendiendo a tu “árbol del conocimiento”: el esquema que relaciona todo lo que sabes de una materia.
- Repite, repite y repite. Se trata de interiorizar, de llevar la habilidad al punto del reflejo automático. Y eso pasa por la repetición.
- Abraza el error. El error es el indicador de dónde tienes que enfocar tus esfuerzos. Siéntete cómodo en el error, porque si no tenderás a evitarlo, y si lo evitas no serás capaz de crecer.
- Dedica tiempo a recordar lo que has aprendido. De nada sirve dedicar tanto esfuerzo a aprender si no retenemos.
- Céntrate en donde tienes problemas, y trabaja hasta que dejen de serlo. Será el tiempo mejor empleado.
- Lleva un diario. Será la piedra de toque que te ayude a ser exigente contigo mismo.
- Planifica y revisa. No dejes que tus esfuerzos dependan de los impulsos y saca conclusiones para mejorar el proceso.
- Busca un proyecto práctico que te sirva para dirigir tu aprendizaje. Aprender “en abstracto” es más difícil, y menos productivo.
- Descansa. Deja que tu cerebro trabaje en la sombra. Lo necesita.
- Cuídate. Realiza actividad física. Aliméntate bien. Un cerebro bien tratado es un cerebro eficaz.
- Y disfruta. Porque, a pesar de la exigencia (o quizás precisamente por ella) pocas cosas hay más satisfactorias que aprender y desarrollar tus habilidades.
Este listado fue publicado originalmente en el ebook «Skillopment«, que puedes descargar íntegro y de forma gratuita desde aquí. Si quieres, puedes ver más contenidos sobre aprendizaje eficaz publicados en este mismo blog.