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Aprendiendo coaching: actualización 11

[Esta entrada corresponde a la serie «Aprendiendo coaching«, dentro de la iniciativa «Mis aprendizajes«]

Objetivo de la semana

Revisar las conversaciones mantenidas hasta ahora, y abrir la posibilidad de nuevos procesos de coaching con otros «conejillos de indias». Por cierto, he renunciado al seguimiento semanal (el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, y en mi caso ya iban más de dos…), y el objetivo es realizar actualizaciones con cierta frecuencia para ir anotando los avances sin la presión de la «semana a semana».

Qué he hecho

  • Tuve mi primera conversación de coaching. ¡Hito importante! Fue una experiencia interesante, sin duda. Sorprendentemente tranquilo (ahí la coachee ayudó mucho, claro), con una sensación agradable durante la conversación, sin estar demasiado agobiado pensando en si lo estaría haciendo mejor o peor, centrado en escuchar a la coachee…
  • Le pasé una hojita de feedback a la coachee, y fue fantástico… reconozco incluso cierta sensación de incomodidad (siempre me siento raro cuando la gente me «califica bien», y tiendo a quitarle importancia), y de incredulidad («cómo lo voy a hacer bien, ¡si estoy aprendiendo!)
  • Hice un resumen post-sesión, con los puntos clave que habían salido… la verdad es que es una reflexión interesante.
  • Revisé (obviamente con permiso de la coachee) la grabación de la charla con mi tutor Alberto. Me dijo que «muy bien, para ser la primera vez» :D.
  • En este periodo la coachee y yo hemos tenido una segunda conversación. En ella he intentado ser más consciente de mis intervenciones, procurando reducirlas. Fue una sesión muy satisfactoria por la sensación que me transmitía la coachee de «estar avanzando mucho». En ciertos momentos esa sensación me desbordaba («no puede ser verdad, ¿cómo va a ser así, con sólo una conversación? esto no es mérito mío…»).

Aprendizajes

  • En esta sesión me pilló con el pié cambiado que la coachee no tenía «un objetivo para la sesión», pero lo recondujimos a repasar las acciones que había puesto en práctica a lo largo de los días que no nos habíamos visto. En todo caso fui yo quien redirigió el tema, y quizás debería haberle devuelto la pelota con más énfasis («¿de qué quieres hablar?» «pues no sé» «pues tú dirás… ¿o prefieres que terminemos la conversación?» :D).
  • Apareció un tema llamativo en la segunda sesión: la coachee se sentía fenomenal, con sensación de estar avanzando, «gracias a mi intervención»… eso me generó una sensación extraña, de incomodidad, de incredulidad, de «no puede ser»… no por ella, claro, si no por mí, por sentir que no es posible que yo pueda tener ese impacto… en vez de aceptarlo e incluso agradecerlo, noté que no sabía cómo gestionarlo.
  • Hablando con Alberto, me comentaba mi tendencia a intervenir demasiado, a hacer las preguntas demasiado largas, incluso a «exponer». Me impuso una regla: que tus intervenciones no tengan más de 6 palabras. Al final, el objetivo es «devolver la pelota» al coachee cuanto antes, intervenir lo menos posible. Me recordó a esas veces donde juegas con un globo y lo golpeas, y pasa un rato en el aire… y cuando baja te limitas a darle otro golpe. Ahí tengo que luchar contra el «miedo al vacío» en las conversaciones, soportar mejor la presión del silencio, y dejar espacio.
  • También me alertaba respecto a las respuestas del coachee «demasiado rápidas, demasiado bien articuladas». Eso suele ser señal de que está mostrando un pensamiento ya previo (y por lo tanto que no refleja un cambio). Lo interesante sucede cuando al responder se queda pensando… cuando ves que «la máquina echa humo»… ahí puedes intuir que algo está haciendo clic en su cerebro.
  • Me sugería Alberto el uso de «role-play» dentro de las conversaciones, como forma de ensayar situaciones concretas de las que estemos hablando, y poner en práctica comportamientos alternativos. Interesante para añadir al juego.
  • Hablábamos también de la importancia de reforzar los nuevos comportamientos, de celebrarlos… incluso de asociar esos cambios de comportamiento a «tu anterior versión» vs. «tu nueva versión» para reforzar el cambio de mentalidad.
  • Teniendo en cuenta el grado de entusiasmo de la coachee, me surgía una duda que comentaba con Alberto… ¿cómo se sabe cuándo «dar por terminado» el proceso? Al final, volvemos a la idea habitual: el proceso es del coachee, y es él/ella quien define si se ha cumplido su objetivo o no («con respecto al objetivo que te marcaste, ¿qué te está faltando?»). Quizás sea una barrera mental mía el pensar que «no puede ser en una sesión», porque quizás sí. Estuvimos viendo cómo podría ser una «sesión de cierre», en la que se hiciese un recorrido de aprendizaje, se explorasen posibilidades de extrapolar a otros dominios, aprovechar para celebrar y reforzar los cambios, intercambiar feedback y buscar un plan de acción a futuro (acciones de refresco, sostenibilidad a largo plazo, buscar alguien a quien rendirle cuentas…)
  • Me comentaba Alberto una creencia nuclear de su visión del coaching: que el coachee tiene todas las soluciones y los recursos dentro de sí, y que está a solo un «clic» de ver la solución por sí mismo. Es ese «clic» el que buscamos, y puede producirse en cualquier momento.

Qué ha ido bien

  • Las conversaciones de coaching con la coachee… primera experiencia superpositiva, buenas sensaciones, refuerzo de las ganas de hacer cosas, quitarse el miedo…
  • La reflexión sobre las conversaciones, con aprendizajes relevantes

Qué podría ir mejor

  • Prestar cada vez más atención (en directo o «en grabado») a mis acciones y palabras durante la conversación.
  • Ser más proactivo en «ponerme en situaciones de aprendizaje». ¿Alguien más quiere coaching? 😀

Para la próxima actualización

  • Seguiré el proceso con la coachee
  • Buscaré nuevos coachees

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