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Dale otra pensada, el feedback y el mastermind

Mastermind

¡Que levante la mano el que nunca se ha visto en esta situación! Preparas un trabajo; un informe, una presentación, un artículo… y se lo presentas a tu gerente o tu socio. Le echa un vistazo (posiblemente después de haberlo tenido varios días en su mesa), arruga el morro y te lo devuelve con un «no, no lo veo; dale una pensada» («dale una pensada» puede ser sustituído por «dale otra vuelta», «mira a ver si le das otro enfoque», etc.). Y ya está. Te vuelves a tu sitio y piensas… «vale, ¿y ahora qué?»
Porque partimos de la base de que nuestro primer tiro lo hemos hecho con la mejor de las voluntades, poniendo todo de nuestra parte hasta conseguir algo que consideramos adecuado. Si la respuesta es simplemente un «no, dale otra vuelta»… es como si no nos dijeran nada. No tenemos pistas sobre qué es lo que está mal, qué sobra, qué falta, qué enfoque sería el más adecuado. En realidad, es peor que si no nos dijeran nada, porque encima vemos como lo que hemos hecho con nuestro mejor esfuerzo no vale, y nos encontramos sin referencias para volver a hacerlo. Llegamos a una situación en la que no podemos aplicar ningún recurso lógico a mejorar nuestro trabajo, lo que nos lleva a probar cosas al azar a ver si hay suerte.
Esta situación me recuerda al clásico juego del Mastermind. Ése en el que uno de los jugadores hace una combinación (de colores, de números, de letras…) secreta, y el otro tiene que acertarla a base de proponer combinaciones. La gracia del juego es que cuando se propone una combinación, hay un feedback constructivo por parte de la otra persona: has acertado con una en su posición correcta, con dos descolocadas, y con otras dos no has acertado. De esta forma, la siguiente propuesta tiene algunas guías para intentar acercarse a la solución correcta y, tras unas cuantas iteraciones y aplicando la lógica, es posible llegar a «adivinar» la combinación secreta.
La situación de «dale otra pensada» equivaldría a que, cuando el jugador propone una combinación, el otro le dijese simplemente «no, no es ésa». Así, la siguiente combinación sería otra propuesta casi al azar, cambiando cosas por si suena la flauta. Si no hay respuestas más allá del «no, no es ésa», acertar la combinación secreta se convierte en una mera cuestión de casualidad, además de perder en el camino infinidad de tiempo en intentos baldíos.
Un buen feedback es necesario para ayudar a quien trabaja «a ciegas» a conseguir el resultado que se espera de él. Afortunadamente, yo he tenido la suerte de haber trabajado con algunos jefes especialmente espectaculares en este sentido. No sólo te daban, de inicio, bastantes indicaciones de qué es lo que esperaban de tí. También, en cada iteración, dedicaban tiempo (y paciencia) a contarte qué cosas les parecían adecuadas, cuáles no, por dónde profundizar, por dónde matizar, qué recursos podías utilizar… Como resultado, el trabajo resultaba más eficiente (era capaz de llegar al resultado esperado en menos tiempo / iteraciones), en un proceso mucho menos frustrante, y yo podía aprender y consolidar mis criterios y por extensión, estar más afinado la siguiente vez. Lo único que se requería era una cierta dedicación por parte del jefe, dedicación que revertía con creces en términos de eficiencia posterior y de satisfacción personal.
Así que, jefes del mundo… borrad el «dale una pensada» o el «dale otra vuelta» de vuestros vocabularios. Cambiadlo por una crítica constructiva, por indicaciones lo más claras posibles que ayuden a visualizar lo que vosotros tenéis en mente. De verdad que no es una pérdida de tiempo, sino una inversión con un retorno muy notable.

1 comentario en “Dale otra pensada, el feedback y el mastermind”

  1. El «dale un pensada» lo traduzco en que el gerente no tiene ni idea que es lo que quiere pero lo que le has entregado no es. Razón por la cual no te puede dar ningún tipo de feedback porque no sabe lo que quiere. En cierta medida es un poco de suerte acertar.

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