Me ha encantado este artículo de Seth Godin, llamado «La recesión permanente; y la próxima revolución«. Y me ha gustado porque representa muy bien mis sensaciones respecto a esta «crisis» que estamos viviendo. Él habla sobre los dos tipos de recesiones («desaceleraciones» que llaman algunos) que tenemos encima. Una la cíclica, la que viene y va. Y otra que ha venido para quedarse, la que tiene que ver con la desaparición de un mundo que ya no volverá.. Como dice Godin, «esto representa una discontinuidad significativa, una decepción vital para la gente trabajadora deseosa de una estabilidad que difícilmente van a tener».
Un cambio de perspectiva complejo, estresante, para el que nadie nos ha preparado y que muchos, lamentablemente, no serán capaces de abordar. Un cambio de escenario que nos obliga a «ponernos las pilas», y que nos lleva a un mundo distinto, donde también habrá oportunidades para quienes sepan adaptarse. Seguro que todos preferiríamos un mundo más estable, pero como eso no va a pasar, cuanto antes lo aceptemos, antes dejemos de lamentarnos y antes nos pongamos manos a la obra, mejor nos irá.
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Sí, claro, un mundo distinto, muy distinto, en el que los más ricos y más poderosos son más ricos y más poderosos. Con opiniones como la tuya todos los avances sociales acabarían destrozados por las maravillosas «oportunidades» que ofrecen todos ellos. Yo no tengo ninguna intención de «acostumbrarme» a la inestabilidad, no creo que todo el mundo tenga que soportar para siempre los vaivenes de la especulación que generan para su interés insaciables tiburones financieros.
Bueno, ya llevamos un tiempo así. Cuando cayó el muro de Berlín, el comunismo empezó a desmoronarse y empezó la globalización ya comenzó a gestarse todo.
Nuestra generación, salvo funcionarios, no va a trabajar 40 años en la fabrica de manivelas, la de coches o la de calzado como hicieron nuestros padres o abuelos.
Eso no va a volver.
Y nuestros hijos van a vivir en un mundo aun mas inestable, nos guste o no.
El que no lo quiera ver, como el comentarista anterior, pues está en su derecho.
Pero echarle las culpas a los especuladores, tiburones o a los ricos, está ya un poco trasnochado.
Y desde luego, por suerte o por desgracia, el que el o 10 millones no tengan intención de «acostumbrarse» no va a cambiar nada. En todo caso, les cambiará a ellos, y no para bien.
Tampoco creo que como ha pasado hasta ahora, en un futuro podamos seguir viviendo a costa de Papa Estado, o que los funcionarios vayan a seguir con un estatus privilegiado.
Pero como siempre digo, el tiempo dará o quitará razones.
Me gusta sacar una lectura positiva de esto, y es la reivindicación y revalorización del individuo frente a la «masa» obrera. No podemos quejarnos de las grandes corporaciones y a la vez esperar de ellas que nos lleven de la mano y nos cuiden como a hijos. Si somos corderitos, mandará el pastor.
Yo no he visto en el post matices éticos o políticos (a lo mejor es que mi de inglés…), pero me gusta soñar que en ese futuro/presente se revise el modelo de éxito, y que la ambición de unos pocos no nos lleve a la deriva al resto (que cursi me ha quedao esto último).
Slds,