(Esta entrevista pertenece a la serie de «Historias de profesionales independientes«, puedes ver más en este enlace)
Normalmente no se da uno cuenta de las vueltas que lleva dando por esto de internet, hasta que de repente cuando vas a presentar a tu entrevistado te acuerdas de aquel podcast que compartisteis hace «sólo» 9 años. Alfonso Romay, maño de pro y «uno que mira al norte» es compañero de camino blogosférico desde casi el principio, y aquí seguimos. Consultor especializado en tecnología y gestión, con especial foco en entornos de complejidad e incertidumbre, aporta grandes dosis de sentido común también a esta reflexión sobre la figura del «profesional independiente»
Cuéntanos un poco tu trayectoria profesional, ¿cómo has evolucionado? ¿cómo llegaste a ser un “profesional independiente”?
Es curioso porque llegué a ser profesional independiente sin buscarlo. En mi caso, el peso específico de la vocación ha sido mínimo.
Sin haber terminado la carrera de Ingeniería en Informática empecé a hacer prácticas en una pequeña empresa. Estamos hablando de 1998, y éramos dos personas en el proyecto. De aquellas prácticas surgió un proyecto que se transformó en un negocio de desarrollo de software y consultoría en Gestión de personas. Enseguida me hicieron socio y empezamos a conseguir clientes y a crecer. Crecimiento y rentabilidad, fueron años de mucho aprendizaje y de evolución como organización. De la parte técnica salté a la gestión, como Project Manager primero y como Director de Desarrollo de Negocio después.
Sin embargo, cuando sientes que el proyecto ya no te hace vibrar y tus prioridades han cambiado, es mejor dejar paso. Estás en una espiral de proyectos encadenados donde no aprendes. Y luego estaba el ambiente tóxico que se respiraba en la oficina. Con ese panorama, después de 15 años dejé por voluntad propia un trabajo que me había apasionado durante años, para abrir una nueva etapa profesional. Fue una decisión largamente meditada, tenía la sensación que ese ciclo ya había finalizado y que, probablemente, hacía tiempo que lo estaba. Hubiera sido más fácil seguir la inercia de lo conocido (y la seguridad que supone), pero necesitaba algo más. Lo resumió perfectamente Carlos Barrabés hace tiempo: «Inventar nuestro empleo cuando en realidad queremos reinventar nuestra vida y de repente te descubres a ti mismo.»
«Inventar nuestro empleo cuando en realidad queremos reinventar nuestra vida y de repente te descubres a ti mismo.»
¿Crees que esa experiencia previa es importante antes de dar el salto? ¿Ves viable que una persona inicie su carrera como «profesional independiente»?
En esa transición considero que es fundamental tener visión de negocio y conocerte bien. La experiencia de 15 años fue fundamental para dar el paso, especialmente en el ámbito comercial y en entender las necesidades de los clientes. Es algo que se adquiere con el tiempo. Así que no recomendaría a alguien sin (o con poca) experiencia laboral, lanzarse directamente al mundo de la independencia.
¿Qué es lo que más valoras de ser un “profesional independiente”?
Lo tengo muy claro. Los aspectos que más valoro son la libertad de elección, y la disponibilidad del tiempo propio. No podía ser de otra forma si hablamos de «independencia» 🙂
¿Cuáles son las mayores dificultades a las que te encuentras?
Lo he contado en algunas ocasiones. La realidad es que trabajas muchísimas horas, incluso más que como trabajador por cuenta ajena. Aparecen bastantes momentos de falta de productividad, nunca estás seguro si haces las cosas de la mejor forma posible o con la intensidad adecuada. Y tampoco tienes puntos de referencia, así que te cuestionas constantemente si lo puedes hacer mejor.
Entre los aspectos más negativos, la sensación de carrera de la rata. Es algo común a los profesionales que trabajamos por proyectos. Básicamente, como profesional independiente vendes su tiempo por una tarifa (horaria, por hitos o por proyecto). Cuando trabajas por proyectos, a veces tienes la sensación de no poder escapar: no puedes plantearte nuevos proyectos porque los actuales ocupan todo tu tiempo pero, por otro lado, tienes que generar nuevos proyectos para seguir creciendo. Quizá el enfoque sea, a medio plazo, buscar un modelo de venta de producto, no tanto de proyecto. Un modelo que me permita generar ingresos recurrentes sin necesidad de tener que dedicar tiempo presencial.
¿Cómo compensas esa sensación de falta de referencias que tiene uno cuando va por libre?
Intento estar al día de los temas que pueden afectar a mi trabajo. A escala micro, en temas de productividad, gestión o tecnologías con las que trabajo. También intento prepararme a escala macro, leyendo sobre tendencias tecnológicas, sociedad, demografía, economía, globalización o energía. Entender el contexto es fundamental para desenvolverte más eficazmente.
¿Qué habilidades crees que son fundamentales en esta situación?
Podría decir que pensamiento crítico, visión sistémica o alguna otra competencia sesuda para quedar como un buen consultor 🙂
Pero tengo claro que las dos habilidades que marcan la diferencia de los profesionales independientes son la preparación y la capacidad de adaptación. Por hacer un símil, veo al profesional independiente como un camaleón.
En primer lugar, estoy convencido que estar preparado para cualquier cosa te hace más capaz. En entornos de alta incertidumbre como en los que nos movemos/moveremos cada vez más, la planificación pierde fuerza.Nuestra máxima debe ser estar lo mejor preparados posible para cualquier cambio, sea el que sea, y poder tomar decisiones al respecto. El mundo profesional es un prueba de aguas bravas, no una competición de remo. Por supuesto, la siguiente cuestión es cómo estar mejor preparado.
Veo al profesional independiente como un camaleón
Segundo, siendo un profesional independiente te enfrentas cada día a diferentes contextos y entornos. Debes ser capaz de asumir con naturalidad el cambio y adaptarte, y entenderlo como parte inherente a tu trabajo. Si además eres organizado y disciplinado, tienes mucho ganado. Mantener la calma, y orientarse rápidamente a los resultados y acciones es fundamental para moverse en estas aguas pantanosas.
¿Y cómo hace uno para estar preparado? ¿Qué acciones concretas consideras que te permiten mejorar tu preparación?
En mi opinión, la respuesta es actitud para dedicar tiempo a pensar, a observar, a leer, preguntar y aprender. Y, sobre todo, tratar siempre de evitar dar cosas por sentadas. La mayoría de las personas que conozco y tienen esa habilidad son personas muy conectadas, que hacen un uso intensivo de las redes sociales y personales.
Actitud para dedicar tiempo a pensar, a observar, a leer, preguntar y aprender. Y, sobre todo, tratar siempre de evitar dar cosas por sentadas
¿Qué herramientas utilizas para facilitarte el trabajo?
Aunque pueda parecer contraproducente, la mejor herramienta que llevo siempre encima es una libreta y un bolígrafo, porque necesito escribir las cosas para no olvidarme. La edad no perdona 🙂 Eso sí, en cuanto tengo el momento lo paso todo a formato digital.
En cuanto a herramientas tecnológicas, prácticamente todo lo que necesito está el móvil: trabajo casi todo con herramientas Google (Drive, Gmail, Calendar) y algunas herramientas de comunicación como Slack, Telegram o Hangouts. Para la organización de tareas con clientes o redes de consultores, utilizo intensivamente Trello y Teamwork, una buena herramienta de seguimiento de proyectos y tareas.
Para estar informado, tengo Twitter instalado en el móvil. Es la única red social que utilizo desde el móvil, el resto (Facebook, Linkedin) no las tengo instaladas en el móvil. Finalmente, para recopilar materiales que me sirvan para el trabajo o como lectura interesante utilizo Pocket, aunque reconozco que almaceno a más ritmo que elimino.
¿Qué reacciones sueles encontrar a tu alrededor (entorno familiar, amigos, conocidos, etc.) cuando conocen tu forma de trabajar?
En general, en el entorno familiar no tengo dificultades de entendimiento. Quizá el momento más crítico fue pasar de asalariado a trabajador por cuenta propia, porque coincidió además con un momento de cambio profesional de mi pareja. Todo eso provocó una cierta sensación de vértigo, más por desconocimiento que por miedo.
Por supuesto, que entiendan mi forma de trabajar no supone que la hagan propia. Tengo la sensación que algunos/as me ven como un bicho raro, por renunciar a un trabajo cómodo y (relativamente) bien pagado por un camino mucho más escabroso. Pero quienes me conocen bien saben que lo estoy disfrutando mucho 😉
Tengo la sensación que algunos/as me ven como un bicho raro, por renunciar a un trabajo cómodo y (relativamente) bien pagado por un camino mucho más escabroso
¿Qué reacciones sueles encontrar en el ámbito profesional (posibles clientes, etc.) cuando conocen tu forma de trabajar?
Tampoco me ha supuesto ningún problema explicarlo. El trabajo del profesional independiente es un trabajo de confianza, así que cuando alguien contacta conmigo es porque ya conoce mi modo de trabajar (o lo intuye).
Hablas sobre la relación de confianza con los clientes, y cómo normalmente cuando te contactan es porque ya conocen tu forma de trabajar… ¿supone eso una barrera a la hora de conseguir nuevos clientes? ¿Cómo afrontas la «labor comercial»?
Afortunadamente, no he necesitado hacer un trabajo comercial intensivo. Pero, como decía hace poco Manuel Jabois, me he convertido en especialista para sacar mucho partido a mis pocos recursos. Me está funcionando bien el trabajo de recomendación entre clientes, reforzado con escribir en mi blog y dar a conocer mi trabajo en cursos de formación.
Las mayores dificultades que encuentro es la asunción que algunos clientes hacen de tu trabajo como «freelance», algo diferente a «profesional independiente». La connotación es que solo puedes ser «independiente» desde una elección volitiva, y eso el cliente no lo conoce. El trabajo freelance está muy devaluado porque apenas existen barreras de entrada, y esto hace que haya muchos «francotiradores» dispuestos a trabajar a cualquier precio.
No es mi caso. En ese sentido, alguna mala experiencia me hizo plantearme mis propias normas, líneas rojas que no cruzaré ni siquiera si las cosas van mal. Por poner un ejemplo, una de mis líneas rojas es negociar presupuestos a la baja. Como proveedor, creo que me hace perder credibilidad. Si el cliente necesita una reducción de precio porque se escapa de su presupuesto, tendrá que haber una reducción de alcance del proyecto. Y ese alcance tendrá que ser acorde con el presupuesto que acordemos. Si no llegamos a un acuerdo, no pasa nada. Simplemente, no soy su proveedor ni es mi cliente.
Resumiendo, igual que los perros se parecen a sus dueños, los clientes tenderán a parecerse a cómo trabajes comercialmente con ellos. Si actúas de forma responsable, es más que probable que el cliente actúe de la misma forma. Si aceptas cualquier condición para llevarte el proyecto, ten por seguro que tendrás problemas.
Igual que los perros se parecen a sus dueños, los clientes tenderán a parecerse a cómo trabajes comercialmente con ellos
¿Cómo crees que evolucionará el mundo del trabajo? ¿Qué rol crees que jugarán los profesionales independientes en él?
Como cualquiera que esté medianamente informado, veo un futuro del empleo con cada vez menos empleo indefinido, y menos indefinido que nunca. También más contratos parciales y temporales, y muchos autónomos. Es una respuesta a la demanda de flexibilidad de las empresas, pero esconde también muchas situaciones de trabajo autónomo a la fuerza, o de precariedad, cuando no empleo sumergido. Es algo que habrá que vigilar y eso plantea otro escenario: los sindicatos tendrán que reinventarse para adquirir una función más relevante o, simplemente, desaparecerán.
De nuevo, a escala macro, la globalización dará oportunidades de crecimiento en cualquier parte del mundo. Todo hace pensar que será un entorno cada vez más urbano. A escala de persona, intuyo que cada vez pesará menos tu currículum, qué has estudiado e incluso qué experiencia aportes. Tendrán mucho más peso las competencias transversales, las habilidades hiper-especializadas y, sobre todo, el valor que seas capaz de aportar.
Tendrán mucho más peso las competencias transversales, las habilidades hiper-especializadas y, sobre todo, el valor que seas capaz de aportar
Probablemente, con más profesionales independientes en liza, trabajaremos menos aislados y colaboraremos más dentro de un escenario mucho más grande que quizá ni veamos. Además de las habilidades que hablábamos antes, el uso intensivo de la tecnología e idiomas será fundamental. En el caso de profesionales independientes, está claro es la tecnología facilita enormemente la posibilidad de ofrecer tus servicios por libre, conectados a otros profesionales y a tus clientes a través de Internet. Pero no creo que esta elección sea para todo el mundo, es lógico que haya gente que prefiera la seguridad de un salario fijo.
Pero tampoco me cerraría a que el futuro sea diferente. Como decía Niels Bohr, «predecir es muy difícil, especialmente cuando se trata del futuro.» 🙂
Vaya, ¡no recordaba aquel podcast que compartimos con Julen y Jordi! Cómo pasa el tiempo… nueve años.
Ha sido un placer colaborar (un poquito) a explicar mi visión del mundo laboral de los profesionales independientes. Con nuestras diferencias, releyendo las otras entrevistas a José Miguel y David, creo que todo vemos un panorama bajo un prisma similar. Y empiezan a adivinarse algunas dificultades y buena parte de los retos que tenemos por delante. 🙂
La verdad nunca he entendido la profesión de consultor independiente.
Consultor en general, desde mi ignorancia, me suena a alguien a quien le pagas por dar consejos y se me hace rarísimo que se pueda vivir de esto. Quiero decir, en que alguien quiera pagar porque otro le diga lo que debería de hacer en lugar de aprender a hacerlo, lo normal para mi es que esto sólo se de en formato gorroneo por vagancia.
Precisamente por esto se me hace hasta admirable que la profesión exista.
La serie está muy buena, ya he visto a dos entrevistados, es interesante ver cómo han despegado los demás, veremos si se me pega algo.
Saludos.
«Gorroneo por vagancia» no es mala descripción :D.
Al final, la idea es que tú (consultor) eres especialista. Dedicas tiempo y foco a profundizar en un área muy concreta del conocimiento. Coleccionas experiencias con distintos clientes, lo que te da aún más capacidad de separar el grano de la paja. Al final, has destilado un conocimiento específico.
En el otro lado está el cliente. Alguien cuyo foco está en su negocio. Y que en un momento dado necesita algo, normalmente de forma puntual. Sus opciones son dedicar tiempo y recursos propios a desarrollar el conocimiento por sí mismo, o «coger un atajo» y recurrir (y pagar) al especialista. La primera opción implica tiempo, implica aprendizaje, implica cometer más errores de principiante. El consultor te acorta los plazos y te acota (no siempre elimina) el margen de error, porque ya lo ha hecho decenas de veces.
Sucede que es habitual «el síndrome del impostor»: «No me puedo creer que alguien me pague por esto, que es tan de cajón». Pero lo que aprendes con el tiempo es que lo que es «de cajón» para ti no lo es para los demás. Y que si es «de cajón» para ti es por el cúmulo de experiencias y aprendizajes previos, de habilidades que has desarrollado o incluso de ciertos «talentos» innatos.
Posiblemente superar esa sensación de «impostor» es el primer paso para poder dedicarse a esto de forma consistente.
Respuestas muy inteligentes, me da la sensación de que Alfonso está en algo parecido a una fase de madurez. Es la palabra que más me viene a la mente para describir lo que leo 🙂