Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí


La paradoja del acompañamiento: Cuando ayudar significa no empujar

Imagina esto: tienes un amigo que está atascado en un tema importante. Decides echarle una mano, darle consejos, incluso le haces parte del trabajo. Y, de repente, no sólo no mejora, sino que parece que todo se desinfla. Te quedas pensando, «¿qué he hecho mal?». Pues bien, quizás tu ayuda, en lugar de empujarle hacia adelante, le haya frenado.

El mito del mentor salvador

Nos encanta la idea del mentor que resuelve problemas y guía como un faro en la oscuridad. Pero este mito tiene una trampa: si haces demasiado, robas a la otra persona la oportunidad de crecer. No se trata de salvar; se trata de acompañar.

La responsabilidad compartida en los procesos de desarrollo

Ayudar a alguien no significa cargar con toda la responsabilidad. Es como un baile: cada uno tiene que moverse al ritmo adecuado. Si el acompañado no pone de su parte, tu esfuerzo será en vano. Recuerda, ellos tienen que querer caminar.

Señales de que alguien está (o no) listo para ser acompañado

A veces, la persona que quieres ayudar no está lista. ¿Cómo saberlo? Observa si hay apertura, si realmente escuchan y actúan en consecuencia. Si sólo buscan excusas o esperas mágicas, puede que no sea el momento.

El arte de soltar: cuándo y cómo dar un paso atrás

A veces, la mejor ayuda es retirarte. Esto no significa abandonar, sino dar espacio para que la otra persona tome sus propias decisiones. Confía en el proceso y acepta que no todo está en tus manos.

Estrategias para un acompañamiento efectivo y sostenible

¿Cómo acompañar mejor?

  • Escucha antes de actuar.
  • Haz preguntas, no afirmaciones.
  • Celebra cada avance, por pequeño que sea.

No se trata de empujarles cuesta arriba, sino de caminar junto a ellos hasta que encuentren su propio ritmo.