Este video ya lo había visto alguna vez. Me parece brutal, divertido y didáctico a la vez. Ver como el jodío enano va buscando a sus padres para montarles el numerito es la monda. Para los que dicen de los pequeñajos «pobrecitos, si no se dan cuenta de las cosas»… Los críos, desde bien pequeños, tienen muchísimo peligro, saben latín. Y hay que enseñarles lo que está bien y lo que está mal.
Ya lo dice la Supernanny: retirarles la atención es el método más directo para que entiendan que algo está mal. Ante una rabieta, ni cariñitos, ni broncas. Simplemente, desaparecer, no hacerles caso. Como el niño del video, la atención es el bien que más valoran, y es lo que debemos usar para reforzarles cuando hacen algo bien, y también para reforzarles lo que hacen mal.
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Buenísimo, esta tarde se lo enseño a mi mujer. Me sirve para reforzar mis argumentos de Marca Papá.
Las tácticas de la Supernanny son discutidas y discutibles. Cada niño es un mundo.
Como dices, es necesario enseñarles lo que está bien y lo que está mal. Y no debemos olvidar que para los niños, los padres somos su modelo, por lo que la mejor forma de enseñarles es con nuestro ejemplo. No podemos pretender que un niño coma fruta mientras merienda si nosotros comemos donuts 🙂
Claro que para esto, hay que pasar tiempo con los hijos y ese es uno de los principales problemas con los que nos encontramos en estos días…
Buenísimo y real como la vida misma.
Buenísimo, buenísimo, no lo conocía…
Ese vídeo deberían ponerlo en la enciclopedia al lado de la entrada «niño cabrón».
y al lado de la entrada «padres cabrones». Porque aunque el niño haga eso hay que ser desgraciados para grabarlo para reirse de él y colgarlo en el youtube. Me imagino a esos padres «podemos grabar cuando al niño le dan esas rabietas y nos busca por la casa». «y podemos pasar a su lado con el perro, je, je».
Totalmente de acuerdo con Edu, la cabrona es la madre que tiene unas pintas de fresca…
Los padres se tienen que tomar con humor todas esas horas de llantos y rabietas. No creo que los del video sean diferentes. Les deseo paciencia y buen humor porque el resultado, niños normales, no insoportables, merece la pena.
Muy bueno, yo sabía que eran listos, pero me sorprende hasta que punto