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Lebron James y los móviles

El otro día Lebron James hizo historia.

Recibió el balón cerca de la línea de personal, botó un par de veces de espaldas a su defensor, se elevó cayendo un poco hacia atrás… y pam, canasta. 

2 puntos.

Que sumados a los 38.386 que ya llevaba anotados en su vida daban un total de 38.388, record de todos los tiempos en la NBA superando al mítico (para los de nuestra generación) Kareem Abdul-Jabbar.

El momentazo, si lo quieres ver (incluyendo la incomparable habilidad de los estadounidenses para pararlo todo y hacer el show) está aquí

38.386 puntos es meter muchos puntos durante muchos años.

La cosa es que en estos días circulaba una imagen del momento en el que Lebron está en el aire, con el balón saliendo de sus manos. De fondo, el público puesto en pie… móvil en mano, captando el momento. ¿Todos? Todos no, hay un hombre en primera fila sin móvil que simplemente mira la escena.

Al hilo de esta foto leía un comentario en LinkedIn.

Hablaba de que el móvil nos ha robado la capacidad de vivir las experiencias, de disfrutar del momento. Todos ahí alienados con sus teléfonos, y el hombre de la primera fila sí que sabe vivir la vida.

Pues discrepo.

Verás, que utilices el móvil en sí mismo no quiere decir nada.

¿Quién te dice a ti que las personas que están usando su móvil para grabar la escena están menos atentas que tú, o que están disfrutando menos el momento que tú? No, están usando el móvil como herramienta para disfrutar la escena, y es tan legítimo como hacerlo sin él. De hecho, en ocasiones incluso enriquece la experiencia.

Y en última instancia, ¡es su vida!

A mí, por ejemplo, me gusta hacer fotos con el móvil cuando visito algún sitio chulo. ¿Significa eso que no estoy prestando atención al sitio? ¡Para nada! Las fotos me ayudan a disfrutarlo incluso más, buscando los detalles, apreciando las formas, los equilibrios de las composiciones, dándome una excusa para observar desde distintos puntos de vista. Encima, esas fotos me ayudan después a recordar lugares y momentos. Y por supuesto soy perfectamente capaz de hacer unas fotos y después guardarme el teléfono en el bolsillo y «disfrutar de la realidad».

Al final, como casi todo en la vida, depende; lo importante de las herramientas es cómo las utilizas.

Se trata de ponerle consciencia, de darte cuenta cuándo la herramienta te enriquece y cuándo te entorpece.

De cuándo la utilizas para «el bien», y cuándo para «el mal».

En su libro «Indistractable«, Nir Eyal habla de los conceptos de «tracción» (cuando lo que haces te acerca a tus objetivos y a la vida que quieres) y «distracción» (lo contrario). Cada momento, cada acción, cada herramienta… puede llevarnos por el buen camino, o por el malo.

Es cosa de cada uno.

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