(Esta es la típica entrada que escribiría en ¡VayaTele! – Pero como lo he dejado… qué le vamos a hacer, de vez en cuando me siguen surgiendo temas para escribir, pero a un ritmo insuficiente como para permanecer vinculado a una actividad de grupo).
El caso es que estaba leyendo el blog de Buenafuente. Un blog, por cierto, interesante en el contenido pero desastroso en su concepción: no ya por el tema de los comentarios (que puedo llegar a entender, aunque siempre he pensado que la interactividad es una gran parte de la miga de todo esto), sino por cosas como la ausencia de una estructura de enlaces permanentes, o la existencia de archivos «por año». Lo cual convierte en tarea imposible referenciar un contenido concreto, o localizarlo (a no ser que te quieras recorrer todos los posts de 2007… por si lo encuentras).
En fin, a lo que iba. Me refiero a un post llamado «Lección de veteranos» que escribía el pasado 25 de enero. En él habla sobre lo difícil que está el mundo del espectáculo, y de cómo eso repercute en su programa. Básicamente, que como la cosa está mal la industria cada vez invierte menos en promoción, y eso implica que muchos músicos, actores, escritores… dejan de «hacer la ronda» de programas televisivos o lo hacen cada vez con menor entusiasmo. Total, «salir en la tele» no se traduce automáticamente en más ventas, ni en más beneficios. Así que «ir pa’ na…»
«Porque somos lo que se dice un escaparate de dicho mundo, en clave de entretenimiento. Invitamos a los que hacen cosas de calidad y quieren contarlas, adaptándose al tono del programa. Cada vez cuesta más, podemos asegurarlo. […] A pesar del desencanto y la desorientación del sector, seguiremos apostando por los buenos contenidos y los buenos invitados. Los que quieran venir. Los que no quieran venir, ya no son buenos invitados. […] No buscamos una gran audiencia. Buscamos una BUENA audiencia. Gente con sensibilidad y sentido común. Ahí estamos y ahí seguiremos.»
Pues personalmente creo que hay algo que falla en este razonamiento. Y es que, por encima de todo, Buenafuente y demás programas televisivos son parte de esa misma industria «desorientada». Porque lo cierto es que contenidos buenos los hay, diría que cada vez más, gracias a la democratización en el acceso a los medios de producción artística. Ya no hace falta que la industria te conceda el honor de grabar un disco y distribuírtelo: puedes hacerlo tu mismo. No pierde la música, o la cultura: pierde la industria. Hay más cantidad y variedad de arte, de música, de literatura. El problema es que está más disgregado porque la industria está perdiendo la capacidad de dirigir al rebaño hacia quien ellos quieren.
Y el problema de Buenafuente no es que haya «poco» donde elegir. Es que lo que ellos siempre han querido es ayudar a promocionar a aquéllos que venían de la manita de la industria. Porque eso significaba interés del público, audiencia, ingresos por publicidad. Era un binomio perfecto, los unos se promocionan (contribuyendo a la concentración del interés del público en unos pocos) y los otros atraen a la audiencia. Como la industria va perdiendo poder, el interés del público se va disgregando (que no desapareciendo). Cada vez hay menos «estrellas» que generen movimientos de masas, porque cada vez hay menos dinero para fabricarlas. Y como consecuencia, cada vez hay menos personajes cuya presencia en televisión arrastre audicencias.
El problema, Buenafuente, no es que no haya contenidos interesantes. El problema es que el rebaño ya no responde a los estímulos de antes, la industria ya no consigue movilizar a las audiencias como antes. Y eso era, en realidad, lo que queríais. Gente que «haga cosas de calidad y quiera contarlas» me atrevería a decir que cada vez hay más. Gente que con su mera presencia (y no con el interés intrínseco de lo que hace) sea capaz de atraer la atención de cientos de miles de personas, cada vez menos.
Entiendo que la progresiva desaparición del «star system» es una putada para la industria, incluyendo a las cadenas de televisión y a los programas como Buenafuente, buena parte de cuyos contenidos (y de su capacidad para atraer a la audiencia) consisten en traer «artistas en promoción». Pero no lo disfracemos de «cada vez hay menos cosas interesantes que contar», que cosas que contar hay muchas y muy variadas. Eso sí, con menos audiencia de por medio. Ergo con menos dinero.
Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí
Muy buen diagnóstico con el que coincido plenamente. Algo parecido ocurre con la industria discográfica. Lo importante para estas industrias sería que vieran las oportunidades que existen detrás de esta democratización de los gustos y de los productos, de esta cada vez menor influencia de los canales tradicionales de generación de producto para el entretenimiento.
Oye, está genial la entrada y claro como el agua. Saludos