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Momentos hell yeah!

Hell yeah!!!

Leí este artículo hace ya bastante tiempo, pero últimamente me ha vuelto a rondar la cabeza. Hablaba Derek Sivers de aplicar un filtro a la hora de tomar decisiones sobre cómo invertir nuestro tiempo, atención, energía, dinero… ¿Es algo que te hace decir «hell yeah!!!»? Si es que sí, ¡adelante! Si no… mejor pasar.

«Hell yeah!!!» es sinónimo de entusiasmo. De que algo te ilusiona, te engorila, te hace soñar despierto, te pone una sonrisa en la cara, te pone las pilas, te hace salir dando botes de la cama. «¡Sí, joder, me apetece un huevo!». Ese libro que te propones leer, ese plan que te han propuesto, ese nuevo trabajo, esa llamada que deberías devolver… ¿Quieres realmente hacerlo? ¿Notas la energía bullendo dentro de ti ante la perspectiva de abordarlo? Tienes que decidir, ¿quieres decir un «sí» tibio, desganado y lleno de dudas? ¿Dónde te va a llevar eso? Mejor decir que no, porque corres el riesgo de llenar tus horas, tus días y tu vida de actividades «meh», «ni fu ni fa». ¿Es eso lo que quieres?

Audita tu vida

¿Cómo pasas tus días? ¿Cuántas actividades «hell yeah!!» hay en ellas? ¿Qué porcentaje de tu tiempo dedicas a cosas que realmente te estimulan, te ilusionan, te llenan de energía… y qué porcentaje se dedica a obligaciones, a compromisos, a actividades que «ni fu ni fa»?
Decía Steve Jobs en su famoso discurso que procuraba mirarse al espejo cada mañana y preguntarse «si éste fuese a ser el último día de mi vida… ¿es así como querría pasarlo?» Y si la respuesta era «NO» durante demasiados días seguidos… sabía que tenía que hacer algo al respecto.

¿Cuántos de nuestros días pasarían la prueba de Jobs?

Unas dosis de realismo

Tranquilos, no me he comido a Paulo Coelho. Sigo siendo el mismo Raúl de siempre, plenamente consciente de que vivimos en el mundo real. Un mundo en el que hay facturas que pagar, hijos a los que atender, clientes a los que responder, responsabilidades, compromisos. Que uno no puede ponerse el mundo por montera así sin más. Lo sé, lo sé.
Sé también que no es posible vivir en el éxtasis continuo. Que la felicidad no sólo está en el hedonismo perpetuo, y en saltar de estímulo en estímulo. Que las cosas especiales lo son precisamente por contraste. Que nuestra capacidad de habituación es sorprendente para lo bueno y para lo malo, y que el camino a la felicidad no es tan evidente (porque si lo fuera, todo el mundo lo seguiría, ¿verdad?)
Y también sé que hay que tener cuidado de no fliparse. Que las cosas que desde fuera parecen tan atractivas y nos generan tanta ilusión pueden tener mucho de fantasía, y que luego la realidad tiene una cara B con la que finalmente nos encontraremos tarde o temprano.

Lo sé, pero…

Pero aun así, algo me dice que a veces dejamos que ese «mundo real» nos atrape con su inercia, nos entregamos a los «hombres grises» y renunciamos a poner intención en nuestra vida. Algo me dice que echo de menos más momentos «hell yeah!!», y más días memorables.

Pero también que quizás no sea tanto una cuestión de volverse loco, sino de pequeñas decisiones. De poner un poco más de consciencia a las cosas que hacemos, y de hacer un propósito consciente por disfrutarlas más, de pararse a oler las rosas, de contar nuestras bendiciones. Quizás lo que hace que una actividad sea «hell yeah!!» sea en parte la actividad en sí, y en parte nuestra actitud hacia ella.
En cualquier caso, echa un vistazo a tu vida. ¿Tienes suficientes momentos y actividades «hell yeah!!»? Y si no es así… ¿qué puedes hacer al respecto? 
PD.- Como ves, he añadido un episodio del podcast Diarios de un knowmad dedicado a este tema. Si te gusta, puedes suscribirte en iVoox y en iTunes, comentar, recomendar, compartir…

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