Las redes sociales y yo
«Y tú, ¿para qué quieres redes sociales?»
Mi compañero Alberto y yo estábamos sentados en un chiringuito en Mallorca. Habíamos tenido una reunión por la mañana, y un avión nos esperaba unas horas más tarde. Habíamos aprovechado a comer, dar un paseo junto al mar, y sentarnos a tomar una cerveza mientras veíamos a la gente disfrutar de la playa.
La conversación transitaba, como de costumbre, por muchos sitios distintos. Y se paró en el tema de las redes sociales. Yo, tan «2.0». Él, tan alérgico al tema. Creo que yo estaba intentando convencerle de que explorase un poco más su perfil digital. Y entonces fue cuando me hizo la pregunta.
Abrí este blog en 2004, dentro de poco se cumplirán 14 años (¡¡14 años!!). Después vinieron Facebook, Twitter o Linkedin. Más tarde, Instagram. Y más recientemente Youtube y los podcasts. Lugares todos ellos en los que publico contenido de forma habitual.
Se supone que, a estas alturas, debería haber un «para qué» bien definido. Sería lo esperable para algo que hago de forma tan frecuente, y que debería marcar (eso dicen los gurús) lo que hago y lo que dejo de hacer. Y sin embargo, no es algo que nunca haya sido capaz de acotar y poner «negro sobre blanco».
Así que hoy, aprovechando que estaba dándole una vuelta (una más) al diseño del blog, la portada, las secciones… me puse a hacer la reflexión, intentando clarificar «para qué quiero las redes sociales».
Motivos para mantener mis redes sociales
Estos son los elementos que he identificado como relevantes para mí a la hora de enfocar mi presencia en redes sociales:
- Son un ejercicio de autoreflexión: publico cuando algo me interesa o llama mi atención. Me obliga a estructurar aunque sea mínimamente mi razonamiento, a buscar y ordenar información, a explorar un poco más allá de la superficie.
- Son un ejercicio de estilo: para escribir, para el lenguaje hablado, para el audiovisual, para hacer sketchnoting, para las fotos… cuando publico no estoy entrenando solo «el fondo», también «la forma». Publicar es una excusa para afilar mis capacidades.
- Son un altavoz de ideas: no se trata de «ser la referencia mundial» en nada, ni de «cambiar el mundo». Pero si con mi labor puedo hacer que una serie de ideas, recursos, herramientas, reflexiones… que creo que pueden ser útiles y positivas lleguen a otras personas, creo que merece la pena hacerlo. Se trata de hacer de «infomediario», de amplificar esas ideas y hacérselas llegar a las personas (muchas o pocas) que me lean. De sembrar, dentro de mis posibilidades, lo que creo que merece la pena.
- Son un medio para relacionarse con gente afín: llega alguien, te lee, compartes un par de conversaciones… el contenido es una excusa estupenda para iniciar y mantener relaciones con personas afines. No se me puede olvidar la cantidad de gente guay que he conocido a lo largo de los años gracias a todo esto.
- Son un escaparate de mi marca personal: porque expresas lo que te interesa, porque muestras tu forma de ser y de pensar, de qué pie cojeas… no, no es una marca personal al estilo de «tengo definido mi producto y mi público objetivo y me diferencio de mis competidores y me posiciono para que me compren», sino la de «este soy yo, así soy con lo bueno y con lo malo… ¿me ajuntas?». Hace tiempo alguien dijo «no sé bien a qué se dedica, pero Raúl es alguien con quien me gustaría tomarme una cerveza y charlar». Y me encantó.
No-motivos para mantener mis redes sociales
- Satisfacer el ego: a ver, a nadie le amarga un dulce y una palmadita en la espalda. Pero la carrera por ser un «influencer» (en su día lo llamábamos A-list bloggers :D), por tener muchos likes y muchas visitas… no, no creo que sea una medida de éxito. Vale más una conversación individual de calidad con alguien afín que un volquete de likes.
- Posicionarme como producto: no. No es mi objetivo, y eso que a veces he coqueteado con ese «lado oscuro» que tanto se promociona desde la visión del «marketing online» y de la «marca personal». No quiero posicionarme ni como experto en aprendizaje, ni como consultor, ni como coach, ni como nada. No quiero ser un «producto» para un «público objetivo». Soy una persona completa, un knowmad, que tiene su actividad y sus inquietudes profesionales y también personales, y que quiere compartirlas con libertad sin estar pensando si esto «contribuye al negocio o no». Que tiene curiosidad y múltiples intereses, y que quiere compartir su viaje. «Diarios de un knowmad», como título para el blog, me gusta cada vez más. ¿Que luego surge un proyecto concreto en el que cabe hacer un enfoque más «de negocio online»? Pues tendrá que tener su propio espacio.
- Ganar dinero: consecuencia lógica de las otras dos. Ni por volumen, ni por «infoproductos», ni por «servicios». Por supuesto, si derivado de mi actividad en las redes surge alguna posibilidad de involucrarme en algo lucrativo… ¡perfecto! ¿Una charla? ¿Un taller? ¿Un proceso de coaching con alguien afín? ¿Un proyecto de consultoría? ¡Hablemos! Pero una cosa es que de tu actividad (y de las relaciones derivadas) surjan oportunidades, y otra es poner tu actividad al servicio de ese objetivo de lucro…
Cada red tiene su matiz
No todas las redes son iguales. En cada una hay una audiencia, un contexto. El blog, el podcast, youtube… son los sitios donde más «conscientes» son los contenidos. Linkedin es una versión «más reducida», muchas veces sirviendo como altavoz de lo que he rumiado en los anteriores especialmente con matices más «profesionales». Twitter es más «la máquina del café», donde se mezclan reflexiones al vuelo y chascarrillos. Facebook tiene un carácter más personal (y cada vez menos peso), e Instagram más visual (aunque con las Stories a veces voy experimentando).
Pero en conjunto, con sus matices, todas forman parte de una misma forma de ver las redes sociales. Son una extensión online de mis inquietudes, un escaparate de lo que soy, y un «mensaje en la botella» que, con suerte, me permite conectar con otras personas interesantes.
Excelente artículo. Lo utilizaré para cuando me pregunten mis clientes potenciales lo mismo.
Un saludo.