Me llamo Raúl y me gusta compartir ideas, reflexiones y herramientas para tener una vida más sencilla, equilibrada y significativa. Cientos de personas ya se han suscrito a mi newsletter semanal gratuita. Más información, aquí


Rebaja las expectativas: impresionarás más

Este muchachote se llama Michael Collings, y es la última sensación que llega desde el programa de talentos «Britain’s got talent». Apareció ahí, con su marcado acento, su aspecto muy alejado de un cantante de éxito, su ropa «de mercadillo» y una guitarra pequeña para su cuerpo. Los comentarios y las caras del jurado, antes de empezar, reflejan lo que esperan: «otro perdedor que nos toca aguantar; no nos pagan lo suficiente». Luego el chico empieza a tocar y a cantar, todo el mundo se emociona, la incredulidad inicial da paso al aplauso, «pasas a la siguiente fase». Logro conseguido.
En realidad, se repite el patrón de Susan Boyle, o de Paul Potts (en anteriores ediciones del mismo programa). Gente que la primera impresión que provocan es floja, y que tras su actuación provocan la ovación del respetable. La cuestión es… ¿tan buenos son? Yo lo dudo. Por respetables y admirables que me resulten sus actuaciones (unas más que otras; éste último no me parece nada del otro jueves…), y especialmente viniendo de personas que no habrán tenido formación y oportunidades, creo que objetivamente sus rendimientos no son para tanto. Que hay gente con más talento y mejor preparación que ellos. Y sin embargo, como de entrada las expectativas sobre ellos eran tan bajas, un rendimiento digamos que de notable provoca una reacción mayor que una actuación «de sobresaliente» por parte de alguien de quien se espera mucho.
Si eres un fichaje «del montón» que luego rinde con normalidad, vas a ser mucho más apreciado que un fichaje «de relumbrón» que rinda al mismo nivel.
Moraleja: siempre que se pueda, hay que poner las expectativas respecto al propio desempeño lo más bajas posibles. De esta forma, nuestro rendimiento posterior «sorprenderá» y generará una mejor impresión. Insisto en el «siempre que se pueda», porque hay veces en las que hay que generar una «expectativa mínima» para cualificar y tener siquiera una opción de demostrar nada. Pero una vez superado ese punto, incrementar las expectativas sólo juega en nuestra contra. Como en «El Precio Justo», tan malo es quedarse corto como pasarse.

Deja un comentario